Hay asuntos muy delicados que se dejan tirados con riesgo latente de que se conviertan en una bola de nieve y conflictos incontrolables por falta de cumplimiento en compromisos contraídos, porque se afirma que no hay dinero.
Xoxocotla será siempre un foco de contaminación de inconformidades si no se le sabe tratar, y hoy observamos una posición incomprensible de parte del gobierno hacia esa comunidad indígena caracterizada por la férrea defensa de sus intereses y su ancestral cultura y costumbres.
Simplemente le están picando la cresta y provocando al mantenerla en una continua manipulación de promesas incumplidas desde hace dos o tres años, porque hay acuerdos de inversiones y apoyos que datan desde aquel histórico levantamiento que obligó a los gobiernos estatal y federal a echar mano de armas y pelotones completos de agentes policiacos para someterla. Esto fue a mediados del 2008; ya estamos en vísperas del 2012 y siguen esperando la buena voluntad de las autoridades.
Ahí es una hoguera encendida; si no les responden en dos o tres días, las cosas se pondrán bastante críticas, y a diferencia del 2008 cuando la administración estatal y la federal apenas asentaban el paso, hoy ya muestran cansancio y debilidades que difícilmente les darían capacidad para hacer lo que hicieron en aquella lamentable ocasión, cuando hasta gases lacrimógenos utilizaron para doblegar a Xoxocotla y comunidades que la apoyaban.
Sabemos que no es falta de razonamiento de las instituciones o los responsables de las mismas. Hay algo que los llevó de manera anticipada a una escasez de recursos que hoy los imposibilita para cumplir compromisos añejos.
Ya lo hemos dicho aquí: se esperaba de éste un año muy acelerado en lo que se refiere a inversión pública. En su oportunidad, por ahí a finales del 2010 y principios del actual se presentaron megaproyectos y se anunció un paquete de acciones que hacía pensar en un 2011 verdaderamente revolucionado.
Se daba por hecho la concreción de la autopista Siglo XXI, del libramiento norponiente de Cuernavaca, del puente vehicular Apatlaco y de una especie de ciudad alterna hacia el sur de esta capital, sólo por citar algunos de tantos megaproyectos que se mencionaron.
De todo aquello no se sabe nada, acaso los lentos trabajos de la ampliación a cuatro carriles del tramo de la autopista La Pera-Cuautla, pero por parte de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Estatalmente casi no hay más que los por fin iniciados trabajos de recuperación del bulevar Cuauhnáhuac que debieron arrancar, por ahí, a comienzos de junio pasado.
No hay mucha claridad sobre lo que pasa, porque además incluso electoralmente al gobierno local le convendría haber cerrado un 2011 a toda intensidad para intentar por lo menos equilibrar tendencias con su enemigo a vencer en la elección del año entrante, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), pero se aprecia que ni las manos mete.
Ante este evidente decaimiento, sabemos que desde algunos niveles de funcionarios andan seriamente haciendo alianza o acuerdos discretos con los perredistas para evitar el regreso del dinosaurio.
Por lo menos así ocurrió recientemente con el presidente municipal de Jiutepec, Miguel Ángel Rabadán. Al final de un evento con el gobierno estatal lo invitaron a "trabajar juntos" con el Partido Acción Nacional (PAN) para que no gane el tricolor esa alcaldía.
Pero regresando al asunto Xoxocotla, o responden a los acuerdos pactados en reciente mesa de trabajo o se les calentará el ambiente, y aquí pudieran otros pueblos vecinos volver a conjuntar fuerzas para enfrentar a la autoridad.
No es mucho lo que necesitan, acaso lo fundamental: equipo, armas y elementos para enfrentar a la delincuencia que se les está desbordando, recuperar viejas instalaciones, tanto deportivas como de comercio, porque los signos de la destrucción son visibles ante el nulo mantenimiento, y llevar la luz a colonias abandonadas en la periferia del poblado en donde todavía no aparece el progreso.
Es lo menos que se puede exigir. Pero la insensibilidad suele hacer caso omiso de estas quejas y abonar a la inconformidad colectiva, que es lo que se está generando ahí.