Se llegó a presentar un ambicioso programa de capacitación de operadores, porque ya ve que la mayoría son unos patanes que lo tratan como limosnero.
En acuerdo con los permisionarios, se comenzó a trabajar respecto a la sustitución de vehículos que andan francamente deshaciéndose y caminan de milagro, que además son de alto riesgo para los usuarios.
Hubo convenios con instituciones bancarias para la solicitud de créditos y en términos generales podemos decir que hubo algunos avances, pero todo en la actividad pública es un ciclo y el empeño que en aquel entonces puso el secretario de Gobierno Jesús Giles por modificar para bien esas inconveniencias, se vino abajo, porque además también se removió a quien era el titular en la DGT.
Alva Meraz, todo parece indicar, llegó para establecer nuevos arreglos, empezar a trabajar en relación a un buen trato con los transportistas, más con fines electorales, que para convencerlos de que hace falta meterle inversión a su negocio y todo se acabó.
Hay líneas, como la Interescolar, que funcionan porque Dios es grande, los asientos están desprendidos y rotos en buen número de unidades, en lugar de ventanas, para evitar que en este tiempo de lluvias el pasajero se moje, les colocan plástico, es decir una auténtica vergüenza.
Es imposible que un automotor en esas condiciones pueda pasar la revista mecánica, la verificación vehicular que se supone es requisito indispensable para todos y qué decir del modelo, tienen 20 años o más, cuando la ley establece que a estas alturas sólo pueden circular modelos del 2001 a la fecha, es decir no más de 10 años de antigüedad.
¿Cómo es que a pesar de todo eso transitan sin ningún problema? Pues eso sólo se explica mediante actos de corrupción, porque de otra manera ya habrían sido llevados al corralón y de ser así dos o tres líneas de rutas se quedarían sin parque vehicular para trabajar.
Pero está a la vista que en aras de que los empresarios del ramo desistan de su demanda de volver a incrementar las tarifas, el señor director los está dejando que hagan lo que les viene en gana, en una actitud fraudulenta ante los usuarios que deben soportar la mala calidad del servicio.
Alva Meraz es uno de los candidatos panistas perdedores del proceso electoral del 2009, tras ser diputado local pretendió regresar como edil a su tierra y el Partido de la Revolución Democrática lo dejó en el camino.
Pero como parte del actual sistema de Gobierno y miembro de un grupo selecto de personajes que deciden en materia de ejercicio público de Gobierno estatal, le abrieron espacio en la DGT, que es un refugio ideal para hacer negocio económico y además buscar amarres y consolidar clientelismo político-electoral.
Si por resultados fuera, ya habría sido puesto de patitas en la calle, porque ha sido un verdadero fraude, pero ese no fue el propósito de su arribo, sino todo lo contrario, "llevar agua" al molino electoral, aunque habrá que ver si le resulta, porque los permisionarios son muy marrulleros, se saben bastante bien todas esas estrategias y si llegado el momento a sus intereses no conviene jalar por ese lado, les darán la espalda tranquilamente, de eso no hay duda.
Pero es oportuno recordarle a Alva Meraz que por las razones o compromisos que sean, ha permitido una degradación preocupante en el nivel de calidad de la prestación del servicio de transporte público y en el resto de los conflictos muy característicos de este sector, tampoco hay mejora alguna.
El "pirataje" sigue creciendo sin más problemas, la invasión de derroteros entre diversos prestadores del servicio en todas las direcciones de Morelos es asunto cotidiano.
Nadie es capaz de poner remedio, porque los compromisos con los empresarios deben ser bastante gordos, que no dan posibilidad de atender siquiera medianamente a los sufridos usuarios que tienen que enfrentarse a condiciones de todo tipo de desamparo, en este momento, por ejemplo, a recurrentes atracos, porque la delincuencia anda suelta y cobrando víctimas en todos lados y el sistema de transporte público no es la excepción.