Con ello inicialmente se lograron los resultados esperados. Efectivamente las bandas del delito no lograban penetrar y por tanto fueron ahuyentados los raterillos y toda clase de "amigos de lo ajeno".
En esos lugares de exclusividad generalmente hay una asociación de colonos que precisamente se encarga de cobrar a los residentes las cuotas para subsanar todo ese tipo de gastos extra hogar.
Pero el delito todo lo pervierte y vulnera, y por lo visto estos lugares que lograron estar a salvo de los malosos hoy son presa fácil de las mismas calamidades, si no es que hasta peores, porque de acuerdo con las quejas y denuncias ciudadanas tienen el enemigo dentro.
Contamos con una sentida queja de residentes del fraccionamiento Las Garzas, aquí por Palmira; son ya ocho las casas que han sido saqueadas a pesar de que disponen de los sistemas de prevención antes descritos.
Se han quejado con quienes han podido sin tener respuestas congruentes. Pero sobre todo la pregunta es, ¿cuál es el papel de la asociación de colonos? Porque todos los asociados pagan una cuota que debe ampararlos ante circunstancias como éstas, o, ¿es que acaso desde la misma organización hay complicidad? Quizás no de manera directa, pero el solo hecho de no llamar a los conciudadanos para buscar alternativas pareciera hacerlos cómplices de lo que ocurre.
La teoría respecto a todo esto de parte de uno de los quejosos parece congruente; sostiene que con el paso de los años los jardineros, vigilantes, cuidadores de casas entraron en contacto con los delincuentes y son los que proporcionan todo tipo de información para cometer los robos a las casas habitación.
Es que simplemente no existe otra explicación cuando partimos del hecho de que todo el que entra y sale es registrado en la caseta de vigilancia. Sólo que esto también pudiera ser el elemento fundamental para ser víctima, porque hay quienes saben perfectamente a qué hora los domicilios se quedan solos, si hay servidumbre o no, y esta información seguramente se transmite a las bandas.
Pero además, con todos los sistemas modernos de comunicación, es bastante sencillo atracar cuando se hace en componenda con todos los posibles involucrados: basta una llamada de radio o celular para desde la caseta de entrada advertir a los raterillos que el residente ha regresado.
Ya hay una denuncia en la Procuraduría General de Justicia. Como que no es muy difícil comenzar a jalar el hilo para dar con los presuntos responsables. De entrada se tendrá que hablar con los responsables de la empresa de seguridad que presta el servicio en ese y otros fraccionamientos residenciales de esta ciudad capital.
Hay que agregar a esa lista el personal de jardinería porque tiene perfectamente ubicados los horarios de entrada y salida de los habitantes del lugar y desde luego al mismo personal de limpieza y aseo que puede estar coludido.
Bueno, también la actitud de los miembros de la asociación de colonos no es la adecuada. A decir de varios denunciantes, no han respondido a la insistente demanda de presionar por una verdadera investigación en torno a todo lo que está ocurriendo.
Incluso se ha pensado que ante la indiferencia de la asociación de colonos, se tendría que solicitar a la federación de colonos de la avenida Palmira que apoye a quienes temen que esta ola de robos siga extendiéndose desde el interior.
Pero queda claro que frente a un escenario tan pervertido, ya ni esos retenes salvaguardan la integridad física y patrimonial de las personas; los han traspasado y se les han metido en su interior. Para poder mejorar las cosas, seguramente será necesario contratar una nueva empresa de seguridad y también echarle un vistazo a la plantilla de trabajadores que tienen acceso al fraccionamiento Las Garzas, porque entre ellos está la perversión. Ojalá no paguen justos por pecadores y se tenga el talento y capacidad para actuar contra quienes realmente son parte de esas bandas que deben tener su contacto en el exterior.