Muy lejos están llegando los niveles de violencia en el estado, la fuerte presencia de cuerpos policíacos de carácter federal, incluyendo al Ejército Mexicano no ha logrado inhibir el atrevimiento de la delincuencia organizada que sigue cobrando víctimas a cada paso.
La realidad parece contradecir las afirmaciones de funcionarios federales en el sentido de que se ha menguado el poder de los enemigos públicos mediante la captura o eliminación de los principales cabecillas, por lo menos en Morelos no se observa ninguna contracción de tales grupos y lo que acaba de suceder se antoja una muestra más de atrevimiento.
Se necesita mucho más que presencia policíaca para contrarrestar el avance de los enemigos de la Ley, frente a tal escenario, efectivamente se antoja interesante lo que algunas figuras nacionales de los medios informativos e intelectuales están sugiriendo, un movimiento ciudadano que genere presión a fin de encontrar una salida más sensata ante el clima de inseguridad que priva en todo el territorio nacional.
Nuestra entidad se ha venido sumando a este escenario de manera importante y a pesar de que funcionarios locales aseguran que no ocupamos aún los primeros 10 lugares en cuanto a estadísticas desafortunadas del crimen, ello se debe a que somos un estado poblacionalmente pequeño comparado con el resto de las entidades, cualquier municipio mediano del Estado de México nos duplica en densidad habitacional.
Ya se consideraba que el 2011 vendría muy cargado de emociones y movimientos de carácter político que empezarían a impactar en el resto de las actividades socio-políticas, pero este suceso del edil de Temoac calienta las cosas muy anticipadamente.
La oposición, incluyendo los grupos y partidos representados en el Congreso local lo menos que exigen es un esclarecimiento absoluto de los lamentables hechos y es ahí donde se puede dar el comienzo de una batalla más allá de lo legal.
Y decimos esto, porque no es el primer caso de escándalo considerable en Morelos que al paso del tiempo pierde interés en quienes tienen la responsabilidad de proceder a fondo.
Desde esta tribuna sólo preguntaríamos a los responsables de las instituciones ¿en qué terminó la búsqueda de los responsables del entonces subprocurador Andrés Dimitriadis? Igual que Abraham, era una autoridad, no de elección popular, pero finalmente pertenecía precisamente a la institución que debe perseguir el delito.
Con tantos casos sumados, ya ni quien se acuerdo de aquello y mire que en la ceremonia de cuerpo presente en las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia se juró y perjuró que los responsables mejor no hubieran nacido, "todo el peso de la ley iría contra aquellos malvados".
Seguramente estarán muertos de la risa y cometiendo más y peores fechorías, porque no hubo la voluntad o la capacidad para llamarlos a cuentas y esto que acaba de suceder seguramente llegará al mismo fin.
Hay altísimos grados de impunidad que es lo que permite tales excesos, por más dinero, equipo, supuesta capacitación de elementos policíacos, seguimos en la improvisación, el uso de mecanismos arcaicos como la tortura para sacar confesiones de actos no cometidos.
Mediante esos instrumentos, le presentan en el acto a presuntos delincuentes que pasados los años nos venimos enterando que eran "chivos expiatorios" para justificar la incapacidad ante la población.
Desde luego que tampoco la profesionalización de los guardianes del orden resolverá este crucigrama en México o en Morelos, la delincuencia tiene sus primeras justificaciones en la pobreza y la marginación, pero por lo menos se contaría con personal capaz de investigar con efectividad y ello pondría a pensar un poco a los malvados antes de actuar con tanta inhumanidad.
Lo cierto es que desde diversas trincheras partidistas, la demanda es dar con los culpables del doble crimen en Temoac y de reestructurar las áreas de justicia y seguridad o empujarán una nueva demanda de juicio político.