Los políticos se acostumbran al poder y llegan a olvidarse que alguna vez fueron ciudadanos comunes. De hecho, algunos jóvenes priístas crecieron pensando que todas las familias mexicanas tenían chofer pagado por el Estado que los llevara a la escuela y sabían que su primer trabajo invariablemente sería en una oficina de gobierno.
En Morelos seguramente hay adolescentes que crecieron sabiendo que el presidente de la República era panista al igual que el gobernador de Morelos. Sus padres sí conocieron la pobreza, estudiaron en escuelas públicas, pero la nueva generación de panistas acude a colegios particulares y se divierte en los mejores antros.
Los perredistas en cambio llevan años buscando llegar al poder. Ciertamente ya hay hijos de diputados, senadores y hasta regidores que tienen un modo de vivir desahogado e incluso son compañeros de escuela o de antro con los arriba mencionados.
Pero la gran mayoría todavía vive o sobrevive con los raquíticos sueldos de la iniciativa privada o sufren las vicisitudes de ser pequeños empresarios. Muchos de ellos son los que habrán de tomar el lugar que dejarán los mencionados párrafos arriba.
Y es que, a juzgar por los anuncios hechos por el gobierno electo de Graco Ramírez, en el gobierno estarán personas como Alicia Vázquez Luna, Adriana Mújica, Nad Carranco, Vera Sisniega, Francesco Taboada, sólo por citar algunos a quienes conocemos de tiempo atrás. Los diputados electos Juan Ángel Flores Bustamante y Carlos de la Rosa Segura, así como la alcaldesa electa Hortencia Figueroa, son también claros ejemplos de lo que decimos.
Tengo bien presente la imagen de Alicia Vázquez Luna en el área de urgencias del Seguro Social de Plan de Ayala seguramente acompañando a su madre. Era de madrugada y ambos requerimos de los servicios de esa institución para nuestros respectivos familiares pero no nos conocíamos. Yo ya la había visto como agente del Ministerio Público adscrito a los Juzgados que se ubicaban en el Penal de Atlacomulco y con el paso del tiempo hicimos amistad.
Todavía unos días después de que se conoció el triunfo de Graco platiqué con ella en un restaurante del zócalo. Hablamos de nuestros respectivos hijos y de los peligros que les depara la vida, al grado de coincidir en que todos los padres de jóvenes deberíamos acompañarlos al antro y ocupar una mesa mientras ellos se divierten.
Hace una semana volví a platicar con Alicia Vázquez Luna, pero ahora ya en una entrevista formal para el programa “Quien Resulte Responsable” en la que hablamos de prevención del delito, exámenes de confianza y policías acreditables y no acreditables. “Alicia ya habla como funcionaria pública”, escribí esa noche en el Twitter.
Y no solamente habla como servidora pública, sino que también comienza a tener una vida como tal. Al programa de TV ya acudió escoltada, y no lo digo como crítica, sino como una muestra de cómo su vida está dando un giro radical.
A Adriana Mújica la conozco también desde hace un buen tiempo. Coincidimos en varias ocasiones en mesas de análisis para hablar de periodismo, de feminicidios y de política. Pero recientemente una amiga mutua (Valentina Jiménez Franco) me contó detalles que hablan de su sencillez y gran corazón.
A Nad (le pongo así porque no me sale escribir su nombre completo) Carranco tengo poco tiempo de conocerla pero también es una mujer extraordinaria y sobre todo auténtica, leal a sus convicciones.
A Francesco Taboada lo recuerdo en la Secretaría de Seguridad Pública de Cuernavaca pidiendo que se le condonara o redujera una infracción de tránsito.
Con Juan Ángel Flores Bustamante compartimos algunos semestres en la Facultad de Derecho. “El chino”, como le decíamos, constantemente llegaba tarde a clases porque venía en autobús desde Jojutla. Con Carlos de la Rosa nos une una larga amistad en la que hemos compartido alegrías y sinsabores.
A Hortencia Figueroa la recuerdo como empleada de la Procuraduría de Justicia.
Los comentarios anteriores son sólo algunos datos sueltos para llegar a la conclusión de que quienes están por llegar a los diferentes poderes del gobierno y a algunos Ayuntamientos son ciudadanos comunes y corrientes.
El deseo generalizado de la población morelense es que así sigan. Que no olviden sus orígenes ni la gente por la que están ahí.
No hay que olvidar que a los panistas la gente le dio la oportunidad de gobernar y sólo los aguantó dos sexenios. Hoy pagan las consecuencias de su soberbia.
LAS DOS PRIMERAS PRUEBAS DE GRACO
Graco Ramírez Garrido Abreu asumirá el gobierno de Morelos con sus dos primeros conflictos en puerta y ambos son complicados. Como ya es sabido, en Tepoztlán se fortalece el movimiento opositor a la ampliación de la autopista La Pera-Cuautla.
Primero el problema era sindical: las dos principales organizaciones gremiales en el estado, el llamado Nuevo Grupo Sindical y la sempiterna CTM se disputaron los contratos de acarreo de materiales al grado de culminar con un zafarrancho que dejó un saldo de varios camiones quemados y una docena de heridos.
Ahora el asunto se complica por lo de siempre: en Tepoztlán prevalecen diversos liderazgos y nunca habrá dinero para convencerlos (¿o comprarlos?) a todos. Es el eterno problema de que una dirigencia ejidal o comunal autoriza algo, pero viene el cambio de Comisariado o una división interna y el nuevo dirigente no reconoce los acuerdos del anterior.
