En ocasión del Día Mundial de la Libertad de Prensa, el cual se conmemoró este 3 de mayo, compartimos el mensaje del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres:
"Una prensa libre es esencial para la paz, la justicia y los derechos humanos para todos. Es crucial para construir sociedades transparentes y democráticas y para que los que están en el poder rindan cuentas. Es vital para el desarrollo sostenible. Los periodistas y los profesionales de los medios esclarecen los desafíos locales y mundiales y cuentan las historias que hay que contar. Su servicio público es incalculable. Debemos adoptar, aplicar y hacer cumplir leyes que protejan al periodismo independiente, la libertad de expresión y el derecho a la información. Los delitos contra los periodistas deben ser perseguidos. En el Día Mundial de la Libertad de Prensa de 2018, hago un llamamiento a los gobiernos para que impulsen la libertad de prensa y protejan a los periodistas. Promover una prensa libre es defender nuestro derecho a la verdad.".
Al respecto, podemos comentar que en la sociedad actual existe un individualismo exacerbado que conduce a la fragmentación social, de la cual no está exenta el gremio de la prensa. “Divide y vencerás”, se ha señalado a lo largo del tiempo. El espíritu de cuerpo, en cambio, consiste en fusionar intereses e ideales para buscar un bien superior; cuando el sentido de pertenencia se destruye, también se destruye la lealtad, intercambiándola como medio para logros personales y ventajas propias.
Lo anterior tal vez sea una cuestión aún más misteriosa para quienes han abrazado recientemente el oficio, de la mano de las nuevas tecnologías, por ejemplo. El periodista y escritor colombiano Gabriel García Márquez, quien señalaba que el periodismo era “el mejor oficio del mundo”, pronunció las siguiente palabras ante la 52a. asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, en Los Angeles, Estados Unidos, en octubre de 1996:
“Hace unos cincuenta años no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la moral en su puesto. Pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo. El trabajo llevaba consigo una amistad de grupo que inclusive dejaba poco margen para la vida privada. No existían las juntas de redacción institucionales, pero a las cinco de la tarde, sin convocatoria oficial, todo el personal de planta hacía una pausa de respiro en las tensiones del día y confluía a tomar el café en cualquier lugar de la redacción. Era una tertulia abierta donde se discutían en caliente los temas de cada sección y se le daban los toques finales a la edición de mañana. Los que no aprendían en aquellas cátedras ambulatorias y apasionadas de veinticuatro horas diarias, o los que se aburrían de tanto hablar de los mismo, era porque querían o creían ser periodistas, pero en realidad no lo eran”.
García Márquez, quien fue Premio Nobel de Literatura y también presidente de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, destacó en su momento que “el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”, pero se ha “dejado para después la formación de su infantería y los mecanismos de participación que fortalecían el espíritu profesional en el pasado. Las salas de redacción son laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores. La deshumanización es galopante”.
Este domingo, como en otros años, compartimos algunos extractos de la opinión de Adrián López Ortiz en su artículo “Periodismo en peligro”, publicado en el portal sin embargo.mx. “Habría que empezar por el principio. Y es que gran parte de la crisis de nuestro periodismo se explica en la crisis del modelo de negocio de los medios de comunicación mexicanos (…) A México le hace falta periodismo. Tenemos muchos medios, pero muy poco periodismo profesional, independiente, crítico. Nuestro periodismo en general no cuestiona, no pregunta, mucho menos investiga”.
Los periodistas mantienen informada a la sociedad, requisito indispensable para la democracia y para la libertad, y todo lo que se refiera a las investigaciones que se llevan a cabo respecto a los periodistas o comunicadores, debe entenderse como un deber jurídico propio. El principio 9 de la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión de la CIDH señala: “El asesinato, secuestro, intimidación, amenaza a los comunicadores sociales, así como la destrucción material de los medios de comunicación, viola los derechos fundamentales de las personas y coarta severamente la libertad de expresión. Es deber de los Estados prevenir e investigar estos hechos, sancionar a sus autores y asegurar a las víctimas una reparación adecuada".
También es una responsabilidad de todos, en la medida de nuestras posibilidades.
Retomando lo que apunta López Ortiz en su publicación digital “Periodismo en peligro”, destaca que en un contexto adverso “figuran las organizaciones defensoras de derechos como Freedom House o Article 19, quienes poco pueden hacer para subsanar el vacío que dejan las omisiones de los responsables de prevenir y proteger la integridad de periodistas y medios, a saber el Mecanismo Federal de Protección, y aquellos responsables de garantizar la aplicación de justicia en estos casos, la PGR y la Fiscalía Especializada para Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE)”.
Por si esto fuera poco y en contraparte, en el informe anual 2017 de la organización Article 19, "Democracia simulada, nada que aplaudir", presentado este año, se refiere que en México existen 101 leyes vigentes que restringen la libertad de expresión: 18 que contemplan los “delitos contra el honor”; 22, el delito de “halconeo”; 16 leyes vigentes de “protección a periodistas” que restringen libertad de expresión y otras 15 que restringen el derecho a la protesta, además de 24 leyes vigentes respecto al delito de “ultrajes” y seis leyes vigentes “antimemes”.
Concluiremos este día, en el que este espacio cumple cuatro años, destacando lo que se anota en el prólogo del informe 2017 de Article 19: "Los periodistas soñamos con poder hacer nuestro trabajo sin miedo; con no ser tratados como criminales, con un salario digno, con las prestaciones de ley pero, sobre todo, con el respeto que merece este oficio ya de por sí peligroso. No hay democracia sin el respeto a los derechos humanos. No hay democracia sin justicia. No hay sociedad democrática sin prensa libre". Coincidimos.