Actuar: poner en acción, ejercer funciones propias de su oficio o cargo, producir efecto sobre algo o alguien.
Hacer: producir algo, formar algo dándole forma, norma y trazo que debe tener; dar al ser intelectual, formar algo con la imaginación o concebirlo en ella.
(Definiciones tomadas del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
La revisión del desempeño del gobierno y de los habitantes de la entidad antes, durante y después de la marcha del pasado martes primero de abril, establecen una pregunta más: ¿qué quiere la sociedad, actuar o hacer? Aparentemente la mayoría, al acudir a un proceso democrático de elección directa, apoya la comodidad del “hacer” y se desentiende del compromiso que es actuar, donde la revisión, en torno de lo realizado, exige aceptar con responsabilidad las consecuencias de los resultados obtenidos.
Construir escenarios para “actuar” en Morelos, es complejo cuando las reuniones públicas con objetivos determinados como se consideró, podían realizar los convocantes a la marcha del pasado primero de abril, termina en un mensaje individual que se considera de aprobación colectiva, advierten el riesgo de que el orden, la ley, el control, la ausencia de pasiones y fantasías, prevén el surgimiento de un ejército disciplinado de criaturas asépticas y cerebros electrónicos.
La escena final que describe la reportera Maciel Calvo, donde luego de que concluye el mensaje de Gerardo Becerra Chávez de Hita, vocero de los convocantes y participantes, los integrantes José Arenas Merino y René Ábrego, se enfrentan para autorizar o desautorizar mas participaciones, confirma el desfile de asépticas criaturas disciplinadas protagonizado durante la presente semana.
“El sentido común es el menos común de los sentidos”, estableció Voltaire; en lo individual siempre se ha reconocido esa ausencia de sabiduría práctica, su manifestación colectiva, los estudiosos la atribuyen a la inmediatez con la que los acontecimientos se difunden al mayor número de personas sin que se dé la oportunidad de revisar las causas, condiciones y consecuencias de todos los eventos de impacto colectivo. La precepción ciudadana de que se perdió la paz social, está sustentada en el incremento real de los delitos violentos de alto impacto que suceden cotidianamente no sólo en las zonas en donde fácilmente se pueden tomar y transmitir imágenes sobre un robo o una agresión, gracias a las tecnologías digitales de última generación, también integran a las estadísticas de violencia, acontecimientos que anteriormente se difundían con posterioridad o no se difundían en las áreas urbanas y que ocurrían en las zonas rurales.
La madrugada del pasado miércoles, “el pueblo enardecido de la comunidad de Tetelpa en Zacatepec, detuvo, tras una balacera contra dos sujetos presuntos extorsionares (...). Al toque de las campanas de la Iglesia de San Esteban Tetelpa, la gente se aglutinó para exhibir y castigar a los presuntos secuestradores: los dos detenidos llegaron en un taxi de la comunidad de Galeana para cobrar un rescate previamente acordado a unos pasos de la ayudantía de la comunidad, en las calles Bolívar y Guerrero; la gente intentó linchar a los presuntos.
La situación fue muy tensa, uno quedó herido de bala y otro fue entregado a las autoridades federales. La tensión duró más de tres horas, el tradicional llamado y la reacción inmediata al toque de campanas de la Iglesia, para avisar a la población de lo que se estaba suscitando en la comunidad”.
Las campanas de la Iglesia advirtieron a los lugareños de la agresión a uno de los pobladores, la retransmisión del acontecimiento desde teléfonos celulares y redes sociales, provocó que el evento se difundiera sin reconocer frontera. La sobreexposición de acontecimientos, que se vuelven noticia sin permitir a los receptores analizar sus causas, establecer sus condiciones y prever sus posibles consecuencias, es una de las razones por las cuales algunas sociedades aceptan hacer y dejan de actuar.
¿POR QUÉ LAS MANIFESTACIONES?
La era de la información ha llevado al surgimiento de formas de organización, en las cuales, grupos puedan comunicarse, vincularse y realizar acciones conjuntas coordinadas.
