Y es que los océanos, parte fundamental de la biósfera, ayudan a regular el clima y el tiempo, proporcionan oxígeno y alimentos y tienen efectos beneficiosos para el medio ambiente, para la sociedad y la economía en general; se ha dicho que los océanos actúan como pulmones del planeta, ya que proporcionan la mayor parte del oxígeno que respiramos, además de que los productos del mar son la principal fuente de proteínas para al menos una de cada cuatro personas en el mundo.
Relacionados con el mar, existen numerosos datos y cifras a tomar en cuenta: los océanos cubren más de 70 por ciento de la superficie del planeta, y sólo el uno por ciento de la superficie oceánica está protegida; además, entre un 50 y un 80 por ciento de la vida en la Tierra se encuentra bajo la superficie del océano, que constituye 90 por ciento del espacio habitable del planeta y menos del 10 por ciento de este espacio ha sido explorado hasta ahora por el hombre. Además, los océanos contienen 96 por ciento de toda el agua de la Tierra; el resto es agua dulce, que se encuentra en forma de ríos, lagos y hielo.
También, un conjunto de organismos marinos minúsculos, llamados fitoplancton, producen la mitad del oxígeno de la atmósfera mediante la fotosíntesis; el océano absorbe anualmente cerca del 25 por ciento del CO2 que se agrega a la atmósfera debido a la actividad humana, reduciendo así el impacto de este gas con efecto de invernadero en el clima: los manglares, las marismas salinas y las praderas submarinas pueden contener una cantidad de carbono cinco veces superior a la de los bosques tropicales
Se ha comparado a los océanos como el corazón de nuestro planeta, ya que regulan el clima, alimentan a millones de personas, producen oxígeno, son el hábitat de una gran variedad de seres vivos y proporcionan medicinas y numerosos recursos; por eso es indispensable informar a la opinión pública de las consecuencias que la actividad humana tiene para los océanos y poner en marcha un movimiento mundial ciudadano a favor de los océanos, movilizando a la población hacia un objetivo de gestión sostenible de los océanos, respetando su belleza, riqueza y potencial.
El lema del Día Mundial de los Océanos de este año es “Unos océanos sanos, un planeta sano”, que hace referencia a ciertas actividades humanas que tienen un impacto negativo sobre los océanos y los mares: la pesca ilegal, las prácticas de acuicultura no sostenibles, la contaminación marina y la destrucción del hábitat y las especies exóticas, así como el cambio climático y la acidificación de los océanos.
También es necesario enfocar un esfuerzo especial para detener la contaminación por los plásticos, que representan una amenaza grave porque se degradan muy lentamente y contaminan las vías fluviales durante mucho tiempo; además, la polución derivada de los plásticos perjudica la salud de los animales marinos, incluido el zooplancton, pues confunden las micropartículas con alimento.
Cabe señalar que en la cumbre de Davos de enero de 2016 fue presentada una investigación que lleva por título “La nueva economía de los plásticos: repensando el futuro”, llevada a cabo por la Fundación Ellen MacArthur: es el primer estudio dedicado a medir este fenómeno, y tiene como objetivo concientizar sobre el uso masivo que se hace de este material tan contaminante, y los daños que está produciendo en el agua del planeta.
En el documento se refiere que, cada año, ocho millones de toneladas de materiales plásticos acaban en los océanos y mares y si esta tendencia no cambia se prevé que en tan sólo diez años habrá en los océanos una tonelada de residuos de este material por cada tres toneladas de peces, y en 2050 la cifra sobrepasaría en gran medida a la cantidad de peces.
También hace referencia a que la mayor parte de los plásticos, un 40 por ciento, acaba en vertederos y el 32 por ciento en los ecosistemas, océanos y mares incluidos, con lo que se amenaza seriamente a los seres vivos que viven en sus aguas; de igual modo, solamente un 14 por ciento de estos residuos se recicla.
En el informe de referencia se propone crear un Protocolo Global de Plásticos, para coordinar y controlar proyectos desde su comienzo, evitando la contaminación debida a este residuo, además de que se recomienda integrar en un plan de acción medidas que a la fecha sólo se han tomado de manera aislada: avanzar en la tecnología de los empaques, implementar nuevos procesos de reciclado de plásticos, desarrollar infraestructura para la captación de desechos e implementar políticas públicas para reglamentar el empaquetado. Coincidimos.