Muy recientemente, en vísperas de las elecciones para gobernador, presidencias municipales y diputados locales en Michoacán, se hablaba de una indiscutible victoria de Luisa María Calderón, del Partido Acción Nacional (PAN), con base en diversas encuestas que la situaban por encima del aspirante Fausto Vallejo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y ya conoce usted los resultados.
Pero aquí a lo corto, de unas semanas a la fecha, se nos han dado a conocer diversos estudios en la materia que muestran una distancia enorme entre uno y otro, ello dependiendo de quien sea el interesado en saber las tendencias de aquellos que aspiran a cargos de elección popular de primer nivel.
Muy particularmente nos referiremos a las que ha promovido el tricolor. Son por lo menos cuatro de dos semanas a la fecha y con resultados bastante diferentes, que lo único que generan es desconfianza y seguridad de que no se ajustan a la realidad y sólo confunden más al electorado, que finalmente tampoco las toma muy en serio.
Aquellos que buscan la candidatura al gobierno de Morelos están en una especie de guerra interna en todos los espacios. Desde luego se mueven a través de estructuras, ya sean de partido o propias, cuando no se tiene la posibilidad de echar mano de éstas.
Traen una intensa precampaña a nivel estatal que llega al levantamiento de encuestas intentado generar expectativas en la población abierta, pero cuyos números se antojan contradictorios e irreales.
Ayer, en un conocido restaurante del Centro Histórico de Cuernavaca se anunciaba precisamente el resultado de un trabajo más de opinión para medir los alcances de los aspirantes. Las tendencias, se advertía, venían inducidas a favor de quienes financiaron ese estudio.
La verdad es que se viene abusando de este instrumento que a lo mejor en su momento fue útil y realmente anticipaba triunfos o derrotas, pero con lo que está ocurriendo se le resta valor.
Y como dicen algunos personajes de la vida pública, la única encuesta que cuenta es la del día de la elección; todo lo demás son simples instrumentos que pueden fácilmente ser manipulados para atender a los intereses de quien los paga.
El asunto es que nos estamos quedando sin métodos para saber realmente quién es quién en la política. En el caso muy específico del tricolor, tendrá que venir el CEN del partido a desarrollar algún estudio serio para saber con certeza a quién confiarle la candidatura a la gubernatura.
Tenemos entendido que la posición del líder nacional Humberto Moreira es que sea aquel que garantice más votos, porque los quieren sobre todo para reforzar el trabajo electoral hacia el candidato presidencial.
Y no obstante las tendencias favorables frente a panistas y perredistas, entendemos que la intención es que los cuadros locales no acaben siendo una carga para la fórmula federal como ha ocurrido muchas ocasiones y no sólo en el caso del PRI, también del PAN y el PRD.
Muchos panistas, sin contar con gran presencia ni haber trabajado en una campaña ejemplar, ganaron sus candidaturas de calle en la elección del 2000, por la ola Vicente Fox; en el 2006, a pesar de que los panistas se quedaron con la presidencia de la república, la fuerza que traía Andrés Manuel López Obrador como candidato perredista hizo posible que muchos cuadros en el país y aquí en Morelos nadaran de a muertito y lograran sendos triunfos sin mayor problema. Uno de éstos es el senador Graco Ramírez Garrido que ahora quiere ser candidato a gobernador.
En la justa del 2012 todo indica que puede ser el abanderado tricolor, Enrique Peña Nieto, el que venga con aquella fuerza de los antes mencionados, pero la dirigencia nacional está cuidando que no se reproduzcan las experiencias panista y perredista y que las candidaturas se asignen a quienes realmente puedan sumar, no restar, a fin de garantizar un triunfo sin discusiones, pero acá todos intentan meterse a como dé lugar.