A pesar de este panorama sombrío, durante la década pasada aparecieron casos que demostraron la capacidad de acción de las organizaciones sindicales, como el conflicto en el estado de Oaxaca, la disputa por la deposición de Napoleón Gómez Urrutia y el enfrentamiento con la empresa Euzkadi.
Para recuperar el protagonismo, los sindicatos mexicanos deben reformular sus prácticas, ponerlas en línea con el proceso de democratización iniciado en el país y explorar formas de cooperación con las federaciones sindicales regionales e internacionales.
Los sindicatos se encuentran en un momento crítico y decisivo; por un lado han sido desplazados a un rol marginal como actores políticos y organizaciones sociales, por otro surgen en ellos sectores que exigen formas de relaciones laborales nuevas y progresivas, y que parecen capaces de imprimirle una nueva orientación al sindicalismo.
El movimiento sindical mexicano es muy débil. En el 2005 sólo el 10.17 por ciento de la población económicamente activa estaba organizada sindicalmente, lo que implica que en los últimos 25 años los sindicatos mexicanos han perdido a más de la mitad de sus afiliados. Las cifras del sector industrial son especialmente alarmantes, el porcentaje de trabajadores sindicalizados pasó de 22 por ciento en 1992, a 11.6 por ciento en 2002. En general, la influencia política de las organizaciones de trabajadores mexicanos es mínima y su poder de negociación muy limitado.
Según varias encuestas, alrededor del 70 por ciento de los ciudadanos no tiene confianza en los sindicatos, sólo la policía y los partidos políticos muestran peores resultados.
Sin embargo, algunos sectores del movimiento sindical se encuentran en un proceso de recomposición que muestra una nueva dinámica y nuevas posibilidades de influencia, los conflictos generados en el estado de Oaxaca, la disputa en la empresa Euzkadi y el caso del líder sindical, Napoleón Gómez Urrutia, revelan una reorientación de algunos sectores del movimiento sindical.
En el primer caso, la demanda al fin de los contratos laborales temporales y a un aumento salarial según el costo de la vida en Oaxaca; en el segundo, se trató de la defensa de los contratos colectivos de trabajo y la resistencia contra la política del despido y el cierre de fábricas y, en el tercero, el conflicto giró alrededor de la autonomía sindical.
El derecho laboral y la autonomía sindical siguen siendo temas pendientes de la consolidación de la democracia mexicana; la redefinición de las relaciones entre el estado y la sociedad, al igual que la recuperación de la mayoría de los sindicatos como órganos representativos y defensores de los derechos de los trabajadores, es vital para la democracia mexicana.
El derecho laboral en México tiene su origen en los años treinta del siglo XX, sus cambios son menores, no se adaptó a la realidad laboral de las últimas dos décadas, se pretendió flexibilizar para atraer inversiones y favorecer a los trabajadores, sin tomar en cuenta temas como novedosos métodos de participación para los trabajadores o la transparencia, los representantes laborales sugerían la autonomía sindical sin la intervención del estado, iniciativas de transparencia en cuanto a la inspección de los contratos colectivos, las organizaciones progresistas buscaron eliminar el registro ante la Secretaría del Trabajo y la autonomía de las juntas de arbitraje.
La Confederación de Trabajadores de México
El movimiento obrero mexicano está estrechamente vinculado a la Confederación de Trabajadores de México (CTM).
Su sitio oficial advierte que son la mayor organización obrera de México y que está dedicada a defender los intereses de los trabajadores; el 24 de febrero de 1936, a las 17:10 horas, queda formalmente constituida la CTM en la arena nacional de la ciudad de México.
El primer comité ejecutivo quedó constituido de la siguiente forma: secretario general, Vicente Lombardo Toledano; secretario de organización, Fidel Velázquez Sánchez; secretario de Trabajo y Conflictos, Juan Gutiérrez; secretario de Finanzas, Carlos Samaniego; secretario de Acción Campesina, Pedro A. Morales; secretario de Educación y Problemas Culturales, Francisco Zamora; secretario de Estudios Técnicos y Previsión Social, Miguel Ángel Velasco.
La CTM constaba de dos mil 810 sindicatos de empresas, gremiales, industriales, federaciones regionales y nacionales de industria, con un total de 533 mil 400 miembros.
El 27 de febrero de 1941, Fidel Velázquez Sánchez sustituye a Vicente Lombardo Toledano en la secretaría general.
En 1947, Fernando Amilpa sustituye a Fidel Velázquez Sánchez en la secretaría general.
