La administración de justicia en sus diversas modalidades no ha sido precisamente el ejemplo a seguir en estos más de cuatro años de Gobierno estatal, pero ya comienzan a observarse excesos que tienen que empezar a ventilarse públicamente antes de que sigan creciendo sin orden.
Para empezar, cualquier buen abogado que no esté comprometido o negociado con el régimen, le dirá que la famosa justicia alternativa, esa de los juicios orales abiertos a los que usted iba a poder asistir, a resultado un auténtico fracaso.
Y aunque tampoco cantan mal las rancheras en lo que se refiere a mañas, la verdad es que el problema se da sobre todo por la inexistencia de cuadros profesionales y preparados en el nuevo esquema, es un verdadero desgarriate y los funcionarios no actúan, por desconocimiento.
Pero ese no es nuestro tema hoy, más bien es el relacionado con el Tribunal de lo Contencioso Administrativo (TCA), porque hemos venido recibiendo una serie de señalamientos que efectivamente muestran un desempeño más que mediocre de parte de esta institución, que está conformada por tres magistrados, a saber, Martín Jasso Díaz, Jorge A. Estrada Cuevas y Orlando Aguilar Lozano.
Desde dentro del propio tribunal surgen las inconveniencias, las afirmaciones de que ahí todo se resuelve a través de arreglos, que nada tienen que ver con el sustento de las demandas o de las pruebas de defensa de los involucrados.
Uno de los secretarios de acuerdos dijo al reportero que "tal vez usted se haya llegado a preguntar por qué al interior del servicio del transporte público en el estado circulen por las calles cientos, tal vez miles de unidades irregulares, que no cuentan con los permisos respectivos, todo eso tiene que ver con amparos concedidos por el TCA y desde luego que no son gratuitos".
En efecto, el personaje no miente. Por ahí transitan taxis de organizaciones como la Unión de la Clase Trabajadora (UCLAT) o de la que encabeza René Jiménez Aquino, a quien nadie ha logrado detener, porque con el amparo siguen ofreciendo el servicio ante el enojo de los regularizados que no logran que se aplique el estado de derecho.
Seguramente los aludidos dirán que el amparo es un recurso legal, si, desde luego, sin embargo es temporal, en tanto se resuelve el fondo de las demandas. Pero en los casos que nos ocupa, hace no meses sino años que gozan de ese beneficio, porque como dice el funcionario, los magistrados del TCA así lo permiten.
Otro secretario hacía referencia al caso Altitud, aspecto que aceptamos, desconocíamos que estuviera en tribunales.
Sucede que hay una controversia legal de quienes interpusieron recursos por considerar que esas torres departamentales violaban las normas establecidas en materia de desarrollo urbano y sobre todo de la zona en que se encuentran.
Es decir, que no había ninguna razón para que el municipio (en aquel entonces encabezado por el hoy senador Adrián Rivera Pérez) concediera los permisos de construcción.
Ya el personaje en mención hasta quiere ser candidato del Partido Acción Nacional a Gobernador y el TCA no resuelve el fondo de la denuncia, porque dicen los empleados del propio tribunal, "hay gato encerrado".
Las audiencias al respecto no se logran desahogar, porque entre los magistrados y los accionistas de Altitud se menciona a los Bribiesca (hijastros del ex presidente de la república Vicente Fox), se da un juego muy interesante, cada vez que se va a ventilar el tema entre las partes se suspenden labores por amenazas de bomba, de todo ello ya está bien enterado el personal, de esa manera no tienen que dar muchas explicaciones a la contraparte.
Otra cosa que se mencionó entre los empleados, es que Martín Jasso tiene como brazo derecho a una secretaria de apellido Marquina, la trae desde su despacho y es la de todas las confianzas, a través de ella el magistrado en cuestión realiza todos los asuntos delicados y de interés personal.
Por ser cabeza de sector, el TCA tendría que reportarse con el Poder Judicial, pero lo que igualmente se afirma es que hasta hoy, se están pasando por el arco del triunfo la autoridad de Miguel Ángel Falcón Vega. ¡Qué le parece!