Sí, la última etapa del ya afortunadamente ex auditor superior de Fiscalización, Gerardo Casamata Gómez, fue desastrosa; optó por sacarle jugosos beneficios a su "responsabilidad" pública de salvaguardar los intereses ciudadanos vigilando la escrupulosa aplicación de los dineros del pueblo.
Finalmente, los fondos presupuestales que ejercen municipios, gobierno estatal y la misma Federación tienen un mismo origen: el contribuyente que somos todos los que estamos obligados a pagar impuestos, por la buena o por la mala, para que los "servidores públicos", en efecto, se sirvan con cuchara grande.
Y hemos destacado que en su última etapa porque quienes lo vimos llegar al cargo, en sustitución de Antolín Escobar Cervantes, consideramos que inició bien, ciertamente protegiendo un poco a quienes lo apoyaron, los diputados del Partido de la Revolución Democrática (PRD), a quienes desde luego protegió, incluso a los alcaldes de esta militancia.
Pero aun así, intentó por lo menos guardar las formas haciendo suya aquella vieja expresión de políticos que refiere: "A los de casa, el beneficio de la ley; a los enemigos, todo el peso de la ley".
Sin embargo, al paso del tiempo --porque intentó perpetuarse al frente de la ASF-- se fue pervirtiendo y le entró abiertamente a los negocios; contaba con el instrumento perfecto para beneficiarse.
Es así que comenzó a negociar las auditorías con los alcaldes y como siempre hay un buen número de éstos que hacen de su administración un negocio de familia, muchas salían con graves problemas, es decir, millones de pesos imposibles de comprobar.
Casamata realizaba convenios mediante los cuales un edil con desfalco de cinco o seis millones de pesos acababa pagando una multa de cuatro mil pesos. Ahí están los casos probados de un ex edil de Cuernavaca que en las revisiones como presidente municipal, en la obra de la construcción del puente vehicular de La Selva, en Cuernavaca, resultó con delicadas observaciones por más de cinco millones de pesos. La ASF se las cambió por la multa de cuatro mil pesos.
¿Bajo qué condiciones considera usted que se llegó a esto? Cualquiera, por más desinformado que esté de estos asuntos, sabe que necesariamente se obtuvo un arreglo inmoral del que las dos partes salieron ganando.
Pero esto se empezó a multiplicar por todos lados, lo mismo con el edil de Tepoztlán que con el de Jantetelco, el de Temixco, que era Noé Sánchez Cruz, o el de Zacatepec, Gustavo Rebolledo Hernández.
Pero volviendo a los comentarios del principio, en el recorrido de la ASF pudimos confirmar el desaseo con el que ese personaje manejó la institución. Aquello es un auténtico gallinero: los documentos, aún de valía, se encuentran tirados en cualquier rincón, buena parte de los empleados debía realizar sus actividades en medio del desorden porque no había proyecto ni estrategia de trabajo. No son especulaciones; nos tocó observarlo.
El colmo de los cinismos es que todavía después de sospechas en el sentido de que se embolsó millones de pesos en convenios deshonestos con muchos hoy ex alcaldes, quiso llevarse una fuerte indemnización "por los servicios prestados".
Desde luego que la mayoría de los diputados en el Congreso local le rechazó la exigencia, no obstante que la fracción del Partido Acción Nacional lo intentó proteger.
Bueno, ésta es otra parte que hay que explicar. Decíamos que fue el PRD el que lo montó en la ASF, pero en el camino entendió que era más negocio estar del lado del partido en el poder y traicionó a los perredistas; se echó en los brazos de los azules que de esta manera pudieron salvar a algunas de sus figuras de fuertes irregularidades a su paso por la presidencia municipal.
Pero nada es eterno y la llegada masiva de priistas al Poder Legislativo fue el principio de la caída de Casamata. Los cuatro o cinco panistas y dos o tres perredistas no lograron salvarlo de la guillotina.