Agustín Alonso Mendoza regresará al Ayuntamiento de Yautepec como si nada hubiera sucedido cuando fue alcalde en el tormentoso trienio 2003-2006. Aquel periodo, plagado de corruptelas y frecuentes excesos a cargo de su élite gobernante, alcanzó la cúspide de conflictividad el 15 de junio de 2005. Allá y entonces ocurrió el artero asesinato del policía municipal Juan Carlos Vera Ocampo, homicidio muy distante a otros que han derivado de acciones colectivas o linchamientos, donde la masa casi siempre se hace justicia con propia mano cuando fueron lesionados sus intereses y dignidad. No. El humilde servidor público murió a manos de un criminal, de nombre Demetrio Angel Romero, a quien los morelenses vimos (en las dramáticas escenas logradas por los camarógrafos Víctor Torres e Irving Valerio) sacar de entre sus ropas un cuchillo para clavarlo en el pecho de Juan Carlos provocándole la muerte. Este sujeto no era el típico manifestante que golpea y corre, sino un sociópata dispuesto a matar. Para colmo de males, al cabo de los días trascendería que el policía no era su primera víctima.
Desde luego que aquellos hechos tuvieron antecedentes. ¿A qué tipo de gentuza, pues, contrataron los detractores del alcalde de Yautepec, Agustín Alonso Mendoza, para volverle a “tomar” la presidencia municipal el 15 de junio de 2005? ¿Quién influyó así sobre la masa, dotándola con palos, machetes y demás armas punzo cortantes e incitándola a atentar contra la vida de quien se le pusiera enfrente? Aquel escenario de conflictividad fue precedido por una larga lista de sucesos cuyos sellos principales fueron la impericia política de Agustín Alonso Mendoza y los compromisos incumplidos tras su toma de posesión el 1 de noviembre de 2003.
Uno de sus ancestrales cómplices y patrocinadores, Isidro Gil, al parecer propietario del prostíbulo conocido como “Mamá Mía”, era en junio de 2005 su detractor e impulsor del movimiento “Todos Unidos por Yautepec”, porque no consiguió las canonjías que pretendía. Isidro Leonel Coronel, ex presidente municipal de la localidad, ex diputado local y ex asesor del edil, también participó en la acción, simplemente porque fue cesado por inepto. Nicolás Castillo e Isidro Alarcón, ex ayudante y compadre del diputado local Fidel Demédicis Hidalgo, respectivamente, azuzados por el legislador contribuyeron a exacerbar los ánimos. Eduardo Sayavedra, ex director del Sistema de Agua Potable de Yautepec, hizo lo propio. Y ni qué decir de Guillermo del Valle Reyes y Delfino Toledano, cancerberos de la entonces diputada local Maricela Sánchez Cortés, quienes proporcionaron los camiones de volteo de la CTM para transportar a los “manifestantes”.
Lamentablemente, la cadena de hechos también tenía eslabones en el Congreso del Estado, contexto donde figuraban los ya aludidos Maricela Sánchez Cortés y Fidel Demédicis Hidalgo (flamante senador electo en 2012), a quienes se sumó Guillermo López Ruvalcaba, a la sazón coordinador del grupo parlamentario del PRD, quien, aprovechando su papel de titiritero de Gerardo Casamata Gómez, entonces titular de la Auditoría Superior Gubernamental (ASG), y su alianza con Juan Salgado Brito, presidente de la Junta de Coordinación Política en aquella época, frenó durante casi un año el curso de la auditoría practicada a la corrupta administración de Agustín Alonso Mendoza. Todos, de alguna forma u otra, fueron cómplices del homicidio.
El 28 de junio de 2005 escribí lo siguiente: “Dice la sabiduría popular: ‘Tanto peca el que mata la vaca, como quien le agarra la pata’, lo cual aplica al caso del diputado Guillermo López Ruvalcaba, coordinador del grupo parlamentario del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el Congreso Local y férreo defensor del alcalde de Yautepec, Agustín Alonso Mendoza, acusado de malversar fondos públicos federales y estatales. Es decir: si López Ruvalcaba agarró 50 pesos del Ayuntamiento yautepequense, entonces forma parte de la red de complicidades cuya derivación fue el asesinato del policía Juan Carlos Vela Ocampo el pasado 15 de junio, durante una movilización del grupo Todos por Yautepec. Dicho legislador, además, tendrá responsabilidad histórica sobre los mismos hechos”.
Y agregué lo siguiente con relación a Lucino Maxines Echeverría, ex tesorero de Yautepec, a quien se trataba de culpar sobre las desviaciones propiciadas por Alonso Mendoza: “Si Maxines asegura que tiene pruebas para señalar la responsabilidad de Agustín Alonso Mendoza y Guillermo López Ruvalcaba como beneficiarios directos de las corruptelas ‘analizadas’ actualmente por la Auditoría Superior Gubernamental, es porque tiene los pelos de la burra en la mano. Maxines, al igual que otros funcionarios menores de la administración aún encabezada por Alonso Mendoza, jamás aceptará ser chivo expiatorio de los verdaderos corruptos. El ex tesorero acudió anteayer al Congreso Local (el 25 de junio de 2005) para entregar documentos sobre la participación de Agustín Alonso y López Ruvalcaba en la corrupción dentro de la administración municipal. Es de hecho un factor clave para establecer el desvío de recursos, donde también tendría vínculos el desacreditado auditor superior gubernamental Gerardo Casamata Gómez”. Hasta aquí los antecedentes. ¿Quién proyectó de nuevo a Agustín Cornelio para participar el primero de julio pasado? No lo sé, pero más pronto de lo que imaginamos se hará presente en Yautepec para cobrar el precio de su amor.
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Hey
OTRA VEZ VIENE A ROBAR A YAUTEPEC ESTE RUCO PARA SACAR A… Compartelo!