El conflicto social depende más de las cuestiones de información y comunicaciones, puede decirse que las batallas pueden pelearse en el ciberespacio, pero la guerra se debe pelear en el “mundo real” con un cuerpo que haga acto de presencia. Las manifestaciones son estrategias que se deben ocupar en momentos coyunturales, para que su importancia y simbolismo sean expuestos con mayor fuerza, pero cuando una lucha social basa su éxito o fracaso en la manifestación y no la ve como una estrategia de varias que debe contener su plan de lucha, entonces no sólo se desgasta a los miembros que participan sino también se gana la indiferencia y enemistad con el resto de la sociedad.
Incluso, la indiferencia por parte de la sociedad y del gobierno para el reconocimiento de sus demandas en la expresión pública, a través de la manifestación, crea en algunos miembros frustración que es reflejada muchas veces con actos violentos que no sólo laceran al movimiento internamente, sino su imagen externa es dañada de manera permanente.
El mismo sentido permisivo y tolerante que ha empleado el gobierno para dejar que las manifestaciones se realicen al por mayor, tiene como objetivos: 1. desgastar a la movilidad social; 2. desprestigiar la lucha social ayudados por los medios de información, creando opiniones negativas de la manifestación a los ojos de la mayor parte de la sociedad. Así cualquier acción coercitiva, tomada por parte del gobierno, en algún momento crítico se encontrará legitimada y se expone como acción preventiva o defensiva por la opinión pública.
La opinión pública se basa en homogenizar las opiniones en una con respecto a un tema o temas y ponerla en el debate público, es así que cuando la mayoría de los medios de información, abordan el tema de las manifestaciones, lo hacen descontextualizando el acto y con poca información sobre el movimiento, causas y demandas, se refieren a las manifestaciones “como algo de todos los días”, se muestran como los avisos preventivos para la audiencia, e incluso son puestos en la radio y televisión dentro del reporte vial.
Sí, las manifestaciones cierran calles y causan “más” congestionamiento vial, pero ese no debe ser su objetivo, es un medio para que las autoridades les pongan atención y oigan sus peticiones, se pueda negociar y se llegue a una solución. Pero incluso los movimientos ven a la manifestación como un objetivo y no como un paso que antecede al otro, se reúnen, gritan su inconformidad con el sistema y si los ignoran o no, obtienen respuesta, se van y hacen lo mismo días después.
Dentro de un movimiento social, la estrategia de manifestarse no está siendo eficaz y no está llevando al mismo a cumplir el objetivo, les corresponde buscar estrategias más eficaces: huelga, boicot, etc., y aunque puedan ser más radicales, éstas siguen siendo más efectivas y exponen en menor medida a la lucha que llevan a cabo. De igual forma, las nuevas tecnologías han contribuido a que el desgaste de una presencia física sólo sea llevado como acto último y supremo, los movimientos sociales se gestan dentro de las “redes”, en particular en tecnologías de la información; crece, desarrolla y fortalece dentro de las redes y así cuando se requiera un acto físico en un espacio y tiempo determinados, será de mayor magnitud y trascendencia.
LAS ODIOSAS COMPARACIONES
Los movimientos sociales forman parte del surgimiento del estado de Morelos como sociedad, aún antes de que el presidente Benito Juárez lo creara y delimitara su territorio, Xoxocotla es el testimonio vivo de la organización social en defensa de lo propio. A principios del siglo XX, Xoxocotla fue un factor determinante y ejemplar en el posicionamiento de la definición de que “la tierra volverá a quienes la trabajen con sus manos”, objetivo que no se cumplió, pero que se inscribió como uno de los proyectos más importantes en los libros de texto que sobre la historia de México, se entregaron durante generaciones a los asistentes a los centros de educación de todo el país.
En la década de los sesentas, un grupo de trabajadoras realizaron su propio movimiento ciudadano, en defensa de sus derechos humanos y laborales cuando eran explotadas y abusadas en las modernas fábricas, donde los dirigentes sindicales militaban en el partido en el poder.
En los ochentas, los morelenses apoyaron las aspiraciones de Cuauhtémoc Cárdenas como candidato presidencial, el partido en el poder perdió en la tierra de Emiliano Zapata. Aquella elección, en los noventa, Tepoztlán con la simpatía de Xoxocotla, rechazaron la intención de construir en aquel municipio un desarrollo turística de “clase mundial” sin vínculo local.
