Hemos pagado un precio muy alto por descuidar la enseñanza, lo mismo la básica, donde los valores y el civismo dejaron de ser prioritarios, como la superior, que es insuficiente para recibir a todos aquellos jóvenes que desean tener un futuro mejor y que al final se fueron por el mal camino, por falta de oportunidades.
La insensibilidad que hoy afecta a nuestra sociedad tiene uno de sus orígenes en el deterioro de la educación.
Los políticos deben saberlo y tratar de poner un remedio, pues resulta más caro corregir algo que pudo haberse prevenido.
Mientras tanto, ojalá los profesores abandonen su postura de resistirse a ser evaluados. En realidad creo que no se trata tanto de lo que quieren los docentes, sino una actitud de sus líderes, pues conozco a muchos profesionales de la educación que no temen someterse a exámenes, ya que están seguros de sus conocimientos.
Y es que unos profesores actualizados son la garantía de que sus alumnos aprenderán, a pesar de las limitaciones físicas a las que se enfrenten. Y un buen maestro hace buenos alumnos que después serán mejores ciudadanos.
Es un círculo virtuoso que debemos cultivar y que los políticos deben tener en cuenta para que cuando pase el actual proceso electoral pongan manos a la obra.