En marzo de 1950, Fidel Velázquez Sánchez es restituido en la secretaría general y la mantiene hasta su muerte en 1997. En ese mismo año es designado secretario general a don Leonardo Rodríguez Alcaine.
El nueve de agosto de 2005, rinde protesta como secretario general Joaquín Gamboa Pascoe.
La figura central de la historia de esta organización es Fidel Velázquez Sánchez, esta es la semblanza que del dirigente, de casi cinco décadas, muestra esa organización:
Nace el 24 de abril de 1900 en San Pedro Azcapotzaltongo, hoy municipio de Nicolás Romero en el estado de México; sus padres fueron Gregorio Velázquez y Herlinda Sánchez.
En 1916, al llegar a la ciudad de México, empieza a trabajar como ayudante de máquinas en una maderería de la colonia San Rafael, después trabaja en una lechería de la hacienda “El Rosario” como repartidor de leche.
En 1921 se empieza a interesar en las actividades sindicalistas de los precursores del obrerismo nacional, agrupados en la heroica casa del obrero mundial. Acudía a la Confederación General de Trabajadores (CGT), no obstante haber tenido sus primeras experiencias colectivas dentro de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM).
En 1924, luego de ser despedido de la lechería por intentar crear un sindicato, forma la Unión de Trabajadores de la Industria Lechera que se adhiere a la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, ahí conoce a los hermanos Justino y Alfonso Sánchez Madariaga y de manera conjunta dan vida social a la Unión de Trabajadores de la Industria Lechera, afiliada a la CROM de Luis N. Morones y entra en relaciones amistosas con Vicente Lombardo Toledano, secretario general de la Liga de Profesores del Distrito Federal y miembro del comité central de la CROM.
En 1929 da a conocer el memorable manifiesto "por qué nos separamos de la CROM", época de la consolidación y desarrollo del movimiento obrero mexicano.
En 1933 surge la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM).
En 1936 desaparece la CGOCM y en su lugar surge, el 24 de febrero, la Confederación de Trabajadores de México (CTM), siendo designado como secretario de organización del primer comité nacional y como secretario general, Vicente Lombardo Toledano.
A don Fidel Velázquez lo que le interesaba en primer instancia, era realizar una labor revolucionaria enfocada en líneas generales a asentar los cimientos necesarios, para que en cualquier circunstancia el sindicalismo mexicano estuviera subordinado a los principios de la Revolución Mexicana, así como lograr que el espíritu de lucha de los trabajadores mexicanos, lo mismo en lo individual que en lo social, estuviera caracterizado por un acentuado patriotismo.
1938. Para este año como secretario de organización, anuncia tres mil 594 organizaciones obreras afiliadas (dos mil 810 al inicio) y 954 mil 913 militantes cetemistas (533 mil 400 al inicio).
En 1941 es elegido secretario general de la CTM el 27 de febrero.
En 1942 convoca una magna concentración obrera de militantes, llamada Unidad Nacional, para el general Manuel Ávila Camacho, presidente de la república.
En 1947 participa en la transformación del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), al Partido Revolucionario Institucional (PRI). Fernando Amilpa sustituye a don Fidel en la secretaría general.
En marzo de 1950 es restituido en la secretaría general, responsabilidad que mantiene hasta su muerte en 1997.
En 1970 envía a las cámaras legislativas del H. Congreso de la Unión, un proyecto de la nueva Ley Federal del Trabajo, entrando en vigor el primero de mayo de este mismo año.
En 1971 aporta reformas al artículo 123 constitucional, para quedar formalmente constituido el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit).
La leyenda de los "cinco lobitos" tiene su origen en la abierta inconformidad de un grupo sobresaliente de dirigentes de la CROM, que en su momento rechazaron con toda energía, de la que eran capaces, la enésima reelección del secretario general de la Federación de Sindicatos Obreros del D.F., adherida a la central obrera dirigida por Luis N. Morones, quien, en agitada asamblea, dio cuenta a la nutrida asistencia de la actitud de rebeldía asumida por los dirigentes, que así renunciaban a seguir perteneciendo a las filas de la CROM.