Ningún movimiento puede compararse directamente, son más los elementos diferentes que los coincidentes, entre los que resaltan las nuevas tecnologías.
En 1998, un grupo ciudadano, sin utilizar redes sociales, convocó de voz en voz y por teléfono a cerca de 100 mil pobladores, a una consulta que se consideró legítima ante la imposibilidad de ser legal, para que los ciudadanos expresaran su opinión en torno a si debía o no presentar su renuncia al cargo de gobernador Jorge Carrillo Olea, el resultado, según los propios organizadores, advertía que el 95 por ciento opinaba que el mandatario debía retirarse.
Los colaboradores del entonces gobernador, señalaban que también debían considerar la opinión de quienes no opinaron y recordaron el triunfo electoral de Carrillo Olea de más de 65 por ciento de la votación, así como que 100 mil lectores no significaban más del 15 por ciento del entonces padrón electoral apenas superior a los 800 mil electores en toda la entidad.
Hoy, legalmente se pueden realizar estos ejercicios de consulta pública, sin embargo, su realización requiere del cumplimiento, de una serie de requisitos que para quienes demandan inmediatez en las “respuestas”, resultan complicados y hasta engorrosos.
La expresión del pasado martes debe revisarse de manera individual y más en función de si forma parte de un objetivo colectivos, como debe entenderse la urgente necesidad de recuperar la paz y reconstruir el tejido social, que en su “advertencia” con dedicatoria de que dejé el cargo de gobernador.
El efecto que sobre los procesos electorales tienen las manifestaciones sociales, ha disminuido o es casi es nulo. Existen estudiosos que señalan que la democracia no sólo es la realización de los procesos electorales, sin embargo en un país donde no existe educación cívica para entender el impacto que sobre el gobierno puede tener la democracia, siguen actuando de forma “monotemática” en torno al día de la siguiente elección.
En Morelos desde la derrota del PRI en julio del 2000, muchos de los militantes de esa organización aseguraron que la jornada electoral es una “fotografía de un día”, y advierten que por ejemplo, en la elección estatal, perdieron porque se empató el calendario, aseguran que en marzo del 2000 ellos tenían ventaja sobre el Partido Acción Nacional (PAN), 100 días después les ganó dos a uno.
La expresión social que se realizó el pasado martes, difícilmente tendrá algún impacto perceptible en el proceso electoral, sus “organizadores” dejaron fuera la perspectiva democrática, expresaron la necesidad de recuperar la paz social sin reclamar ni proponer una mayor participación social, simplemente externaron su certeza no consensada, de que al separar del cargo a un funcionario electo, se logrará recuperar la paz social. “En política los golpes que no te tumban, te fortalecen”.
SIN CAUDILLO NO HAY CAUSA
Otra razón para no caer en las “comparaciones”, es la ubicación que tuvieron algunos de los participantes. Se puede tomar como ejemplo la presencia desde 1998 de Adrián Rivera Pérez en las expresiones públicas, a favor de la salida del mandatario en turno, ya que él fue protagonista en los gobiernos de Jorge Carrillo Olea, Sergio Estrada Cajigal Ramírez, Marco Antonio Adame Castillo y Graco Ramírez Garrido Abreu.
Adrián Rivera en 1998 era presidente del comité directivo estatal del PAN, tenían un senador, un diputado federal, cinco diputados locales y dos presidencias municipales. Eran la tercer fuerza política; en 1997 el Partido de la Revolución Democrática (PRD) conquistó en la última elección diferida (en marzo la local y en julio la federal) más de una docena de municipios, entre ellos, localidades importantes como Jiutepec, Cuautla y Jojutla, una docena de distritos locales y tres de los cuatro distritos federales; el PRI fue la segunda fuerza, conservó solo el distrito federal uno con cabecera en Cuernavaca y una docena de diputaciones locales y las presidencias municipales de las zonas rurales de la entidad.
