Cerca de una decena de mujeres, que realizaron previamente una marcha por algunas calles de la ciudad, lamentaron el desprecio con el que las instituciones estatales, empezando por el gobernador Graco Ramírez, han tratado sus respectivos casos.
Ahí estaban, entre otros, los padres de Ana Karen Huicochea, de Jessica Cerón Salinas o de Jesús Hernández, quienes se hicieron acompañar de un grupo de mariachis que ofrecieron algunos temas que les hicieron derramar lágrimas de impotencia por tanta crueldad y omisión gubernamental.
Y en efecto, como ya lo habían anunciado, para ellas este diez de mayo no había motivos para festejar su día, mientras no se dé un poco de voluntad para resarcir el daño que les ha causado la pérdida de algún familiar a manos de la delincuencia permitida por el propio Estado.
Sin embargo, nada parece mover las conciencias de quienes tienen la responsabilidad constitucional de garantizar justicia y seguridad a los morelenses; la cadena de delitos no para y ello sólo es posible cuando los malhechores se saben impunes por sus complicidades en el gobierno de Ramírez Garrido.
CURSOS POLICIACOS PARA JUSTIFICAR GASTOS
Y continuando con el argot policiaco, es sabido que los integrantes de las corporaciones, ya sea del Mando Único, agentes municipales o custodios, son periódicamente sometidos a cursos de “capacitación” en la escuela para ello instalada en el cuartel de Alpuyeca.
Pues todo indica que nada se les escapa y que aún este tipo de acciones están relacionadas con algo así como un “blanqueo” de dinero oficial. Decimos lo anterior porque algunos de los elementos que participan de los cursos aseveran que en buena medida, salvo raras excepciones, es una forma de justificar gastos, porque son muchos millones los que por la vía federal llegan para esos menesteres.
Uno de los contactos dijo que los cursos son francamente decepcionantes, los imparten cuadros sin mayor preparación y que es una forma del comisionado de seguridad, Jesús Alberto Capella Ibarra, para quedarse con una buena lana.
Otros recordaron que sólo uno de esos cursos valió la pena, porque lo impartió un joven bastante preparado que venía de la Policía Judicial Federal, al que le pagaban una fortuna. El muchacho, abundaron, daba 12 horas al día y percibía 800 pesos por hora. Es decir, que diariamente se llevaba casi diez mil pesos, lo que lleva a sospechar que de ahí le reducían una buena comisión para los jefes locales.