Y como la inesperada noticia despertó entre los asistentes vigorosos sentimientos de simpatía y de apoyo a los insumisos dirigentes, estos con toda dignidad se separaron de sus asientos y se dispusieron a salir entre una lluvia de aplausos y gritos de apoyo diciendo: “¡no!, ¡no!, ¡qué se queden!”, entonces el secretario general de la CROM, alzando la voz, dijo a la asamblea: “¡déjenlos que se vayan, compañeros!, ¡sólo es la ‘pelusa’ que se va! ¡Son cinco ‘miserables lombrices’ que al marcharse dejarán crecer con mayor libertad el frondoso árbol de nuestra gloriosa CROM!”
Así las cosas, la respuesta genial y visionaria provino de una voz anónima perdida entre la multitud obrera ahí reunida.
“¡No compañero Morones, no son cinco lombrices! Por el contrario, son ‘cinco lobitos’ que al crecer le comerán a usted el mandado”.
Ellos son: Fidel Velázquez Sánchez, Alfonso Sánchez Madariaga, Jesús Yurén Aguilar, Fernando Amilpa Rivera y Rafael Quintero.
Hoy la CTM es una organización diferente.
Los contratos de protección
Son un vestigio de los excesos del México antidemocrático utilizados por los sindicatos corporativos o blancos, son contratos “simulados”, pactados a puerta cerrada entre un patrón, un seudo dirigente sindical y un abogado laboralista.
Sirven exclusivamente a los intereses del patrón, ya que con el aval de la Secretaría del Trabajo, evitan que un sindicato auténtico exija la representación de los derechos de los trabajadores. En muchas ocasiones los trabajadores desconocen que disponen de un contrato colectivo, reflejan una cultura actual en la que el secretario general o líder juega un papel central, mientras que los trabajadores asumen las decisiones sin mayores críticas.
No existe un tipo de contrato de protección, comparten tres características: se firman entre representantes sindicales y patronales, sin que la mayoría de los trabajadores intervengan; son suscritos por sindicatos no elegidos democráticamente y se administran y revisan sin consultar a los trabajadores.
Para construirlos no es necesario cumplir con las tres características, en todos los casos revelan la falta de libertad y autonomía sindical, confirman la vigencia de prácticas internas antidemocráticas en los sindicatos y la total ausencia de una conciencia de responsabilidad social, por parte de los empresarios que los aceptan. En México representan, según estudios internacionales, el 80 por ciento del total de los contratos colectivos.
A pesar de que constituyen un obstáculo en el camino de la consolidación democrática y actúan contra las instituciones, el mayor problema es que nunca se han mencionado en el debate político; las expresiones de los pocos sindicatos independientes, que todavía subsisten, tienen un alcance limitado. Sus afiliados pertenecen casi de forma exclusiva al sector servicios y es en el amplio sector de la industria de la transformación donde se aplican los contratos de protección, a través de los sindicatos corporativistas.
El efecto sobre las trabajadores en mayor y exige un mayor interés interinstitucional, las mujeres ganan menos que los hombres, aunque han ganado mayor presencia en algunos sectores entre los que destaca la maquila y el trabajo doméstico, donde es inexistente la representación sindical.
Los sindicatos no logran atraer a las mujeres porque no abordan sus intereses específicos, como son la remuneración desigual, la discriminación sexual y la compatibilidad entre la profesión y la familia. Aunque en casi todas las organizaciones existen comités y programas de capacitación para las mujeres, que son importantes porque generan un espacio para acciones específicas, siguen careciendo de oportunidades reales de asumir posiciones de liderazgo en estructuras que son dominadas por hombres.
Si los sindicatos logran convertirse en grupos de interés más auténticos, enfocados en los asuntos de las trabajadoras, podrán atraer a nuevas afiliadas que apoyen en sectores estratégicos y legitimen y den influencia política.
Las relaciones laborales a partir del 2000
El gobierno sigue interviniendo en la libertad y la autonomía sindical, permitiendo que sus intereses políticos y económicos influyan en los asuntos internos de las organizaciones de los trabajadores; la “toma de nota” se convierte en una autorización gubernamental, que trata a los trabajadores como menores de edad.
Las viejas prácticas del corporativo sindical, como la ausencia de transparencia, la sumisión frente al estado y el clientelismo, no han desaparecido, aunque perviven en otro contexto político y con otros significados, la transformación tiene su origen en el modelo económico neoliberal tras la crisis económica de 1982, que apostó a la reducción de los subsidios, la privatización de las empresas públicas, el retraimiento del estado y la liberación del comercio. Eso rompió radicalmente con la política de integración y compromiso social tradicional.