Desde ahí, Adrián Rivera fue un protagonista en la sustitución de Jorge Carrillo Olea, el frustrado intento de impulsar el arribo de Juan Salgado Brito y como llegó finalmente Jorge Morales Barud, con quien compartió espacios legislativos locales de 1994 a 1997, tuvieron una relación profesional que se manifestó en ocasiones siguientes, ya que Morales Barud, llegó a la coordinación de asesores del primer gobernador panista Sergio Estrada, en el último año de gobierno.
En el 2000, Adrián Rivera fue diputado federal y concluyó su gestión como dirigente estatal de aquella organización, cuando se le realizó el juicio político a Sergio Estrada.
Él observó el desempeño del abogado y de quienes apoyaron jurídicamente al entonces gobernador, algunos aseguran que formó parte de una delegación de panistas morelenses que acudieron al comité nacional, a informar que ya tenían a un interino para que concluyera el gobierno 2000-2006, ante la inevitable salida del entonces gobernador Sergio Estrada.
En 2006 fue candidato a senador y acompañó al candidato a gobernador Marco Antonio Adame Castillo, en un proceso que lograron sacar adelante y lograron remontar ante los electores el “tropiezo” por el escándalo “Estrada Cajigal”, fue la última elección en la que obtuvo con su partido el primer lugar en la entidad.
En 2009, fue ajeno al proceso electoral en el que los candidatos fueron “impuestos” por el gobernador Adame Castillo. Dos casos confirman el método “priista” de designación desde el gobierno de abanderados, la determinación de que el candidato a la alcaldía fuera Sergio Álvarez Mata y la designación de Adriana Vieyra, esposa del coordinador de comunicación política y de asesores Javier López Sánchez. En aquella jornada, Adrián Rivera mantuvo “sana distancia”.
En 2012, el senador Adrian Rivera Pérez, que se mantuvo prácticamente ausente del estado los cinco años posteriores a la elección de 2006, retornó a la entidad, asumió el control del partido que ayudó a construir y desde ahí impuso su candidatura sobre las aspiraciones que tuvieron algunos de los integrantes del gabinete estatal, entre las que destacan las de los secretarios de despacho Alejandro Villareal; de Planeación y Finanzas, Víctor Caballero, de Salud y de Obras Públicas, Demetrio Román.
Impuso su candidatura, sin embargo, la contienda la enfrentaron Amado Orihuela Trejo por parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Graco Ramírez desde el PRD, la intensidad del partido gubernamental (el PAN), fue similar a la de Julio Yáñez del Partido Social Demócrata, que prometió internacionalizar “El Chinelo” y dar transporte público gratuito.
Adrian Rivera Pérez es hoy integrante del comité directivo estatal del PAN, los acuerdos que pacta aseguran los respeta la dirigente formal Norma Alicia Popoca Sotelo, previo al mitin del martes, le respondió hasta al candidato a la dirigencia nacional de su partido, Pablo Emilio Madero, asegurando que ellos acordaron integrarse a la citada movilización.
En los primeros 12 meses como partido de oposición, el PAN recuperó la historia del PRI luego de la derrota del 2000, también se convirtió en una “gallina sin cabeza”, cuyo cuerpo “patea indiscriminadamente”. El PAN cumple lo que prometió cuando se integró a la generación que hoy lo dirige, evitar a toda costa el surgimiento de caudillo, tienen una dirigencia formal, sin embargo, no lograron establecer un liderazgo que les permita iniciar una reconstrucción.
HACER LA TALACHA
Todos los mexicanos hemos visto, por ejemplo, a los lados de las carreteras, modestos carteles con la leyenda "se hacen talachas". Todos entendemos asimismo que ahí se ejecutan sencillas -pero casi siempre urgentes- reparaciones mecánicas a los automóviles. A muchos de nosotros una es oportuna la talacha bien hecha -y generalmente muy barata-, nos permitió llegar con bien a nuestro destino. Hacer talachas me parece buen ejemplo de neologismo construido sobre la base de un vocablo antiguo, producto (el neologismo) de una transposición semántica que transforma el original significado de la voz.
Hacer talachas, con el significado de “reparar (de manera sencilla y rápida) una máquina, en particular un automóvil”, viene a ser la última etapa de un largo proceso de especialización de la expresión.
