Los mexicanos estamos hartos de palabras huecas que no significan nada, pero que para quienes las dicen son el todo, la gloria, lo máximo.
Ya ni siquiera se trata de buenas intenci0nes, sino de hablar por hablar mientras la realidad se impone paso a paso.
Y no ocurre eso sólo a los políticos que están en el poder, sino a aquellos que lo buscan, como -por citar sólo un ejemplo- Samuel Palma César, quién jamás ha hecho algo de beneficio social mientras ha tenido cargo pero que no se cansa de hablar y hablar y hablar y hablar y ... hablar como si fuera el salvador de la patria.
Qué decir de Víctor Saucedo Perdomo o de tantos otros alejados del poder que con pura saliva quieren recuperarlo.
Y los ejemplos citados en esta columna son priistas porque son de ese partido los que se quedaron sin chamba, pero en dos años y cachito serán del PAN los que también estén en la misma postura de hablar tarugadas que sólo ellos creen, mientras los ciudadanos, escépticos, sigue a la espera de que las cosas cambien para bien.