En otras naciones son las empresas gigantes las que marcan el ritmo de desarrollo, como en Corea o Estados Unidos, pero por las características de México, deberíamos adoptar el primer modelo y alentar más la creación de negocios, sobre todo en el ramo de la manufactura, la producción de bienes, que hoy tenemos que comprar en el exterior.
Las micros, pequeñas y medianas empresas enfrentan grandes retos para sostenerse y crecer, sobre todo porque no tienen acceso eficiente a los créditos y a la tecnología de vanguardia, a pesar de los programas económicos gubernamentales dirigidos a ese sector de manera insuficiente.
Y ese es un gran error, porque a través del fomento de la actividad productiva a pequeña escala sería posible, además de crear muchos empleos, canalizar la economía en un porcentaje más grande al sector formal, ya que el sector informal acapara hoy grandes inversiones.
Muchas veces, los empresarios ven imposible cubrir los requisitos que hoy se exigen y se quedan en la economía informal, con el enorme daño que eso representa para el país, pues además de no contribuir con impuestos, no se puede llevar un registro de nuestro potencial.
Son demasiadas las razones para promover un sector de la economía que puede sacar adelante a la nación desde varios ángulos. Mientras mantengamos en la marginación a los micros, pequeños y medianos empresarios nuestras posibilidades de desarrollo seguirán estancadas.