Los diccionarios señalan para el sustantivo talacha (a veces también talache), otras acepciones con las que probablemente hoy poco se emplea, pero que permiten explicar el actual significado: limpieza obligatoria que de sus alojamientos deben hacer los soldados y los reclusos (con este sentido yo he oído también la palabra fajina); en el español veracruzano puede (o podía) significar “trabajo de limpieza y aseo que se hace en la casa”. En general, también tiene sentido de “trabajo pequeño y mal remunerado”, la acepción está muy próxima a la explicada arriba (reparación sencilla de una máquina o un vehículo). Sin embargo, el original significado de talacha era el siguiente: instrumento de labranza que se usa (¿usaba?) como hacha y azadón, para romper tierra dura y cortar dentro de ella tallos o raíces.
Santamaría, de quien es la anterior definición, desde el punto de vista etimológico la explica como un hibridismo, en el que interviene la voz náhuatl “tlalli” (tierra) y la hispánica hacha. La talacha era (o es) un instrumento para llevar a cabo labores agrícolas elementales (romper tierra dura). De su significado concreto (instrumento), talacha pasó a significar primero, con cierto grado de abstracción, 'trabajo pequeño' y después de varios pasos más, acabó significando precisamente un determinado tipo de trabajo pequeño y mal remunerado: reparaciones sencillas de automóviles. Tomado de “minucias del lenguaje” de José G. Moreno de Alba.
El sentimiento de frustración colectiva que causó el rompimiento con el “discurso del miedo”, que impuso hasta el 30 de noviembre del 2012, el gobierno federal que encabezó el PAN, continúa impactando en el ánimo de muchos, en Morelos, donde se siguieron puntualmente los lineamientos gubernamentales blanquiazules durante esos 12 años el impacto subsiste.
Este temor desarrollado como consecuencia del eficiente manejo del “discurso del miedo”, fue uno de los motivos por los cuales, desde las redes sociales y en diversos gremios, (médicos y profesionistas independientes principalmente) la convocatoria a realizar una marcha, retomando los conceptos de movilizaciones anteriores, despertó cierto sentimiento de simpatía que provocó la asistencia de quienes acudieron, sin embargo, la presencia de actores políticos que pretenden aparecer y reaparecer en las boletas electorales de julio del 2015, generó opiniones diversas.
Son muchos los electores que acudieron a la marcha del martes que, en procesos anteriores, votaron a favor de los candidatos del PAN y que probablemente votaron a favor de Adrián Rivera, cuando fue candidato a presidente municipal de Cuernavaca en 2003 y en 2006, cuando fue candidato a senador, (cuando fue diputado local 1994 y federal 2000, arribó por la vía plurinominal), los resultados de las gestiones del PAN afectaron por la violencia y la parálisis económica, la calidad de vida de muchos de los “marchistas”. Por ello, hoy tienen de aquella expresión social una opinión diferente a la que tenían los días previos.
Quienes organizaron la marcha, quienes se involucraron a favor de la misma en las diferentes etapas y quienes anuncian la continuidad de acciones para lograr renuncias de funcionarios como principio para la solución del problema de la inseguridad, deben revisar entre ellos hasta donde la “democracia” les permite hacer la talacha y donde les reclama actuar en lugar de hacer.
En el ánimo de algunos persiste el sentimiento de la incapacidad gubernamental, sin embargo, un porcentaje de estos consideran que sustituciones, no son soluciones, deben corregirse desde el Congreso las leyes que permiten que funcionarios cómplices y omisos, sean protegidos por una ley que no cumplen y que juraron cumplir y hacer cumplir desde la talacha, difícilmente se construyen liderazgos y se satisfacen necesidades sociales.
Este miércoles se presentó el libro “Colosio, un futuro que no fue”, se recopilan anécdotas del frustrado candidato presidencial, donde en 1994 no existía el Ejército disciplinado de criaturas asépticas, que “hacen la talacha” cuando se requiere de la actuación de ciudadanos que le exijan al gobierno que cumpla los compromisos que estableció, esta vez se movilizaron y dejarán las cosas igual.