Todavía recordamos que hasta hace unos 10 o 12 años, Morelos era un territorio de paso de todo tipo de enervantes que, en busca de mercado de consumo, venían de Guerrero o algunas poblaciones de Puebla hacia el Distrito Federal o el Estado de México.
En algún mal momento las cosas cambiaron. Los estupefacientes fueron encontrando consumidores y el negocio valió la pena, a tal grado que hoy somos una de las entidades del país con serios problemas por este cáncer que todo lo destruye a su paso.
Sí conocíamos de la presencia de personajes y figuras del bajo mundo, pero hasta aquel entonces habían escogido a Morelos como lugar de residencia y descanso. Mucho se ha polemizado respecto a que aquí era un territorio neutro, en el que cárteles y capos contrarios podían encontrarse sin que pasara nada, pero además había pactos y acuerdos que se respetaban.
Actualmente, las adicciones son el motivo principal de tantas atrocidades, crímenes, vejaciones y desde luego desintegración familiar que abona en la descomposición del tejido social.
Por eso, se nos antoja interesante este encuentro que además es auspiciado por instituciones de profundo conocimiento en materia de consumo de drogas como "Golden House", una especie de fundación que tiene años trabajando en la ciudad de San Francisco, California, en los Estados Unidos.
Y mire que sí saben de todo ello. Allá llevan varias décadas en busca de controlar un fenómeno que se les desbordó y ha convertido en lugares inhóspitos algunos reductos de esa ciudad, donde los malandrines tienen el control,
Aquí no andamos lejos de tales circunstancias. Baste decir que ya en algunas colonias de Cuernavaca, Emiliano Zapata o Jiutepec, los empresarios, comerciantes o grandes prestadores de servicios deben pagar su cuota de seguridad para no ser molestados, es decir, se ha quitado el control a las autoridades formales.
Los números y estadísticas hablan por sí solas. El gobernador Marco Adame Castillo, que inauguró el encuentro, y otros expositores en el tema reconocieron que en este momento las posibilidades de que nuestros hijos menores tengan contacto con algún tipo de droga es del 50 por ciento, más que en el pasado, o sea, los maleantes están a la vuelta de la esquina, ya sea de nuestra casa, de la escuela, del parque, a la espera de cualquier descuido para intentar inducirlos.
Morelos, pues, estaría situado en el cuarto lugar nacional como consumidor de bebidas alcohólicas, séptimo lugar en tabaquismo y el sitio 23 respecto a consumo de enervantes, números nada alentadores.
El gobierno estatal ha generado una interesante infraestructura de atención a ese mal que crece como los hongos. Se cuenta con seis unidades y 200 promotores en trabajo de concientización, pero no son suficientes, el cáncer no se detiene.
Claro, los sistemas DIF estatal y nacional hacen lo propio, y que bueno; no obstante, pareciera una batalla perdida por la merma de valores, los niveles de marginación, la falta de cuidado al interior de la familia y, desde luego, la insuficiencia de oportunidades de trabajo o educación.
Son miles de jóvenes y adolescentes que no tienen rumbo ni destino, provienen de hogares en desintegración, son hijos de madres solteras y de parejas separadas, carecen de recursos para sus mínimos satisfactores, no van a la escuela, tampoco practican deporte alguno y debido a su carencia de academia, nadie les da trabajo, o cuando logran obtenerlo, les pagan simbólicamente.
¿Cuál es el destino más seguro de todos ellos? La salida falsa, se enrocan en el mundo de la perdición, comienzan engrosando las pandillas del barrio o la colonia, donde encontrarán de entrada alcohol y cigarrillos, pero paralelamente la oferta de algún estupefaciente que los enajena y les da lucidez por algunas horas.
Es pues esa descomposición en el hogar donde comienzan los conflictos y es muy seguro que se deba a la incapacidad del padre o de la pareja para poder resolver las necesidades de su casa: no hay dinero, los pleitos se multiplican y agravan hasta que alguno de los dos decide irse, sin importarle que ya hay uno, dos o hasta tres hijos que van a quedar en medio y sin futuro ni destino. Ésa es la verdad.