Las expresiones de los distintos representantes de los grupos parlamentarios mostraron controversia en sus expresiones, pero al final el presidente de la Mesa Directiva, Julio Espín Navarrete, admitió primero que la credibilidad e imagen de los políticos está incluso abajo de la de los policías, lo cual es bastante grave, y luego propuso un gran pacto entre los diversos poderes, partidos, grupos políticos, Organizaciones No Gubernamentales, Ayuntamientos y sociedad civil, para hacerle frente a este delicado asunto.
No le falta nada de razón; están casi tocando fondo y debe ser materia de análisis y reflexión entre ellos. Sin embargo, tampoco es difícil llegar al origen del problema; han sido muchas decepciones acumuladas a lo largo de los años.
En el caso particular de Morelos, el recinto legislativo pareciera estar peor cada legislatura. Se llevaron todo un año para superar diferencias internas en fracciones y grupos parlamentarios.
Desde fuera se les concibe como poco responsables de su representación, con elevados ingresos y mucha burocracia que lo único que hace es consumir presupuesto.
Claro, Espín no se refirió únicamente a los diputados, sino a los políticos en general y eso igualmente es verdad. Por encima de empresarios, comerciantes, ciudadanos, son los únicos que parecieran vivir bien y sin muchas preocupaciones en medio de un entorno bastante complicado.
Eso sólo es posible al amparo de los recursos públicos que, muchos o pocos, cobijan perfectamente a quienes ejercen poder desde las instituciones, sin que respondan a las expectativas esperadas.
Desde luego que desde el exterior podemos equivocarnos en la percepción. Hay que estar dentro para saber de qué tamaño es el problema y hay que aceptarlo. El presupuesto que ejerce por ejemplo el gobierno del estado de unos 16 mil millones de pesos este año a simple vista se aprecia grande. Pero si lo dividimos entre los casi dos millones de morelenses, nos viene tocando una miseria y no es posible con ello resolver prácticamente nada del rezago histórico que como sociedad arrastramos.
Pero aun así, hay evidentemente una desigualdad abismal entre lo que ganan las mayorías con su trabajo, eso en el mejor de los casos, que tengan empleo, y lo que se lleva la mayoría de los políticos. Ése debe ser el punto crítico. Todavía en la administración pública se pueden hacer fortunas en tres o seis años de vida gubernamental.
Por eso consideramos que deberían aceptar la propuesta de Espín, que debió ser consensuada al interior de la fracción priista, y buscar explicaciones, pero dar respuestas para que puedan cambiar la impresión que se tiene de ellos de parte del pueblo.
Por lo demás, se dieron algunas intervenciones interesantes: el diputado de Nueva Alianza, Othón Sánchez Vela, orientó sus observaciones hacia el crecimiento de la pobreza, sosteniendo que de acuerdo con estudios en la materia hay más de 400 mil morelenses que no pueden alimentarse tres veces al día y su marginación crece.
Fidel Demedisis, del PRD, se fue directo en contra de la figura del gobernador Marco Adame Castillo, sosteniendo que se ha dejado manejar por el gobierno federal especialmente en lo que tiene que ver con el combate a la delincuencia; cosa que le valió una respuesta del coordinador parlamentario de Acción Nacional, Luis Miguel Ramírez Romero, en el sentido de que "es muy fácil criticar. Lo bueno sería que se hicieran propuestas y sugerencias”, luego sostuvo que la infraestructura de salud en el estado ha crecido sin precedentes.
Al evento asistieron dos ex gobernadores, Antonio Riva Palacio y Jorge Morales Barud; curiosamente hubo dos ausentes, uno del PRI, Jorge Carrillo Olea y Sergio Estrada Cajigal Ramírez, del PAN.
Omar Guerra, del tricolor, llamó a la mesura en el desempeño de responsabilidades oficiales y sobre todo a evitar el pillaje y enriquecimiento que todavía es común en nuestro entorno cercano.
En fin, fue una más de las sesiones solemnes en las que los representantes populares se comprometen a cumplir algunas metas que en la mayoría de los casos no cumplen; de ahí el descrédito popular.