Solamente cuando estos cambios involucran procesos de anomia, que provocan formas divergentes de adaptación, la identidad cultural corre el riesgo de fracturarse. Su pérdida se traduce como el proceso mediante el cual, los miembros de una familia, un grupo de amigos o colaboradores, un determinado culto religioso, un sindicato, una empresa, una localidad, etc., desconocen o se desinteresan por los objetivos a alcanzar y los medios lícitos para cumplirlos. Cuando los miembros de un grupo ya no son capaces de responder de la misma forma a las preguntas: ¿quiénes somos?, ¿qué queremos?, ¿qué esperamos? y ¿cómo lograrlo?, se pierde la idea de grupo y se inicia el proceso de fracturación de la identidad.
La familia, el grupo de interacción primario, es determinante en el establecimiento del sentido de identidad de los individuos. Por medio de la comunicación verbal y no verbal que se da en su interior, así como por el intercambio emocional que supone, sus miembros aprenden las normas básicas de la interrelación -adquieren la capacidad de comunicarse, influir y recibir la influencia del resto de los miembros de su grupo, identificando su autonomía, pero también su interdependencia-, comprenden y comparten significados, valores, tradiciones y costumbres, y desarrollan modelos de respuesta a los diferentes estímulos; elementos que en conjunto les permiten percibirse como partes determinantes en el logro de los objetivos familiares, situación que propicia sensaciones como “sentirse parte de” e “identificarse con”, indispensables de la identidad, como desarrollar formas favorables de adaptación.
La identidad familiar sustenta la que pueda desarrollarse con los grupos que forman parte del entorno comunitario del individuo. Cualquier forma de identificación o adaptación, dependerá de los aprendizajes familiares. Frente al grupo de amigos, en la escuela, en la Iglesia o en el trabajo, los individuos reproducen los modelos de interacción aprendidos en la familia. Duplican y ponen en juego los significados, valores, tradiciones y costumbres propias de su grupo primario y desarrollan nuevos modelos de respuesta a los diferentes estímulos que reciben, en base a los comprendidos y ejercitados dentro de la familia, de tal manera que los valores culturales se mantienen, lo que se traduce en fortalecimiento de la identidad cultural.
Dentro del tercer ámbito de desarrollo de los individuos: el social, la reproducción de la identidad se mantiene por el mismo efecto, haciendo posible que, a pesar de los cambios, se mantengan los fines y los medios para lograrlos, lo que impide la aparición de conductas anómicas y fortalece la identidad cultural. Sin embargo, hay una situación de estrecha dependencia entre identidad y orden social. Si bien la identidad individual, familiar y comunitaria, sustentan la identidad cultural de la sociedad al permitir que individuos y familias se unan bajo una necesidad o meta a lograr, al interesarlos en el alcance de un objetivo genérico, la sociedad tiene un papel trascendental en la integración y mantenimiento de la identidad y cohesión social, bases sustanciales del tejido social.
En 2011, la Dirección General de Prevención del Delito y Participación Ciudadana de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, elaboró un diagnóstico sobre el tejido social y su fortalecimiento. En el mismo concluye, que: “la importancia del tejido social surge de su poder de influir en la calidad de vida de los ciudadanos, los niveles de inseguridad percibidos o la concepción de legalidad que los ciudadanos tenemos. En algunos casos, el debilitamiento del tejido social aparece como causa de los problemas sociales, pero en otros, es consecuencia. Pero lo que sí queda claro es la capacidad que individuos, familias, escuelas, empresas y empresarios -sociedad en general-, tenemos para lograr que se fortalezca hasta el punto de colaborar en la calidad de vida, la percepción de seguridad y, en fin, el desarrollo general del país”.
DESARROLLO ES PROGRESO
El desarrollo de una sociedad no está separado de la idea del progreso económico; actualmente se ha identificado que, además, el desarrollo está determinado en gran medida por la consecución de ciertos niveles de crecimiento social, que lo pueden generar como la capacidad de agremiación de los individuos de una comunidad, los niveles de trabajo en equipo que propicien beneficios colectivos o la mayor capacidad de cooperación colectiva para producir un desarrollo común.
En el crecimiento social, todos los actores que hacen parte de ella, aportan desde el papel que juegan: sus saberes, costumbres y acciones para inventar, señalar y ejecutar procesos que sean de beneficio para la comunidad en general. La participación, entonces, es la herramienta más común para propiciar las condiciones necesarias en la construcción conjunta de esta nueva realidad. Esa capacidad que los individuos, grupos, organizaciones y comunidades en general, tienen para desarrollar procesos que beneficien el desarrollo social y hacer aportes al crecimiento de todos en general, es lo que denominamos capital social.
