La importante cita apenas nos da tiempo para que se fomente entre la población el espíritu cívico y la responsabilidad.
Cada elección, los organismos electorales se enfrentan al reto de conseguir funcionarios de casilla en número suficiente, pues los elegidos conforme a la ley buscan toda clase de salidas para no cumplir su labor, aún y cuando reciben un pago por su tiempo invertido.
Aunque el fenómeno no es nuevo, nos encontramos en un momento en la vida del país que se requiere dar marcha atrás en ese tipo de conducta y hacer que todos los ciudadanos nos involucremos en la vida política y social de la entidad.
Participar como funcionario de casilla si a uno es elegido conforme a los métodos establecidos debe ser un orgullo, una gran satisfacción y no una molestia.
También se puede tener participación en las elecciones bajo la figura de observador electoral, para contribuir a dar certeza de los resultados y procedimientos.
Mantener al margen nos ha llevado a una situación que nos afecta a todos. Estamos a tiempo de aportar nuestro granito de arena al mejoramiento de nuestras instituciones.
Y por supuesto, esa tarea no necesariamente concluye al término de la elección, pero en los comicios es posible alentar una cultura cívica cuya pérdida origina muchos de los males que hoy debemos combatir.