Lo hemos dicho en reiteradas ocasiones: la presencia de Graco Ramírez Garrido es un factor que provocará controversia y muy posiblemente ruptura entre grupos y corrientes perredistas. El tabasqueño no logra borrar de sus antecedentes una serie de hechos que lo ponen en difícil situación.
Ya el ex legislador local y empresario automotriz, Raúl Iragorri Montoya, se le fue muy duro calificándolo de traidor y sosteniendo que con él enfrente difícilmente podrá haber unidad partidista.
A decir verdad no está mal cuando le recuerda que con base en la fuerza que traía Andrés Manuel López Obrador en su candidatura presidencial en el 2006, Ramírez Garrido logró llegar al Senado y hoy anda hablando mal de su paisano tabasqueño.
Iragorri es uno de los promotores del movimiento --ya asociación civil-- Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que impulsa AMLO. En la entidad desarrolla un trabajo conjuntamente con otros personajes como Juan Salgado Brito.
Algunos operadores de Graco andan acelerados buscando negociar con corrientes de AMLO. La verdad es que han tenido poco éxito, porque su idea es que se sumen al proyecto del senador como abanderado al gobierno estatal.
Incluso están ofreciendo algunas posiciones y candidaturas con ese afán. El asunto es que sigue una fuerte sospecha en el sentido de que los graquistas están trabajando de la mano con la derecha panista. El dirigente estatal Luis Ángel Flores Bustamante es un servil del tabasqueño y desarrolla campañas conjuntas con el PAN en contra del priismo, por ejemplo.
Todavía en buena parte de los amarillos subsiste un sentimiento de rechazo a todo lo que huele a los chuchos --Jesús Ortega Martínez, ex dirigente nacional, y Jesús Zambrano, actual líder-- por todo lo que pasó después de las elecciones presidenciales del 2006, cuando a juicio de ellos desde el CEN del PRD se traicionó a López Obrador y se validaron los resultados que lo daban como derrotado.
Graco jugó con ellos y le apuesta a su apoyo para poder ser candidato en Morelos, además de que mantiene una especie de "coqueteo" permanente con altos mandos del gobierno estatal e incluso se ha llegado a afirmar que le vienen financiando parte de su precampaña.
Todo esto lo debe conocer de cerca Iragorri Montoya, quien se adelanta y lo considera inviable para encabezar la fórmula por el gobierno morelense. Por ello es altamente posible que los golpes bajos comiencen a intensificarse.
Con mucha habilidad y aprovechando su carácter de senador, Graco ha aumentado el trabajo preelectoral, ofrece programas sociales de apoyo a quienes se sumen a su propuesta y realiza entrega de todo tipo de beneficios que nadie sabe cómo los consigue, porque representan una millonada.
A pesar de eso, las encuestas no le favorecen. Está atrás de priistas y panistas y con pocas posibilidades de crecer mucho más, independientemente de que como partido también el PRD va lejos del PAN y sobre todo del PRI.
Las tendencias más recientes lo situaban en 12 puntos porcentuales contra 13 del panista Adrián Rivera, 15 del líder estatal priista Amado Orihuela Trejo y 17 del alcalde de Cuernavaca, Manuel Martínez Garrigós, que es el puntero en este momento.
Por institutos políticos tampoco les va muy bien. Los amarillos andan entre los 17 puntos, contra 19 del PAN y cerca de 30 del tricolor. Por donde se le quiera ver, tienen escasas posibilidades siquiera de ser competentes y menos si aparecen inconvenientes y rupturas entre ellos.
Seguimos en el entendido de que hay otros que aspiran al gobierno local. Por el ala de Obrador, están el diputado local Rabindranath Salazar Solorio y el ya ex candidato del PRI, Juan Salgado.
Éstos incluso han mantenido la calma esperando los momentos legales para poder oficializar sus deseos, pero Graco piensa que les lleva mucho terreno adelantado. No hay tal, porque cuenta con mucho voto adverso de quienes no olvidan que su paso por la representación proporcional --nunca ha ganado una elección de mayoría aquí-- ha sido con base en negociaciones y componendas, traicionado a cuanto se le pone enfrente y en esta ocasión será lo mismo. Ya lo veremos en su oportunidad. Por eso la desconfianza.