La capacidad de agrupación genera nuevos niveles de confianza entre los individuos que participan en la conformación de estas asociaciones, que buscan un mejor desarrollo de su comunidad, estimula la capacidad de construcción de saberes formales y no formales, la existencia de una serie de reglas del juego que, por común acuerdo, se respetan y de mecanismos que regulan su cumplimiento, la acumulación y construcción de nuevos procesos de desarrollo económico, la disminución en los niveles de incertidumbre y el incremento de los intercambios de información, además de la construcción de un tejido social más sólido basado en la formulación de reglas, normas y valores sociales comunes, que refuerzan los procesos de aprendizaje e interacción de los individuos.
El capital social se puede considerar como el desarrollo del espíritu cooperativo de una sociedad, población, comunidad o individuos de una organización, con miras a mejorar las condiciones del nivel de vida de la comunidad, aumentar los niveles de interacción y productividad en la organización, así como procurar la consecución de fines comunes en las distintas organizaciones.
El fomento de formas de asociación propicia que individuos y familias fortalezcan sus vínculos formales de cooperación y los valores comunitarios, pero además, que obtengan representación que les permita mediar con el estado, haciendo posible con ello la creación de estrategias que, desde la subsidiariedad, propicien el cumplimiento de fines.
Para diversos especialistas, la mejora de la economía, el incremento de oportunidades educativas y laborales, pero sobre todo la asociación de los individuos, su capacidad de autogestión y la instrucción organizativa que reciban, son estrategias de prevención de la fractura del tejido social.
EJES PARA CONSTRUIR CIUDADANÍA
En octubre de 2013 durante una visita a la ciudad de México, el ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, externó expresiones sobre “seguridad, inversión y reconstrucción del tejido social, ejes para construir ciudadanía”, donde expuso las principales estrategias que implementó para enfrentar la corrupción, la delincuencia organizada y la guerrilla, cuando construyó conciencia ciudadana y esa fue la herramienta más importante contra la corrupción y el retroceso.
“Los problemas que más dañaban a la población colombiana, al momento de asumir la presidencia, eran sin duda corrupción, delincuencia organizada y guerrilla, y que se podrían agrupar bajo tres ejes fundamentales las estrategias para combatirlos: la seguridad, los incentivos para la inversión y la reconstrucción del tejido social, sustentados en la recuperación de la confianza de la ciudadanía.
La participación ciudadana es factor imprescindible, lograr que la sociedad se involucre, primero deben de sentirse ciudadanos. El primer paso es que la población participe en los procesos del estado y sólo lo hará si se construye una relación de confianza con las instituciones. Esta relación permitirá que se forme un escenario de democracia participativa y democracia representativa, las cuales en todo momento van de la mano (son totalmente complementarias, la representación se deslegitima si no se alimenta permanentemente de la participación y la participación se vuelve anárquica y no encuentra salidas si no se expresa a través de la representación)”. La ciudadanía es el sentimiento de adhesión de un individuo hacia un colectivo. Solamente cuando se siente adherido, se siente ciudadano.
“La gobernabilidad surgida de una permanente interacción con la ciudadanía, se vuelve sólida, lo cual indudablemente ayuda mucho para realizar acciones de gobierno, en donde se requiere de la confianza ciudadana en sus autoridades. Por eso es indispensable la credibilidad de un gobierno; no puede un país esperar tener ciudadanos cuando los políticos están tan desprestigiados y la sociedad no confía en ellos.
La credibilidad debe sustentarse en cuatro valores:
Competencia: se debe estudiar todos los días, mantenerse actualizado del acontecer y de las necesidades de la ciudadanía.
Consistencia: se basa en la actitud del discurso, mantenerlo en las buenas y en las malas. Los enemigos son la terquedad y la volatilidad, ya que hacen que se pierda la consistencia del discurso.
Congruencia: es la sincronía entre lo que se ha predicado y lo que se ha practicado.
Sinceridad: consta de la honestidad en el actuar de las autoridades, que no se queden las promesas y compromisos en pura demagogia, sino que realmente la sociedad vaya viendo resultados”.
“La seguridad como un valor democrático. Seguridad sin legislación marcial, con garantías civiles, con derechos políticos. No propusimos la seguridad como un fin, sino como un medio para hacer posible la inversión; tampoco propusimos la inversión como un fin, sino como un medio para hacer posible una política social que fuera incluyente.”
“Para construir el puente entre el escepticismo y la confianza de la sociedad en sus instituciones, es necesario construir victorias tempranas”.
