Conforme transcurren los procesos electorales los ciudadanos se han desencantado de la política y por lo mismo no tienen especial interés en ejercer su derecho al voto, lo que al final de cuentas empobrece a nuestra democracia.
Quizá sea esa una de las cosas por las cuales los políticos no asumen la responsabilidad de cumplir sus promesas de campaña cuando son elegidos, por el bajo índice de votos que obtienen.
En pocas palabras, no se sienten obligados.
Aumentar la participación electoral es un reto muy interesante y noble, que merece todo el apoyo de la sociedad.
Para esto debemos convencer primero a la gente de nuestro entorno de que deben tener la disposición de salir de sus casas y esperar un poco en las mesas receptoras del voto.
Hagamos del próximo primero de julio una fiesta cívica que se recuerde por años.
No sabemos que puede pasar si mucha gente participa, pero sí sabemos qué pasa cuando tantos se abstienen.
Así es que si usted quiere cambios, puede ayudar a propiciarlo.
Vaya votar este primero de julio e invite a su familia y a los amigos a hacerlo también.
Cada uno puede lograr un efecto multiplicador impresionante que nos puede poner después de ese domingo de urnas en una situación inédita y probablemente muy positiva.