Es la primera gran prueba de fuego para el tricolor si quiere ir amarrando y acrecentando sus tendencias favorables en la búsqueda del regreso a Palacio Nacional en el 2012, luego de 12 años de ausencia.
Los pronósticos no son nada positivos. Se presienten encontronazos, que al muy estilo de Guerrero pueden acabar con crímenes por la cerrada lucha que se libra en los dos frentes.
El PAN dijo sumarse a la candidatura de Ángel Aguirre, aunque, reiteramos, esto tal vez en lugar de ayudarlo le afecte, porque los realmente izquierdosos no van a aceptar ir aliados con la derecha.
Lo que ocurra en ese estado sureño tendrá repercusiones en buena parte de la zona centro del país, particularmente en Morelos, porque compartimos muchas cosas con ellos; un interesante índice de habitantes en nuestro estado vienen de aquellas tierras donde no les ha ido muy bien.
Pero además es un tema obligadamente a tratar porque a pesar de que no se vio con mucha claridad, estas cosas se manejan con discreción, priistas y perredistas morelenses se trasladaron a distintos puntos de aquel estado para apoyar a sus respectivos partidos o candidatos.
Por la cercanía, hicieron de hecho suyo el compromiso de ayudar a aportar elementos para el triunfo y por eso este fin de semana difícilmente se encontró a los líderes o legisladores priistas y perredistas en nuestro territorio; fueron parte de la lucha que libraron los guerrerenses.
Más para el PRI que para el PRD es indispensable ganar esta gubernatura. Ello los acercará un poco más en su afán de sacar al PAN de Los Pinos, y, desde luego, en seguida van por el Estado de México, aunque aseguran que aquí la tienen más fácil.
Bueno, ya se registró un primer deceso de un candidato tricolor, relacionado con el proceso electoral. Por eso hubo muchas inquietudes y temores de que en algunas regiones con fama de violencia se desataran los encontronazos.
Cada quien se dice adelante. El Revolucionario Institucional a través de su dirigencia estatal en Morelos sostiene que van a ganar con siete u ocho puntos de diferencia.
Los otros dicen que están en un empate técnico y que la adhesión de los panistas los puede situar por encima a la hora de la verdad. Lo cierto es que nada es seguro; hay que esperar el veredicto de los electores de ayer domingo.
Como siempre, las acusaciones mutuas respecto a acciones poco democráticas y legales en torno a la elección son constantes. Los amarillos insisten en que el gobernador del Estado de México y aspirante a la presidencia de la república, Enrique Peña Nieto, hizo campaña abierta a favor de Manuel Añorve, candidato priista al gobierno.
Pero los otros les recuerdan que hasta "aventureros" y presuntos grupos de choque de Zacatecas, enviados por familiares de la ex gobernadora de aquella entidad, Amalia García, estuvieron en territorio guerrerense para hacer de las suyas con todo tipo de prácticas grotescas.
El ambiente se ha calentado mucho. El objetivo así lo reclama. No es poco lo que se juegan. El PRI, sobre todo, ve en un triunfo y recuperación de esa gubernatura, un enorme avance hacia Palacio Nacional y los otros lo saben.
Hasta con los dientes defenderán su permanencia casi efímera en gobierno, que con Zeferino Torre Blanca no parece haberles ido muy bien. Igual que en otros estados, tanto azules como amarillos siguen recurriendo a candidatos de extracción priista para tratar de mantener el poder.
Ángel Aguirre disputó la candidatura a Manuel Añorve; no se la dieron y acabó abanderando la causa perredista. Por eso difícilmente ganará. Además se sostiene que Torre Blanca entró en choque con su líder nacional de partido, Jesús Ortega Martínez, y que terminó sumándose en apoyo al candidato priista, lo cual necesariamente representa más recursos económicos para ganar.
Pero, reiteramos, esto no está definido sino hasta que se dé el veredicto final. Ojalá que no se desborden las pasiones y que todo termine en santa paz, aceptando cada quien los resultados, aunque no le favorezcan.