En términos generales, podemos hablar de una gestión relativamente diferente a las dos anteriores, la encabezada por el general Jorge Carrillo Olea, que debió ser concluida por Jorge Morales Barud y Jorge Arturo García Rubí, así como la de Sergio Estrada Cajigal Ramírez.
No sin algunos tropiezos en estos más de cinco años, Adame Castillo supo sortear las dificultades y controversias políticas que se le presentaron, y lo que más le pegó fue aquel mega movimiento magisterial del 2008, derivado de la puesta en marcha del Acuerdo por la Calidad de la Educación (ACE) que a su vez tuvo grandes repercusiones en los resultados de las elecciones del 2009. A ello debió el PAN buena parte de la pérdida de espacios.
Y, bueno, previamente tuvo que recurrir al apoyo federal para aplicar mano dura en el movimiento de protesta de los 13 Pueblos de la región sur que protestaba por el avance sin orden en la construcción de unidades habitacionales.
Fuera de lo anterior, Marco Adame ha logrado navegar por aguas tranquilas y sobre todo evitar enfrentamientos de gran alcance con otros Poderes, como le sucediera a Carrillo y Estrada frente al Poder Legislativo.
Claro, igual que sus dos antecesores, permeó la amenaza de juicio político en su contra a partir de la detención de funcionarios públicos presuntamente ligados a la delincuencia organizada, como quien fuera su secretario de Seguridad Pública, Luis Ángel Cabeza de Vaca.
No obstante, por la vía que sea pudo desvanecer esa amenaza, y hoy podemos asegurar que ya está del otro lado en ese aspecto, es decir, que logrará concluir su administración sin mayores contra tiempos, porque ya sus enemigos potenciales están ocupados en su futurismo y no tienen tiempo para pleitos estériles.
Claro, eso es por el lado político, pero en lo que corresponde a rendimiento efectivo de su trabajo, se pueden destacar algunos rubros comenzando por el relacionado con el saneamiento de aguas y el medio ambiente.
Aquí la obra más sobresaliente es la que tiene que ver con el río Apatlaco. Podrán no cumplirse las metas establecidas en la recuperación de tan importante afluente acuífero, pero el que se dejen en operación unas 15 plantas de tratamiento y kilómetros de redes de colectores de aguas residuales, especialmente en Cuernavaca, Jiutepec y Temixco, es algo de reconocer.
También se logró concientizar a los propietarios de unidades automotores de verificar a fin de evitar la emisión de gases venenosos a la atmósfera, independientemente del suministro de agua potable a cerca de 200 mil morelenses con la perforación de cerca de 50 pozos.
En lo que respecta al rubro de salud, es igualmente plausible la construcción de clínicas y hospitales para ampliar la cobertura y llevar esta necesidad básica a los lugares más apartados. Aquí vamos a considerar como la obra principal de Adame Castillo la construcción del Hospital del Niño Morelense, al cual se le habrán invertido al final de la gestión unos 600 millones de pesos, con todo y equipamiento.
Pero insistimos: sí hay avances en materia de salud. La infraestructura disponible es muy superior a la que había en el 2006; se habla del 100 por ciento. No consideramos que sea para tanto, pero de todos modos el esfuerzo no es malo.
Tenemos asimismo el aspecto de la red carretera estatal. Ya en Cuernavaca y la zona conurbada no había mucho que hacer, porque Estrada Cajigal hizo algunas mejoras, pero al interior del estado se mejoraron estructuras y se hicieron trabajos interesantes.
Incluso en el campo se avanzó en la modernización de sistemas de producción. Pero donde se queda a deber a la sociedad morelense, como será a nivel federal, es en lo que tiene que ver con la justicia y la seguridad.
En este terreno se quedó corto. Cierto, este es un fenómeno nacional que requiere de grandes acciones, pero de la manera que sea. El pueblo siente que no se hizo nada y que se empeoró; el clima que vivimos es mucho más grave que aquel de antes del 2006.