Y es que hay cientos de millones de pesos etiquetados para esa inversión. Tan sólo para la etapa Oacalco-Oaxtepec se invirtieron 400 millones de pesos. Eso provoca la avaricia de comuneros, ejidatarios, colonos y por supuesto los líderes sindicales. A cual más quiere su mochada.
Es un secreto a voces que el problema verdadero en Tepoztlán es que fue a los ejidatarios a quienes se les pagó alrededor de 12 millones de pesos por la expropiación de las tierras, sin embargo, no tomaron en cuenta a los comuneros que se aliaron con las autoridades electas y prácticamente han desconocido a los salientes, quienes están metidos en un verdadero problema por los dineros que pudieron haber recibido por autorizar la obra sin tomar en cuenta al pueblo, además de préstamos económicos de más de dos millones de pesos que se desconoce el origen de dónde se destinaron y quien se los quedó, es parte de las investigaciones que se están haciendo en el paraje conocido como Valle Sagrado.
El fondo del asunto es monetario, aunque se sigan utilizando las banderas de la preservación del medio ambiente y los usos y costumbres.
El otro conflicto tiene que ver con la construcción de una termoeléctrica y un gaseoducto en la zona oriente del estado con la participación de empresas españolas, ante la inconformidad de un grupo de personas que aducen riesgos para la población. Pero el meollo del asunto es el mismo: dinero.
Lo más irónico de ambos casos es que este tipo de movimientos son los que tendrían que ser abanderados por los grupos de izquierda, que ahora son los que estarán en el poder y que buscarán hacer realidad los proyectos antes mencionados.
Esa circunstancia es la que pondrá a prueba al gobierno de Graco Ramírez. Una opción es autorizar las obras a rajatabla, porque si nos esperamos a que las decisiones del gobernador sean consensuadas con cada uno de los habitantes entonces no terminaríamos.
La otra opción es buscar una negociación “en lo oscurito”con los inconformes aunque se recurra a prácticas atribuidas tradicionalmente al PRI.
Cualquiera que sea la salida, representa las dos primeras “pruebas de fuego” para el gobierno de Graco Ramírez.
La otra gran prueba es la seguridad.
En ese rubro, nos atrevemos a comparar la situación con el 1994 cuando Jorge Carrillo Olea asumió la gubernatura del Estado. Las gavillas de secuestradores asolaban la zona oriente del estado, sin que ningún comerciante o agricultor se salvara. La banda de “La Víbora” se robaba todas las notas de ocho columnas en los periódicos locales.
Después los delincuentes comenzaron a secuestrar a miembros de familias ampliamente conocidas en la sociedad morelense. Los Salgado, Mitre, Deguer, Winzers, Ortiz Mena, Trespalacios, Turatti, los Tovar de Jiutepec, casi todas las familias podían narrar algún episodio de ese tipo.
Por eso cuando Jorge Carrillo Olea asumió el gobierno el principal reclamo fue que combatiera el secuestro. Y de hecho sí lo combatió. Primero puso en la Policía Ministerial a un comandante de la Policía Federal de todas sus confianzas: Darío Lugo Sánchez. A los pocos meses murió abatido durante el rescate de un secuestrado pero siempre quedó la sospecha de que alguien estaba interesado en quitarlo de en medio. Ya sin su policía consentido, el combate al secuestro recayó en otro veterano policía también proveniente de la Federal: Armando Martínez Salgado.
El temible comandante comenzó a dar resultados si se trataba de detener a mucha gente. Cada semana había presentación de presuntos secuestradores que ocupaban las primeras planas de los periódicos. Nada más que esas detenciones tenían siempre dos características: el dinero del rescate nunca aparecía y los detenidos resultaban ser siempre “los cuidadores”, es decir, el último eslabón de la banda.
Hoy la situación no puede ser más crítica. Lo ocurrido en el mercado Adolfo López Mateos es una muestra palpable del hartazgo y la zozobra que prevalece en la sociedad morelense. Nunca en la historia del mercado se había suspendido la celebración del Día del Comerciante. Era memorable la comilona, el baile, la parranda y, por supuesto, los comerciantes esperaban ese día para dirimir a golpes sus diferencias de todo el año. Pasada la cruda, a seguir trabajando como si nada.
Hoy los comerciantes del ALM no quisieron celebrar, en parte como protesta y en parte por miedo. Hay un comerciante que fue “levantado” hace unos días y no aparece. Los mercaderes saben que cualquiera de ellos puede ser el siguiente.
El problema no es exclusivo de los comerciantes, al contrario. Los secuestros están a la orden del día por todo el territorio morelense (y en muchos estados está peor); y las corporaciones policiacas nada pueden hacer.
Lo ocurrido en el municipio de Tetecala es clara muestra de que estamos a merced de la delincuencia. La comandancia de la Policía Municipal fue saqueada por un grupo armado. En los demás municipios los policías locales conocen perfectamente los vehículos de “la maña” e intencionalmente hacen como que no los ven. No es para menos. Un raquítico sueldo no amerita arriesgar su vida enfrentándose a los narcos con una pistola casi oxidada.
Es el panorama que hoy se le presenta al recién electo gobernador y al equipo que lo habrá de acompañar.
La situación es muy difícil, pero si logra desterrar de Morelos este sentimiento de angustia e impotencia, el PRD seguirá gobernando por muchos años.
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1 comentario
Hey
¿Alguien conoce la estrategia de Graco, fuera de las dos mil cámaras… Compartelo!