El Partido Acción Nacional (PAN) ha sido uno de los institutos que más ha calentado el ambiente verbal desde hace buen rato, han llegado incluso a solicitar la intervención del Ejército mexicano a fin de que se haga cargo de la seguridad de la elección, porque continúan quejándose de amenazas y hasta persecución de la delincuencia organizada.
Bueno, incluso el aspirante panista a la presidencia municipal de Cuernavaca, Luis Miguel Ramírez Romero, denunció que desde el gobierno estatal se viene amenazando a transportistas, tanto taxistas como ruteros, y a comerciantes, a fin de que no voten por ellos. A eso, el secretario de Gobierno Matías Quiroz contestó: “quien denuncia comprueba, así que presenten las evidencias para poder actuar”.
Pero ya anteriormente diversos cuadros del panismo vienen haciendo lo propio, aducen que hay un clima de riesgo en algunas zonas del Estado y eso sólo muestra el calor con el que se van a presentar las cosas en el reducido periodo de campañas con que se contará ahora.
Los candidatos van a gozar de escaso mes y medio para desarrollar su trabajo de cercanía con el electorado, a finales de mayo concluirán los recorridos, mensajes, spots y todo aquello que tenga que ver con su promoción en busca de conquistar voluntades, ya sabe usted que tres días antes de ir a las urnas, tendría que estar fuera todo tipo de publicidad.
No ocurre así, ese es otro gran problema de inequidad por más que se le busca, mediante reformas y cambios de normas mostrar mayor equilibrio en el uso de recursos partidistas y de los mismos cuadros para jalar adeptos, vemos serios problemas de imparcialidad.
En el proceso pre-electoral pudimos apreciar la enorme distancia que sigue habiendo entre aquellos partidos y personajes que tienen dinero y los que adolecen de todo. PRI, PAN, PRD se despacharon con la cuchara grande y ¿quién sanciona esos excesos? tendría que ser el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (Impepac), recién creado, dizque con instrumentos ahora sí suficientes como para hacer justicia en la materia. Pero qué dice usted, ¿está cumpliendo con su responsabilidad?, nosotros decimos que no y puede recurrir a los argumentos que sean, el caso es que seguimos con delicadas injusticias en la materia.
Pero otra queja popular que no falta en cada comienzo de un periodo electoral, es lo que tiene que ver con los recursos financieros que se llevan los partidos para sus candidatos en este tiempo, en el caso de Morelos llegamos a cerca de 90 millones de pesos y todo viene del presupuesto público, es decir que usted, yo, todos los ciudadanos, vía los impuestos, les pagamos sus gastos de campaña y mire que cada sufragio en nuestra “democracia” cuesta un ojo de la cara, con eso una familia pobre podría comprar medio kilo de tortillas y dos o tres chiles para alimentar a sus hijos.
La inquietud es porque les cubrimos sus campañas a ganadores y perdedores, los que llegan, se olvidan de que nos deben el favor y se dedican a hacer de las suyas, convierten de entrada en bolsa de trabajo los ayuntamientos, en lo que se refiere a los alcaldes; los diputados locales tampoco quedan atrás, contratan a amigos, familiares, allegados o recomendados en las mejores posiciones del Congreso.
De ahí en adelante, alcaldes y legisladores orientan toda su energía a mejorar su patrimonio familiar, van por cualquier negocio posible, en esos tres años de ejercicio al frente de las comunas o en el Poder Legislativo, tendrían que sumar como máximo, menos de cuatro millones de pesos, asumiendo que tienen además todos sus gastos pagados, pero con el nivel de vida que suelen darse, digamos que a su entrega de gestión terminarían con unos dos millones de pesos y eso concediendo mucho.
Somos testigos, pasan de una honrada medianía en materia económica, a ser dueños de negocios, bienes inmuebles, autos de lujo, gordas cuentas bancarias, es decir muestra de que no correspondieron a la confianza popular. Por eso, es que priva una honda decepción sobre las elecciones, ya nadie cree en los Santos Reyes porque hemos sido objetos de continuos fraudes, pero las cosas no cambian, ni lo harán al mediano plazo, es la corrupción que parece crecer a medida que, se afirma, se combate.
Pero independientemente de eso, llevan a la sociedad a un nivel de confrontación, calumnias, campañas mutuas de desprestigio, acusaciones con o sin razón suelen aparecer en todos lados, enrareciendo aún más el clima y la armonía social, ya hace mucho casi destruida, porque van a toda costa por lograr sus intereses. Saben que entre ganar y perder está el billete de la lotería, o sea seguir siendo simples mundanos o colocarse en un pedestal que durante tres años les dará un nivel de vida muy cerca de la gloria, porque apenas obtuvieron el triunfo, toman distancia de la gente, desde ese momento difícilmente los podrá encontrar, antes ellos lo asediaban para que les diera el voto, cuando lo hizo, lo desconocerán, es como una enfermedad irremediable en esto.
Y no se diga luego de tomar protesta al cargo, se encontrará con una serie de barreras que le impedirán llegar a su “amigo”, porque así se presentó con usted, una secretaria lo recibirá en primera instancia, lo canalizará con una más y ésta, si bien le va, con el famoso secretario particular que le va a decir: “fíjese que el licenciado -porque ahí ya todos son profesionistas aunque sólo tengan primaria- acaba de salir y no sabría cuando lo puede recibir”, pero eso será por siempre. Y si logra topárselo en algún lado, ya no se acuerda que los conoció, esa es la actitud desafortunada en política, pero la pura verdad.