Ya lo venimos observando en los primeros planos de la política nacional: partidos, grupos y organizaciones se espían mutuamente en la integración de expedientes negros, con información clasificada que en su oportunidad usarán como instrumento de desprestigio en contra de los adversarios.
El caso relacionado con la supuesta deuda del dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Humberto Moreira, es un claro ejemplo de la tendencia y rumbo que tomarán las campañas políticas hacia los cargos principales que se disputarán en julio del 2012.
Aquí en el estado las cosas van por el mismo camino. A falta de proyectos reales de desarrollo, de sugerencia en alternativas para que podamos dejar atrás años de espera por el progreso y desarrollo prometido por diversas administraciones, los políticos se enfrascan en luchas de destrucción mutua que sólo lleva a la radicalización de posiciones y polarización de fuerzas en una descarnada batalla por el control del poder que a ellos les deja dinero, comodidades, placeres.
Pero además el poco dinero disponible que debiera destinarse al intento por lo menos de sacar de la pobreza a una población creciente de marginados, es orientado hacia el despliegue de costosas campañas de promoción de imagen de figuras mediocres y acaso medianas que sólo de esa manera logran ser medio identificadas por los sufridos ciudadanos.
Tenemos información respecto a sendos archivos y documentos que contienen datos en contra de quienes se perfilan como posibles abanderados de los respectivos partidos, desde las trincheras contrarias.
Únicamente están esperando que se formalicen las candidaturas para soltar las andanadas de golpes. En mucho en ello se funda la esperanza de contrarrestar el peso y liderazgo de quienes con su esfuerzo vienen logrando compromiso de electores.
Y en no pocos casos con actos de perversidad se tratará de relacionar a los más fuertes enemigos con la delincuencia organizada, porque en esto se pierden los valores y el respeto. Se busca a toda costa alcanzar los propósitos y no para desde ahí ayudar al sufrido pueblo, sino para vivir sin problemas económicos algunos años y si es posible, acumular riqueza para pasarla bien mucho tiempo más si después de su fracasada gestión son repudiados y condenados al ostracismo.
Éste es el perfil del político actual y la estrategia de los partidos ante la ausencia de valores y de compromisos. Por eso es que no tenemos muchas esperanzas de salir del pantano.
Todo lo anterior vendrá acompañado de una serie de regalos que van desde la entrega de una playera con el logotipo del partido, la imagen del candidato, hasta el regalo de despensas para convencer a los renuentes de que ésa es la mejor opción.
¿De dónde sale tanto dinero para estos regalos? Pues imagínelo, de nuestros mismos bolsillos a través del pago de impuestos. Por eso pueden pasar muchos años sin que nos hagan caso en nuestras gestiones de mejorar el servicio de agua potable, la recolección de basura, la instalación de algún drenaje.
Para eso no hay recursos. Éstos son mañosamente desviados y retenidos, guardados para el momento preciso de las elecciones, porque ya de tanto y tanto el pueblo se acostumbró a eso y votará por aquel que le dio más, aunque sea el menos capaz y preparado para ocupar el espacio buscado.
En todas estas marrullerías nadie puede presumir de pulcro; todos desarrollan las mismas prácticas y los que logran ocultarlas mejor son los que denuncian a los menos discretos, pero andan en lo mismo.
La manipulación pues es uno de los métodos que les ha venido dando resultado a los politiquillos. Ya incluso han dejado de realizar campañas de contacto directo con el elector, como se hacía antaño, cuando las campañas eran extenuantes, prácticamente casa por casa; hoy compran espacios en medios electrónicos --radio y televisión-- y desde ahí buscan inducir los votos a su favor sin ninguna identidad con la población y menos compromiso, porque a lo lejos no se les puede pedir mucho. Ése es el ambiente al que nos estamos encaminando con motivo de la elección presidencial del 2012.