“El gobierno debe empezar concretando pequeñas acciones en las que la población pueda ir viendo resultados y la congruencia, que realmente se lleve a cabo lo que se les promete. De las primeras acciones que realizamos en mi gobierno fueron las caravanas”, comentó el ex mandatario.
“Cuando entré a la presidencia, todas las carreteras estaban tomadas por la guerrilla, los ciudadanos no podían desplazarse por vía terrestre. Entonces decidimos juntar grupos de gente, cientos de coches que cruzaban escoltados por las fuerzas armadas. Poco a poco, a través de esta acción, fuimos recuperando las carreteras y la gente empezó a confiar en las fuerzas armadas”.
GOBIERNO Y COMUNICACIÓN
En esta expresión advierte avances importantes en la reconstrucción del tejido social en su país: “otra de estas victorias tempranas, fueron los diálogos comunitarios que establecimos en los que iba con mi equipo a platicar con las comunidades y a escuchar sus percepciones y necesidades. El gobierno hoy en día debe estar en un 80 por ciento dedicado a la comunicación y de ese, un 80 por ciento a escuchar a los ciudadanos”.
Durante estas sesiones, se atendían las quejas y preocupaciones de los participantes y se acordaban acciones concretas y compromisos por parte de las autoridades. Además, se asignaba un responsable de cada parte, quien tendría que rendir cuentas en la siguiente reunión. Esto nos ayudó no sólo a dar seguimiento y generar los resultados esperados por la comunidad, sino a construir, por parte del gobierno, mejores soluciones para los problemas comunitarios.
La representación se deslegitima si no se alimenta de la participación y la participación se vuelve anárquica, si no se expresa a través de la representación. Esto dio origen a un fenómeno curioso que permitió reducir la brecha entre lo que informaba la policía y lo que percibía el ciudadano. Al principio nos dimos cuenta que las cifras e información que teníamos en el gobierno, eran muy distantes a las que nos reportaban los ciudadanos. Por ejemplo, si nosotros teníamos el dato de que en una comunidad habían sido secuestradas cinco personas, escuchando a la comunidad nos enterábamos que eran 12. Conforme estos diálogos fueron pasando, las cifras se fueron igualando, y conforme las comunidades empezaron a ver que éramos congruentes y constantes, entonces se construyeron los puentes entre las autoridades y la población. “La ciudadanía comenzó a darse cuenta que nuestra política de seguridad era persistente, que no era flor de un momento, entonces comenzó a ganar confianza y a expresar lo que pensaban.”
“No se puede permitir la sustitución del estado porque eso, tarde que temprano, degenera en criminalidad. Pero el estado es más eficaz y más transparente si su componente principal, que es el pueblo, participa, y esa participación es expresión de ciudadanía”.
“La participación ciudadana permitió a la policía no sentirse aislada, sino permanentemente integrada con una comunidad que la vigilaba, le informaba y daba seguimiento. Así se lograron cuerpos policíacos más eficientes y menos proclives a la corrupción”.
“Construir ciudadanía es construir fe, respondiendo ante los fracasos y manejando los éxitos. Ante los fracasos o las faltas, los gobiernos deben reconocer sus errores, sin esperar a que sea la oposición quien los descubra y no ponerse a la defensiva, ya que cuando esto sucede, la opinión pública castiga con severidad. Sin embargo, cuando los líderes reconocen sus errores, la ciudadanía se porta compasiva. De ahí que el líder debe asumir la responsabilidad en las dificultades y aprender a delegar los éxitos como estímulo a las personas que los lograron, a fin de consolidar a su equipo e ir por más”.
“Los peores gobiernos se han elegido en los momentos de desconfianza en las instituciones. La estabilidad democrática y la lucidez de los pueblos para escoger los mejores gobiernos, se facilitan cuando se construye confianza en las instituciones democráticas”.
“No se puede permitir la sustitución del estado por ningún grupo de autodefensa, ya que eso, tarde que temprano degenera en criminalidad”.
“La comunicación ayuda a construir la ciudadanía, no debe ocultar la realidad. El gran error es pedir que oculten la violencia. Así no se construye ciudadanía, ni se mejora el tejido social, la responsabilidad de los medios está en informar con objetividad y analizar con racionalidad. Es muy difícil el análisis totalmente objetivo porque el de una persona puede estar en discrepancia con otra, pero si existe un análisis con racionalidad, con argumentos, así haya diferencia en el análisis, se estará aportando”.
“El Twitter es como tener un revolver montado, que lo invita a uno a reaccionar sin esperar, de violar el principio, de no reaccionar ante las primeras impresiones. Las redes sociales son un elemento de revolución democrática en las comunicaciones -ojalá todos los que apelamos a las redes sociales, aportáramos para construir ciudadanía y no simplemente para tramitar agravios o insultos-. La comunicación ayuda a mejorar el tejido social sin esconder la realidad, porque haciéndolo no se construye ciudadanía”.
