En esos comicios pulsaremos el sentir popular respecto al desempeño de los 33 presidentes municipales quienes, a ciencia cierta, debieron ser los mejores promotores de sus partidos y eventuales relevos. Han sido el primer vínculo de la sociedad con la autoridad. Empero, la solución a los más apremiantes problemas sociales por el alcalde en turno, o cuando menos su capacidad de gestión ante las instancias correspondientes, se encuentra ligada a la acción del gobierno estatal panista, aunque son los programas federales los que generan la mayor percepción ciudadana sobre la intervención oficial, básicamente entre los beneficiados por programas clientelares como el de “Oportunidades”. Quienes hayan operado bien esos programas tendrán mayores perspectivas de éxito que otros en el actual proceso electoral. Ni qué decir respecto a la movilidad y pericia del gobernador en turno: se trata del primer promotor de quien será el candidato panista a la titularidad del Poder Ejecutivo.
Asimismo, el primero de julio del año próximo sabremos si las políticas macroeconómicas de Felipe Calderón Hinojosa beneficiaron o no a los mexicanos y si la guerra contra el crimen organizado dejó un buen sabor de boca a los mexicanos o no. Esta variable tendrá repercusiones en la elección federal, siempre y cuando se presente el fenómeno del “voto en cascada” o el “voto diferenciado”.
Una cosa será el “voto duro” de los tres principales partidos, pero otra el de los electores indecisos que, a estas alturas del todavía no iniciado proceso electoral, están lejos de definir por quién o quiénes votarán. El “voto diferenciado” surgirá cuando el ciudadano se encuentre ante la elección de presidente de la república, gobernador morelense, senadores, diputados federales, diputados locales y autoridades municipales. Para la decisión en el ámbito municipal y distrital, pesará más el perfil de los candidatos a alcaldes y diputados locales, que el de los partidos. La gente votará por alguien a quien conozcan en su vida pública y privada. Tocante al caso de diputados federales, los votantes no se identifican con ningún partido, desconfían de los candidatos y tal vez votarán a favor de alguien conocido o más o menos identificado. Pero falta mencionar la variable impredecible del “me late por éste o aquél”, o sea, el “voto emocional” (corazonadas y fobias a partir de las campañas mediáticas). El elector emitirá su voto sin meditar sobre la necesidad de rechazar a los malos gobernantes, a la corrupción y a la demagogia.
Respecto a los factores por los cuales un ciudadano acude a votar tenemos que: 1) Al recibir mayor educación se pasa de un voto emocional a un voto racional, donde la decisión del elector se centrará en el análisis de cuál de las opciones le otorga una mayor utilidad; 2) Los sectores que han dictaminado la conducción ideológica y que han contribuido a crear las instituciones públicas han culminado ciertos grados de educación, alcanzando el mínimo universitario; 3) Las variables que determinan el grado de identificación social, partidista, religiosa y sectorial se ven predeterminadas por los sectores cupulares con mayor educación; 4) Los valores de la libertad de expresión y de los derechos humanos adquirieron una nueva identidad y ubicación en el contexto nacional, sumándose como nuevos temas para analizar por parte de los electores; 5) Los jóvenes votantes son particularmente vulnerables a la influencia de los eventos históricos dentro del ambiente político, y que los viejos votantes reflejan cierta persistencia por sus orientaciones tempranas; 6) Al tener una sociedad mucho más preparada, educativamente hablando, sugiere la instalación de un nuevo escenario político y social, donde los individuos logran incrementar el grado de racionalidad al momento de ejercer el derecho al voto, lo cual es un nuevo capítulo dentro de la historia democrática de cualquier nación; 7) Al introducir la variable de educación dentro del universo de influencias del ciudadano, tenemos a individuos que determinan si votan o no por un partido político, que toman en cuenta elementos superiores al clientelismo y a la compra del voto, los cuales se pueden definir como elementos de impacto primario sobre el elector; 8) Al momento de la realización de los procesos electorales, si el individuo decide no acudir a las urnas, no será por la influencia externa o por la ignorancia que le rodea, sino por una actitud de análisis involucrada directamente a su nivel educativo, aunado a las variables de región, religión, clase social y nivel económico, los cuales son factores apegados a su identidad generacional; 9) La variable de escolaridad y diferenciación entre los segmentos sociales determinan el comportamiento electoral, y 10) Entre mayor es el grado de educación, mayor es la probabilidad de que el ciudadano se vea más apegado con el entorno y la problemática social, por lo menos al realizar el análisis de sus posibilidades, dejando de lado al candidato para ir por las propuestas de campaña. En fin. Yo creo que predominará el “voto emocional”. Me parece, pues, que el reto de los candidatos será convencer al voto indeciso, ya que el 50 por ciento de los ciudadanos toma su decisión dos semanas antes de la elección; el 25 por ciento, una semana, y el 25, el día de la elección en la urna. Luego seguimos con este interesante tema, que se relaciona con las “campañas amorosas” de varios aspirantes a la candidatura presidencial en sus respectivos partidos. Anhelan llegar al estado emocional de la gente, no a su lado racional.
2 comentarios
Hey
La mayor parte del voto emocional de la gente depende en mucho… Compartelo!
Hey
La candidatura presidencial se ve reñida, pero al final, la sociedad elegirá… Compartelo!