Es una tristeza que sea de Morelos y que se exhiba de esa manera: el diputado federal Ángel García Yáñez es motivo de burla nacional por sus propuestas que nada tienen que ver con su propia realidad. El legislador presentó una iniciativa para que la cédula profesional se tenga que refrendar cada cinco años, cuando él mismo carece de preparación profesional.
El pobre hasta presume que con la prepa le ha bastado para ser alcalde y diputado, pero no se da cuenta de que es el centro de la burla. Y por supuesto que le ha ido bien, pues gana una fortuna sin tener que hacer nada notable, excepto regarla un día sí y otro también.
García Yáñez fue recibido en el Partido Verde, que le permitió ser diputado local, pero no tardó en morder la mano y pasarse a Nueva Alianza, el tercer partido –por lo menos- de su vida pública.
Hoy “gracias” a él sus compañeros diputados están bajo el escrutinio público, pues el desempeño de los congresos, ya sean locales o el federal, muestran un bajísimo rendimiento en el trabajo legislativo, porque un buen número de quienes llegan a ocupar las curules no traen mayor conocimiento como para poder incidir en la mejora de normas, reglas y leyes que redunden en bien de los ciudadanos.
Ello es así, porque las leyes en materia electoral facilitan la participación para esos cargos de elección popular de toda persona, sin importar el grado académico o la preparación que traiga; más bien considerando que en un entorno de democracia, los derechos electorales deben estar a salvo y basta con ser mexicano o no contar con antecedentes penales que lo impidan.
Sólo que bajo tales circunstancias, un alto porcentaje de los que logran llegar a esas representaciones no tiene ni idea de a qué va y lógicamente requieren de un largo tiempo de aprendizaje, de tal manera que para cuando más o menos entienden y pueden participar de la toma de decisiones colectivas, ya han pasado seguramente dos años o más.
El resultado es una especie de desequilibrio en lo que toca a propuestas y proyectos de trabajo en la materia; suelen ser unos cuantos los que dirigen y conducen la asamblea, mientras los demás sólo se limitan a cumplir sugerencias y consejos de quienes los rodean y cuentan con algo de conocimiento al respecto.
Como quiera que sea, el piso no es parejo, porque en lo que toca a las prerrogativas y emolumentos que perciben los diputados en su conjunto, no hay distingos, todos cobran igual y la diferencia de ingresos se viene dando a partir de la distribución de posiciones y responsabilidades al interior de las cámaras.
El pertenecer a alguna comisión, como simple vocal, tiene una recompensa, pero ser presidente de la misma suma mucho más y aquellos que llegan a desempeñar cargos como presidente de la mesa directiva o ser parte de la junta política y de gobierno, pues se llevan cantidades extraordinarias y en efecto deben ser los diputados con mayor capacidad, preparación e influencia.
Y no se crea que sólo en los congresos locales o estatales se presentan estas inconsistencias, reflejo de ausencia de preparación académica; en el mismo Congreso de la Unión se habla de cerca de 30 legisladores que parecen no haber cursado ni la primaria y que con el voto popular o por la vía de la representación proporcional –diputados de partido- fueron incluidos y tienen un ingreso mensual de 148 mil pesos, libres de impuestos.
Es lo que hemos reiterado insistentemente, las percepciones no corresponden a la realidad económica que vive la mayoría de los mexicanos. Millones de compatriotas difícilmente logran y con un esfuerzo físico o intelectual importante unos cuatro mil pesos al mes; eso sí cuentan con un empleo formal, porque hoy en día ya las contrataciones son temporales y hasta sin prestaciones.
La diferencia entonces es abismal y a lo mejor un buen número de aquellos que con tanta dificultad apenas sobreviven, tienen un mayor nivel de formación que esas tres decenas de legisladores; en este caso, federales. Por eso es que comienza a surgir una corriente de opinión en el sentido de que quienes busquen responsabilidades de representación popular hacia las cámaras legislativas, cuenten con alguna profesión; de preferencia, en Derecho, porque para poder legislar se tiene que tener nociones en dicha materia.
Y estamos a tiempo, porque ya nos encontramos en la antesala de un proceso electoral que lo mismo incluirá candidaturas para diputados locales, en el caso de Morelos, que federales y además espacios para el Senado de la República, que del mismo modo demanda de cuadros calificados.
Más bien habría que apostarle a que el electorado tome en cuenta todos esos factores; reconozca que si bien la ley actual permite la abierta participación popular en aras de la democracia, es urgente inducir el cambio de parámetros a fin de mejorar el resultado del Poder Legislativo en todos los sentidos, porque hoy día sigue siendo más que deficiente.
La propia ciudadanía suele mostrar descontento por algunas acciones que considera poco benéficas e incluso opuestas a sus intereses, avaladas desde esos espacios de representación popular, así que con toda seguridad podríamos sostener que esas mayorías están conscientes de que se requiere de cuerpos colegiados mejor preparados.
Qué decir de lo que se llevan; buena parte de la irritación colectiva que priva hoy día en este país, se da precisamente porque existe la percepción de que los políticos ganan lo que quieren; se enriquecen en dos o tres años sin haber aportado nada sustancial a sus representados o gobernados y además ni siquiera cuentan con alguna profesión que valida la calidad de sus esfuerzos.
Aquello de que cada pueblo tiene el gobierno que se merece es muy real; los mexicanos hemos permitido toda clase de excesos de nuestros gobernantes, por no saber elegir; se escucha algo grosero, pero cualquier hijo de vecino, aunque no haya pisado la secundaria, menos la preparatoria, puede ser quien nos represente, ya sea en el municipio, el Congreso o el gobierno estatal y federal.
A partir de las urnas se pueden hacer cambios profundos si somos cuidadosos y valoramos a quienes les damos la confianza para que ejerzan poder público en nuestro nombre. Si no intentamos madurar en ese sentido, continuaremos en medio de fuertes lamentaciones por muchos años más y no nos debe sorprender cualquier suceso, por descabellado que sea, porque nosotros lo validamos y elegimos a gente como Ángel García Yáñez.