Conjuntamente con la fuerza laboral de países centro y sudamericanos, son los responsables de la producción agropecuaria especialmente en los campos de Santa Rosa, en el estado de California.
Las tareas más difíciles y menos remuneradas en la industria alimenticia de esta nación corren a cargo de la población de habla hispana que recibe en respuesta desprecio y hasta la persecución de las autoridades del vecino país.
Hacemos referencia al tema porque en estos momentos ante un aparente descuido del gobierno mexicano en asuntos migratorios con esa nación, se vienen endureciendo acciones en contra de los indocumentados que son tratados como viles delincuentes, encarcelados por reincidencia en el paso fronterizo sólo por buscar un mejor nivel de vida para los suyos a cambio de dar todo el esfuerzo en bien de aquella economía.
Sin embargo, tampoco vamos a satanizar la posición estadounidense; son sus decisiones, están en su país, además, que sepamos, jamás se han destacado por ser bondadosos y solidarios con los pobres. Es aquí en México, o en Morelos, donde se tiene que encontrar el remedio a esta tan importante fuga de mano de obra.
Es un capital en potencia inigualable. Los centros de trabajo al otro lado del río se dan el lujo de seleccionar a los mejores prospectos, connacionales en plena juventud a los que explotan al límite como condición para conservarles el espacio laboral, y el día que ya no rinden lo deseado, hay filas interminables esperando ese lugar.
Ingratitud de Estados Unidos perseguir a quienes son parte insustituible para mantener a buen resguardo su economía, pero incapacidad del lado mexicano para poder generarles oportunidades a los suyos. El problema es que se antojan tiempos peores para nuestros paisanos en condición de indocumentados en ese territorio que para muchos sigue siendo la única posibilidad de alcanzar el sueño de salir de pobres.
Protección del protector
Y en otro orden de ideas, el florecimiento del crimen organizado está provocando el encarecimiento de las tareas de seguridad, prevención y persecución del delito, llegando al extremo de tener que proteger al protector.
Sí, los servidores públicos, aquellos cuyo ámbito de competencia tiene que ver con salvaguardar la tranquilidad de la población, vienen reforzando cada vez más su seguridad personal a través de diversas medidas.
Inicialmente se multiplicó el número de escoltas, mejor conocidos como "guaruras"; sin embargo, tampoco eso fue suficiente y se optó por el blindaje de las lujosas unidades que tienen asignadas, y todo indica que ante el sofisticado armamento que está usando la delincuencia, van por el incremento de acciones de prevención.
Difícilmente se puede calcular el costo de servidores públicos como el procurador. Hasta hace apenas unos dos o tres años, no era necesaria tanta seguridad personal. Todavía José Francisco Coronato Rodríguez, a su paso por la Procuraduría, sólo se hacía acompañar de un chofer y dos o tres escoltas a discreción, parece que su vehículo no tenía blindaje. Hoy Pedro Luis Benítez Vélez trae cerca de 20 sujetos en promedio y cuenta hasta con un coordinador de grupo. Se estima un gasto arriba de los 300 mil pesos mensuales únicamente por este concepto, sin considerar que el blindaje de su camioneta es de alto grado.
Bueno, el mismo funcionario se hace acompañar de armas de grueso calibre para defensa personal en caso de ser necesario.
Pero se indica que a nivel nacional el reforzamiento de medidas de autoprotección va en incremento. Por la demanda que se está dando, ya hay guayaberas, chamarras y chalecos con blindaje, y son los responsables de darnos protección a los ciudadanos quienes están contratando todos esos servicios.
No hay problema, nosotros con el pago de impuestos pagamos todos esos excesos, no sólo los abultados salarios y demás prestaciones de las que gozan nuestras apreciadas autoridades, mientras que el pueblo vive en la indefensión casi total.