Entre los símbolos persistentes de esta ruptura, destacan la abolición de la inalienabilidad constitucional del ejido -las tierras del estado federal trabajadas por los campesinos- y las políticas de liberación del comercio y apertura externa que culminaron con la firma del TLCAN en 1994.
Esta política generó consecuencias, en el mercado laboral se ajustó la producción en aras de la competitividad, los contratos colectivos se flexibilizaron y la posición de los sindicatos se debilitó. Desde entonces el sector informal y consecuentemente los puestos de trabajo precarios sin representación sindical, crecieron vertiginosamente. El hecho de que las tradicionales federaciones sindicales corporativas no hayan encontrado respuestas adecuadas a estos cambios, revela su ineficacia para adaptarse a una economía crecientemente globalizada. Como apéndice del estado, los sindicatos corporativistas funcionaron siempre como protectores del gobernante en turno, en lugar de actuar como defensores de los intereses auténticos de los trabajadores.
El nuevo escenario político generado por los comicios presidenciales del 2000, tuvo un impacto insignificante. Algunos pensaron que el panorama de posibles transformaciones democráticas incluirían al sector sindical y a la política laboral, llegando el fin de la sumisión de los sindicatos corporativistas, que se realizaría una reforma del derecho laboral que integrara cuestiones de transparencia y autonomía sindicales, hoy siguen teniendo una relación sumisa los sindicatos corporativistas y el estado, las centrales sindicales están hoy mas fragmentadas que antes del 2000.
El movimiento obrero en Morelos
En la entidad se han expresado luchas de los trabajadores sindicalizados que han puesto en cuestión las formas tradicionales de dominación, que han ejercido sobre ellos históricamente el estado por medio de la burocracia sindical, un progresivo conocimiento de las formas en que operan estos mecanismos de dominación y una confrontación que ha adquirido diversos tonos desde el político, jurídico, sindical y en enfrentamiento directo, sin mediación, ni acatamiento de instancias legales en determinados momentos, se han expresado durante los años críticos de la década de 1976 a 1986.
Una fase marcada por la crisis económica que vivió el país a finales del siglo XX y que se agravó por las peculiaridades propias de la necesidad de enfrentar una en ese período inmanejable, deuda externa, que incluso vuelve compleja la relación con el fondo monetario internacional.
Esa crisis provocó la disminución sistémica del poder adquisitivo del salario, de las prestaciones sociales, de las condiciones de vida, salud y trabajo. Se agudizó el desempleo, creció la economía informal y se generó una violación de contratos colectivos de trabajo y la desaparición del sindicato.
Los gobiernos de Armando León Bejarano, 1976-1982, y de Lauro Ortega Martínez, 1982-1988, administraron la crisis y mantuvieron el sistema a flote. Sus políticas con la clase obrera fueron diferentes y en cuanto a la represión y al respeto de los derechos del trabajador, fueron iguales.
El comité político regional del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), realizó en noviembre de 1983 el “Proyecto de resolución política”, donde señalaban que “el gobierno de Lauro Ortega tiene una amplia base social de apoyo sobre el control de las organizaciones campesinas. Fundamentalmente ha logrado unificar a la clase gobernante para llevar a la práctica, de mejor forma, sus planes de explotación de los trabajadores.
Su política se ha basado en el control de la población a través de hacer entrega de dinero a ciertos sectores de colonos, campesinos y estudiantes, fortaleciendo a determinados grupos de caciques y debilitando las bases de la Organización Popular Independiente en cuanto a los movimientos sindicales, expresó: “(…) ha logrado establecer un pacto de apoyo entre empresarios y dirigentes charros de la CTM y otras centrales oficiales -para salir de la crisis-, pero a pesar de ello no ha evitado que estallen huelgas y movimientos”.
En aquella época se realizaron movilizaciones que atrajeron los reflectores de los medios nacionales de comunicación, entre las que destacaron la de IACSA en 1976, en Textiles de Morelos en 1977 y en Nissan en 1981.
Esta década está documentada en el libro “La izquierda y los movimientos sociales en Morelos”, en el artículo que aportó José Martínez Cruz, el movimiento obrero bajo ataque en Morelos 1976-1986, donde recuerda que la devaluación del peso frente al dólar en septiembre de 1976, provocó un deterioro acelerado del salario, el gobierno federal impuso topes salariales, que se aplicaron con dureza extrema a los obreros del valle de Cuernavaca.
Durante el año de 1976, las huelgas de IACSA, Nissan, confección y el Sindicato de Trabajadores Administrativos de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos(STAUAEM), mantuvieron paralizadas las actividades durante 177 días y en ellas participaron dos mil 950 trabajadores.
