El encargado de cuidar el medio ambiente es probable que lo único que haya arreglado en la primera mitad del sexenio sea su cama. Y eso, a la espera de las respectivas pruebas.
De lo que específicamente le toca hacer a cambio de su abultado sueldo no hay un saldo bueno para la entidad: el aire está más gris y los basureros a cielo abierto que pululan por la entidad siguen en su lugar. Inamovibles.
Ninguno de los grandiosos planes para acabar con el problema de la disposición de la basura ha funcionado y lo más concreto que emprendió (las estaciones de separación de la basura) tienen un aire de negocio sucio tan grande que no han podido arranca, porque "casualmente" se decidió que o los hacía la cooperativa Cruz Azul o no los hace nadie.
Probablemente no sea un negocio de él. Su jefe y los parientes de su jefe acaparan todo lo que deje algún tipo de ganancia.
Sin embargo, validar lo que se hace mal y no hacer lo que le toca le hace cómplice.
Tres años de buen salario (supongo que apuesta a que sean seis) le saldrán muy caros, porque su trayectoria profesional estará ligada a lo que hizo, a lo que dejó de hacer y a lo que ha permitido por acción u omisión.
Y tan fácil que habría sido conservar su buen nombre.
Por lo pronto, si dudan de lo que digo, aléjense un poco de Cuernavaca y contemplen la ciudad. Es un espectáculo triste y lamentable.
P.D. Por si fuera poco el daño que han hecho, ahora los funcionarios graquistas quieren retirar parte de los árboles de la plaza de armas. No me trago sus explicaciones técnicas para retirar los ficus. Mejor que agreguen a los que hay los árboles que dicen, pero que no quiten los existentes como parte del negocio que van a hacer al cambiar el piso de un lugar que quedará seguramente tan chambón como las otras obritas que hicieron para promover al candidato Jorge Messeguer.