Difícilmente la Constitución General de la República omite algunos rubros de trascendencia para la buena convivencia y respeto a los derechos mutuos entre connacionales, porque además ha venido siendo complementada al paso de los años.
El problema es que seguimos inmersos en un ambiente creciente de desorden, de irregularidades, de incongruencias alimentadas por las mismas autoridades, que se supone son las más obligadas a someterse a dichos reglamentos y pensamos que hay que seguir abundando en lineamientos con la esperanza de que los excesos disminuyan.
Nos referimos al tema por el recurrente asunto de conflicto en municipios a consecuencia de la mala administración de los recursos presupuestales y de la justicia, sobre todo laboral.
Estado y alcaldías buscan de qué manera superar situaciones de quebranto financiero causado por los alcaldes salientes, que en buen número hicieron lo que quisieron con los asuntos internos de sus ayuntamientos y heredaron sólo problemas.
¿Qué habrá que normar algunos aspectos como la Ley del Servicio Civil o la Ley Orgánica? seguramente cuentan con lagunas que propician arbitrariedades y no está mal, sin embargo lo que ha ocurrido es más producto de la deshonestidad y desprecio por las leyes de parte de los culpables, que por ausencia de un marco apropiado.
Y bastaría hacernos esta interrogante, ¿cree usted que un personaje como el ex edil de Zacatepec Gustavo Rebolledo Hernández se sometería a las normas? Aquí le aseguramos que no y a sujetos como éste difícilmente se les va a poder frenar en sus ambiciones con reglas escritas, porque son de aquellos que utilizan la famosa expresión de que "las leyes son para violarlas".
Aunque hay sus excepciones, es de entender que quienes llegan a una Presidencia Municipal por modesta que esta sea, necesariamente deben tener nociones y criterios para saber cuando sus actuaciones no son las correctas, sin embargo, las cometen con premeditación.
Más que normas, lo que seguimos esperando es que con base en las leyes ya existentes, se sancione con rigor a todos aquellos que obraron de mala fe en el reciente pasado, pero por lo visto es un deseo prácticamente imposible, porque el asunto es de complicidades entre diversos niveles de autoridad, poderes y partidos políticos que se encubren entre sí.
Y ya a estas alturas podemos comenzar a pronosticar excesos en alcaldías como la de Huitzilac, porque el edil Arturo Cortés Cueto, a decir de diversos vecinos de esa cabecera municipal, llegó al cargo para convertir la administración en una bolsa de trabajo para amigos, compadres, familiares e influyentes.
Y como van aparecer dos o tres más a los que, en todo caso, desde ahora se les debería llamar la atención para intentar por lo menos anticiparse a posibles desastres al final del trienio. El asunto es que ¿quién puede hacerlo? tal vez el Poder Legislativo, porque ante el Gobierno estatal el alcalde va ampararse en la autonomía.
Es ética, vocación de servicio, entrega en el trabajo, lo que ha empezado a escasear desde hace buen rato, no sólo en Morelos sino en todo el país y no vemos indicio alguno de corrección, por el contrario, vamos de sorpresa en sorpresa.
Sin embargo, presidentes municipales y funcionarios estatales consideran que buscar reformar a algunas leyes, pudiera evitar más quebrantos en lo sucesivo y han acordado empujar por ahí.
Y esto de aportar el 5% de sus participaciones mensuales para integrar un fondo de contingencias sólo es generar ahorro de su mismo dinero. Ojalá sirva de algo.
Lo que sí llevan de ganancia son los 60 millones que, se dijo, les darán a fondo perdido, aunque ellos tendrán que comprobar en qué lo invirtieron.