En 1977 se contabilizaron 144 días de huelgas realizadas por: textiles, Novacap, IACSA y STAUAEM. En 1978 fueron 93 días de huelga que involucraron a cerca de cuatro mil trabajadores de IACSA, Jiutepec, Nobilis y del Sindicato Independiente de Trabajadores Académicosde la UAEM (SITAUAEM)
En 1979 estallaron huelgas de cuatro mil 214 trabajadores de media docena de empresas, algunas actividades no recuperaron el peso económico que en la entidad adquirieron durante la etapa previa a las crisis económicas y laborales, entre ellas destaca la industria automotriz y de autopartes, en donde Nissan casi cierra su puerta durante el gobierno de Antonio Riva Palacio, cuando fueron cerrados dos ingenios.
El gobierno de Antonio Riva Palacio concluyó sin movimientos obreros o gremiales significativos, tendencia que se mantuvo durante los gobiernos de Jorge Carrillo Olea, Jorge Morales Barud y Jorge Arturo García Rubí. Durante el gobierno de Sergio Estrada Cajigal cerró sus puertas Confitalia, ahí se protagonizaron enfrentamientos y se colocaron durante algunas horas las mantas rojinegras en el Hospital del Niño Morelense; la dirigencia sindical fue sustituida por una vinculada al nuevo grupo sindical.
Durante el gobierno de Marco Antonio Adame Castillo, que inició en el año 2006, se realizó un movimiento magisterial que mantuvo cerrado el centro de la capital durante casi nueve meses.
Los más de 20 mil educadores de la entidad acordaron no dar un sólo voto al Partido Acción Nacional (PAN), como expresión de protesta; en el 2009 perdieron a Cuernavaca y los cinco distritos federales electorales, así como 15 de los 18 distritos locales.
El crecimiento exponencial de las componendas y excesos que se construyeron durante los gobiernos del PAN, se expresan en la forma como fue entregado el hotel “Ilebal” a los abogados, que representaron al trabajador que demandó a los propietarios de esa empresa en la década de los noventa y que les fue entregado como cumplimiento de un mandato judicial, como pago de un despido injustificado una década después.
Durante su campaña, el entonces candidato a gobernador del estado, Graco Ramírez Garrido Abreu, denunció la existencia de un “cartel jurídico” al interior de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (JLCyA).
Desde Hace varias semanas los contratos de obra que se realizan en la entidad con recursos del gobierno federal, provocaron conflictos entre diversas organizaciones, desde que grupos de transportistas pararon la obra del híper mercado Carrefour, de Paseo Cuauhnáhuac, durante el gobierno de Jorge Carrillo Olea.
Las diferencias entre los transportistas de materiales de construcción se solucionaron dividiendo al 50 por ciento la realización del acarreo, sin embargo surgió en la búsqueda de la asignación de la obra de la autopista Siglo XXI, una tercer organización y con ella se conocen algunos excesos de las agrupaciones ya existentes. No son excesos de reciente aparición, son los mismos que provocaron los conflictos en la década de los setentas en Morelos, todos vinculados a prácticas ilegítimas o ilegales que perjudicaron a los que están a la espera de una oportunidad laboral.
En Zacatepec, durante la presente semana, trascendió que algunos trabajadores de las constructoras que realizan la modernización del estadio Agustín “Coruco” Díaz, eran originarios de Puebla.
Los morelenses denunciaron desplazamiento y a los nativos de la vecina entidad les incumplieron con los pagos y prestaciones, por lo que fueron expulsados de la fuente laboral y con ello denunciaron supuestas prácticas de intimidación por parte de algunos representantes de nuevo grupo sindical en la región sur de la entidad.
Este es el primer gobierno que surge de un partido progresista que, durante su proselitismo como organización de oposición, defendió y apoyó los movimientos que demandaban el cumplimiento irrestricto de la ley en materia laboral a favor de los trabajadores.
Como gobierno no puede quedar como pendiente democrático el incumplimiento de ese compromiso histórico, por algunos “acuerdos” que funcionarios puedan establecer con inversionistas a espaldas de las autoridades titulares del área.
No sólo se trata de crear fuentes de empleo, lo que se aplazó desde la década de los setentas es la posibilidad de que mediante el esfuerzo propio, los trabajadores puedan proveerse una mejor calidad de vida, ese fue un compromiso pactado antes de la elección del 2012.