Quienes tenemos a nuestro cargo conducir a su familia hacia buen puerto, mediante la entrega oportuna y suficiente de lo necesario para la manutención de sus miembros, fuimos celebrados de muchos formas (que por supuesto, agradecemos) sobre todo en aquellas familias formadas en los clásicos valores de respeto y trabajo, algo que desafortunadamente ya no es generalizado.
Entre cada vez un mayor número de jóvenes de ambos sexos e incluso entre niños comienza a ser muy común rebelarse a lo que dice el padre (y la madre), con el pretexto de que eso (la obediencia) ya no está de moda.
Por eso es bueno que en toda ocasión y en los momentos especiales, como ayer, las autoridades hicieran campañas amplias y de mucha penetración en las que se ponga énfasis en el respeto a los mayores.
Claro que los padres tenemos que ganarnos ese respeto, pero quienes fuimos educados en un ambiente de respeto lo sabemos hacer y ahora tenemos que enseñar eso a quienes por fallas en nuestro sistema educativo no lo saben o no lo quieren poner en práctica.
La célula básica de la sociedad es la familia y todo lo que en ella ocurre repercute en otros ámbitos.
Luego de que en México nuestra forma de organización familiar impuso respeto en otros países, sin darnos cuenta de modificaron los patrones de conducta y las nuevas generaciones pasaron a vivir su vida como las películas de acción que inundan nuestros cines, donde se le da más importancia al individualismo y se pone a los padres, y al resto de la familia, como un estorbo.
Nos evitaremos muchos males si logramos revertir esa mala influencia y rescatamos algo tan bíasco, tan elemental, como el respeto a los padres y a los abuelos.
Por lo pronto, felicidades a todos aquellos que ayer estuvieron de fiesta y que saben honrar el título de padre.