Veníamos de un 2008 y sobre todo el 2009 de duros conflictos en materia económica por la recesión internacional, el desarrollo prácticamente se congeló, el sector empresarial y por ende el empleo sufrió contracciones que en el presente se quedaban atrás, pero en las últimas semanas el entorno en esta materia tampoco es de lo mejor.
El incremento de precios ha dejado a buena parte de la sociedad enojada, porque sus cálculos en relación a las necesidades y recursos con que contaba para enfrentar las fiestas decembrinas y los festejos del año nuevo ya no están saliendo.
Y como siempre, las instituciones, aún las responsables directas hacen mutis ante la inconformidad colectiva que de alguna manera se tiene que manifestar, de ahí que contingentes de diversos sectores económicos, aún en momentos históricos de calma, cuando ya la gente piensa en cosas distintas, se vienen manifestando públicamente.
Ayer, concesionarios del transporte público de la región oriente de Morelos volvieron a cerrar los accesos a Casa Morelos, decimos que volvieron porque el pasado fin de semana hicieron lo propio.
Pero reiteramos, son los sentimientos de inconformidad, la impotencia ante un escenario desafortunado que busca por donde desahogar las presiones y se busca cualquier asunto para reclamar a la autoridad su falta de cumplimiento.
Pero tampoco fue el factor económico el único que nubló buena parte de este año y en especial el final, la inseguridad permeó por todos lados, continuamos observado el patrullaje del Ejército y demás fuerzas federales por todos lados, incluso en los lugares más remotos, signos inequívocos de que el clima no es precisamente el mejor.
Desde luego que en la entidad no fuimos la excepción de acontecimientos escandalosos en esa materia, pero a nivel nacional el ambiente es aún más complicado todo lo que está ocurriendo en Michoacán, Nuevo León, Tamaulipas y Chihuahua, son situaciones verdaderamente inéditas que dan fe de una visible incapacidad institucional para poner freno a los delincuentes.
La cosa es que viene la bajada sexenal, una debilidad gradual mayor del Gobierno que es propicia para que las fuerzas antagónicas, en esta ocasión las delictivas, empiecen a mostrar mayor rijosidad, como ya lo vemos en tantos estados de la nación.
Y como nosotros somos una parte de tal territorio, pues necesariamente nos pega y fuerte. Hasta hace un año, precisamente por estas fechas, cuando cayó Arturo Beltrán Leyva en el lujoso fraccionamiento de Altitude de Cuernavaca, veíamos los toros desde la barrera, sucesos múltiples de inseguridad en estados vecinos, aquí seguía una aparente calma, pero desde ese 16 de diciembre a la fecha nos unimos a la inquietud y ésta no ha cesado.
Quizás tampoco andamos al nivel de entidades como las mencionadas líneas arriba, pero de ninguna manera estamos en el limbo, somos víctimas de muchos desaciertos en la aplicación de la ley y la persecución del delito, por más que las autoridades insistan en decir lo contrario.
En medio de la pluralidad política, para acabar de completar el cuadro, observamos ya una tendencia cada vez mayor a la confrontación de fuerzas de distintos colores.
Y al igual que a nivel federal, también Morelos va hacia un final de sexenio, al Gobernador Marco Adame Castillo le restan menos de dos años, desde el que está a punto de comenzar, aparecerán las primeras señales de guerra política porque se disputará el platillo fuerte: la Presidencia de la República.
La esperanza por lo menos es que en materia de seguridad cambien las cosas, que las instancias "competentes" cumplan con su responsabilidad hasta hoy claramente rebasada.
El argumento es que el enemigo sigue estando dentro, porque hay complicidad de algunos mandos policíacos, pero de eso la sociedad no tiene culpa, el sector oficial debe contar con instrumentos para impedir que tales atrocidades se den, pero tampoco vemos mucho esfuerzo por lograrlo.
Una cosa es segura, el 2011 estará ya fuertemente contaminado de una cortina preelectoral que empañará buena parte del quehacer oficial y las cosas van a perderse en medio de muchos escándalos, insultos y atropellos entre políticos, partidos y poderes.