El momento más esperado de los festejos es por la noche: los fuegos artificiales e iluminaciones especiales cobran protagonismo. Pero este año la protagonista fue la muerte, cuando al menos 84 personas fallecieron en Niza, derivado de un nuevo acto terrorista en el que un camión atropelló, poco antes de las 23:00 horas, a una multitud durante los festejos del 14 de julio. La policía ha calculado que el vehículo viajaba a unos 90 kilómetros por hora, mientras el conductor lo lanzaba contra centenares de personas que asistían al espectáculo de fuegos artificiales. Además de los fallecidos, quedaron 202 heridos, 52 de ellos en estado crítico, según fuentes oficiales.
El Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) ha asumido la autoría del atentado, este sábado y a través de un comunicado difundido por la agencia AMAQ. Por su parte, el presidente de Francia ha extendido otros tres meses más el estado de excepción, situación que permite realizar detenciones e interrogatorios sin mandato judicial.
En redes sociales, uno de los factores más criticados respecto al acto terrorista de esta semana fueron los numerosos videos e imágenes de cadáveres y heridos que personas en el lugar de los hechos colgaron en sus páginas web o enviaron mediante tuits.
Herbert Marshall McLuhan fue el primer autor en hablar del mundo como una “aldea global”, luego de sus análisis sobre medios de comunicación, en los años sesenta del siglo pasado. McLuhan no conoció Internet, pero sus investigaciones vislumbraban el futuro: los medios de comunicación de masas han convertido al planeta en una aldea, en donde las redes de información se transforman en una especie de “sistema nervioso” de la humanidad (“la neocorteza cerebral”, según le ha llamado el mexicano Javier Esteinou, doctor en Sociología).
Esteinou ha señalado que la teoría de McLuhan se queda únicamente en lo cultural, sin explicar “los intereses históricos de la dinámica del poder” en los que se enmarca: las transformaciones tecnológico-sociales de los sistemas de información no son ni neutras ni gratuitas. En ello coincido plenamente.
Por su parte, el investigador e historiador español Roman Gubern -quien también ha sentenciado que McLuhan estaba equivocado-, utiliza una de las frases del semiólogo italiano Umberto Eco: ‘La red es como una gran librería desordenada, es útil, pero su utilidad es limitada’, enmarcándola en lo que llamó "la pantallización" de la sociedad.
"Un empleado promedio puede llegar a pasar más de doce horas diarias frente a una pantalla (…) La sobreoferta de información, a su vez, supone un empobrecimiento de la comunicación y de la posibilidad real de estar en contacto con lo que ocurre a nuestro alrededor. En otras palabras: más oferta es igual a mayor desinformación e incomunicación", apunta Gubern.
Como se comentó en este espacio, “diversos académicos han señalado que, en la actualidad, el terrorismo puede entenderse más fácilmente si lo estudiamos desde una primera óptica relacionada con la comunicación, en lugar de referirlo a una óptica de violencia: el éxito relativo del terrorista se medirá entonces no por el número de bajas o el daño material que logre, sino por la atención mediática que reciba. (…) Cabría en este momento hacernos la pregunta: ¿Qué papel estamos jugando, entonces, como observadores de estas acciones violentas?” (en ‘Panóptico Rojo’, domingo 5 de octubre de 2014).
También hemos dado a conocer las cifras que el Instituto para la Economía y la Paz (Institute for Economics and Peace) publicó en el Índice Global de Terrorismo para el año 2015, con datos actualizados hasta el 2014. En el reporte de referencia se indica que el terrorismo continúa aumentando, con más de 32 mil muertos en ataques terroristas en 2014: el número más alto antes registrado; dicho Índice Global de Terrorismo brinda un análisis detallado de las tendencias en el nivel de terrorismo en 162 países (que incluyen al 99 por ciento de la población total del mundo) durante los últimos 15 años y analiza el patrón del terrorismo respecto al número de incidentes, fatalidades, lesiones y daños en la propiedad.
Entre los datos clave se apunta que el impacto económico global del terrorismo alcanzó el punto más alto con 52.9 billones de dólares, además que desde el año 2000 ha habido más de 61 mil ataques, matando a más de 140 mil personas; sin embargo, mueren trece veces más personas a causa de homicidios en el mundo que a causa de ataques terroristas.
Es interesante comentar que los dos factores más asociados con el terrorismo son los niveles de violencia política y conflicto; de este modo, noventa y dos por ciento de todos los ataques terroristas que ocurrieron entre 1989 y 2014 se dieron en países donde la violencia del gobierno era una constante, mientras que el 88 por ciento de los ataques en el mismo periodo ocurrieron en países involucrados en conflictos violentos.
En una aldea global en la que gran parte de la población mundial es observadora de acciones violentas, actos terroristas y espirales de conducta racista y xenófoba, debemos tener en claro, entonces, que el odio es opcional. El escritor italiano Umberto Eco señalaba que “el fin del terrorismo no es solamente matar ciegamente, sino lanzar un mensaje para desestabilizar al enemigo”. Coincidimos.