GOBIERNO DEMOCRÁTICO
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE), señala que democracia es una: “doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno. Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado”.
En Morelos, la construcción de un gobierno democrático no debe ser una responsabilidad individual, requiere de la intervención de todos los involucrados. En los últimos 18 meses, la participación social se ha incrementado, concluyó un sexenio de oscurantismo y censura en el que las expresiones ciudadanas eran menospreciadas como legisladores de oposición; los funcionarios de la anterior administración, pretenden externar inconformidades que ellos mismos descalificaron cuando le fueron dirigidas a quien los mantuvo en el poder.
En la entidad, no existe hoy un partido político que pueda acompañar las inquietudes sociales o la reconstrucción de el tejido porque son inexistentes, están a la espera de que se determine qué “papel desempeñarán” en la próxima “tragicomedia electoral”. Algunos de sus integrantes se involucran en lo personal y siempre con la mira puesta en sus aspiraciones personales, en algunos temas específicos. Un ejemplo es la inconformidad que se dio en torno al accidente, que hace dos semanas sufrieron un grupo de estudiantes de la zona sur de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), en el estado de Guerrero, el cual dejó un saldo de cuatro fallecidos y una veintena de lesionados, algunos de los cuales continúan hospitalizados y que ya provocó las primeras reuniones entre las autoridades escolares y los sobrevivientes con sus familiares.
En una sociedad integrada por ciudadanos que le dan vigencia a un tejido social sólido, todos se movilizarían para exigir a las autoridades del Poder Judicial, la inmediata aplicación de la ley a los responsables de la empresa que ordenaron al conductor continuar una jornada de trabajo, luego de casi 24 horas tras el volante, así como al conductor por actuar con negligencia.
El próximo lunes regresan a clases en la UAEM, el accidente involucró a los estudiantes y catedráticos de la Facultad de Derecho, es ahí de donde egresan quienes se encargan del cumplimiento de la ley en todas sus vertientes, hay que observar qué ruta eligen para atender este justo reclamo, si el de la legalidad o el de pretender invocar la legitimidad. Es el desenlace de este tema también, un examen de hasta donde el nuevo gobierno y la sociedad que voto por él, han podido avanzar en la recuperación del tejido social.
Las autoridades universitarias reaccionaron hasta la presente semana y luego de que desde las redes sociales, los afectados y sus familiares empezaron a organizarse para buscar justicia y la reparación del daño para quienes, por ejemplo, deberán enfrentar procesos de rehabilitación, luego de las lesiones que sufrieron en aquel accidente.
Las autoridades del Poder Judicial del estado de Morelos, porque aquí radican los afectados y porque aquí se realizó el acuerdo comercial con la empresa prestadora del servicio de transporte y del estado de Guerrero, porque ahí se dio el percance, deberán aplicar todo el peso de la ley contra los responsables de la empresa, así como vigilar que la aseguradora cubra los montos que el convenio establece a cada uno de los afectados.
Quedó demostrado que para enfrentar contingencias, los alumnos, maestros, funcionarios universitarios, las autoridades del poder judicial y los empleados del sector educativo, no están preparados, confirman así la inexistencia de un tejido social que impulse y vigile el cumplimiento de la ley, en un tema que debe otorgar todas las garantías a las víctimas, quienes pueden.
Al inicio de la década de los 90 se registró un accidente en las vías del tren, a unos metros de la Glorieta de la Luna, entre una máquina de ferrocarril y una pesera (ruta). Fallecieron varios de los pasajeros de la unidad del servicio público de transporte, nunca se atendieron los reclamos de las víctimas y de los familiares, el conductor de la unidad, el propietario de las placas y el dueño de la unidad, se libraron de la acción de la justicia. Los lesionados fueron atendidos porque el accidente ocurrió a menos de un kilómetro de las instalaciones de la Cruz Roja; hoy las condiciones y las consecuencias deben ser diferentes.
En la zona sur pretenden implementar fuerzas rurales de vigilancia, integradas por los propios pobladores, quienes desarrollarán su actividad en coordinación con las fuerzas federales y la fiscalía, en los municipios a donde la Comisión de Seguridad del Estado ya integró las fuerzas de Mando Único, que probablemente en un acto de democracia, no sea tan único.
La identidad, el tejido social y la democracia, deben recuperarse cumpliendo la ley, reconociendo que la ley, la democracia, el tejido social y la identidad, son perfectibles pero no desechables.