Hasta ahora el recorte aplicado a la Ley de ingresos del año en curso se ha logrado sortear ejerciendo más responsablemente el dinero disponible, sin embargo, comienza a percibirse una disminución en el ritmo de desarrollo de inversiones públicas largamente anunciadas, de hecho, quienes se dedican a la actividad de la construcción, insisten en que no hay obra pública, por lo tanto, los contratos y licitaciones son mínimos.
Pero ya se ha hecho pública la decisión por parte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), un ajuste anticipado al presupuesto del año venidero por 135 mil millones de pesos, que afectarán a espacios fundamentales como la educación, la salud o la seguridad.
En tres o cuatro estados de la república, incluyendo Morelos, se viene librando una batalla campal contra la delincuencia organizada y los factores que la alimentan. Mucho se ha insistido en que la formación y preparación de las nuevas generaciones es algo inaplazable si deseamos sembrar la semilla de una sociedad más sana, por eso es muy preocupante que ahora se advierta del efecto que esa reducción presupuestal tendrá en tal terreno.
Y le pega por dos costados, porque se menciona que el programa nacional de escuelas dignas tendrá una baja de 100 millones de pesos, mientras que el programa nacional de becas, descenderá en más de 360 millones, es decir, 460 millones dejarán de llegar, aunque claro, hablamos de un recorte a nivel nacional, sin embargo, lo que se reclama en ese sentido es mayor inversión.
La cuestión del apoyo al empleo tiene ajustes, pero son mínimos, 30 millones 200 mil pesos, pero de cualquier manera, es un tema que requiere ser fortalecido, el desempleo y subempleo afectan a un buen porcentaje de los ciudadanos, sí, por lo menos en Morelos.
No es alentador lo que ocurre, sin embargo, vemos por fin al interior del gobierno, ya sea federal o estatal, movimientos tendientes a cuidar los recursos financieros, eso no se veía durante décadas, están generando conciencia en el sentido de que no se puede ya continuar en el derroche y dispendio, que pudieran quedar inmovilizados en muchas de sus funciones y eso ya lo ha padecido nuestra entidad.
En la administración estatal, por ejemplo, también se han dispuesto de dos programas de austeridad, en el primero, se trató de una baja de 601 plazas en la nómina, para generar un ahorro en el gasto corriente por 700 millones de pesos y ahora, recorte en gastos de representación, consumo en algunos servicios como electricidad, gasolina y uso de autos.
Pero a pesar de todo lo anterior, desde fuera se continúa observando todavía a gobiernos obesos, personal que no tiene mucha razón de ser, plazas con doble función y burocratismo en el desempeño de los empleados y hasta funcionarios; aún se podría gastar menos, de haber voluntad.
Miranda y Marín, unos pillos
En otro tema, como en pasadas legislaturas, algunos diputados que han decidido pedir licencia para ir en busca de otro hueso, se han llevado parte del equipo que venían usando en el recinto legislativo, pero que debe ser reintegrado, porque es patrimonio del Congreso local.
Nos referimos a Alfonso Miranda Gallegos y a Amelia Marín, que se han llevado los vehículos de uso que tenían bajo su resguardo y se niegan a regresarlos, hace tres semanas que se los vienen requiriendo y no responden, es una burla y ausencia de valores, porque ambos tienen recursos propios para traer dos o tres carros del año, sin embargo, su inclinación por beneficiarse de lo que no es suyo es inevitable.
Tampoco es el primer caso similar que vemos, eso hizo en su momento el también alcalde con licencia de Puente de Ixtla, Julio Espín Navarrete, cuando fungió como legislador en el trienio anterior, pero él se llevó dos o tres unidades, porque las traían familiares, ya que con una de ellas llevaban a un enfermo a tratamiento a la ciudad de México.
Pero lo que tenemos que censurar es el comportamiento y actitud, ¿cómo puede una persona que se jacta de ser servidor público o representante popular cometer este tipo de faltas a la vista de todos?, simplemente se confirma que muchos adolecen de calidad moral y honradez para poder estar al frente de tan delicada función.
Por eso seguimos como ciudadanos siendo víctimas de toda clase de abusos, nos enfrentamos a grupos mafiosos que logran montarse en posiciones privilegiadas para hacer desde ahí lo que les place, aprovechando incluso la protección que les brinda el fuero constitucional, que debería ser ya anulado, pues escasamente se utiliza para defender causas nobles.
La pulcritud y los buenos ejemplos se perdieron, eso era lo que les daba valor y liderazgo a los políticos de verdad, porque aunque algunos no lo crean, este país pasó por épocas de gloria en el ejercicio político y del poder, personajes que amaban a México, que si bien es cierto, disponían de beneficios importantes, también hacían el esfuerzo por ir generando condiciones para un mejor país, de esa manera se fue evolucionando, pero hace ratos venimos de reversa.
Claro, hablamos de tres o cuatro décadas atrás, cuando para un campesino, un padre de familia, un obrero, era objeto de presunción el tomarse una fotografía con el diputado, senador, no se diga del gobernador y qué decir del presidente de la república. Las guardaban como tesoros, para mostrarlas a sus hijos, nietos o bisnietos, porque era un orgullo, se les respetaba profundamente, porque se daban a respetar, hoy difícilmente vemos eso, predomina la desvergüenza, la rapiña, el hurto y las componendas entre los poderes públicos, y a los gobernados ni los voltean a ver.