Pues ayer, la sala regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) en el Distrito Federal, emitió un resolutivo en el que se manifestó por “la revocación de la decisión emitida por el Tribunal Estatal Electoral en torno a los resultados a favor del perredista Manuel Agüero Tovar”.
Contactamos al agraviado y éste aún no conocía de fondo la decisión, sin embargo, señaló que conforme a lo que le explicó el abogado que lleva el asunto, el órgano superior en justicia electoral habría ordenado al local, investigar de fondo todo lo que tiene que ver con presunciones de gastos excesivos de campaña.
Pero era lo que le veníamos anticipando, para nada la disputa por la presidencia municipal de Jiutepec está definida, la disposición del TEPJF simplemente está señalándole al Triee que no actuó correctamente y que favoreció a Agüero Tovar sin indagar de fondo lo que ocurrió en torno a gasto publicitario que desplegó éste y que a juicio de su rival, violenta cualquier norma vigente en ese sentido.
Pero ahí se dieron actos de violencia atribuidos a Agüero Tovar que tampoco han sido esclarecidos y que merecen sanciones legales bastante fuertes. Es decir, por donde se le quiera ver, el proceso de elección llegó a extremos y aún así, el aludido se dijo ganador por unos cuantos votos. Las acciones en su conjunto llevan a considerar que se robó la alcaldía, pero el Poder Judicial de la Federación parece que comienza a darle reversa.
Claro, con el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (Impepac) de su parte, el ex priísta hizo de las suyas, sin embargo, de llegar a imponer sus intereses, sería un gobierno municipal ilegítimo, porque los actos violatorios de la Ley electoral se dieron públicamente, todo mundo pudo ver cómo el propio candidato, acompañado por algunos familiares, salió a la calle a comprar conciencias como si fueran dulces, a fin de tomar ventaja.
Lo de la quema de unas urnas en la colonia Los Pinos, simplemente no tuvo nombre y muestran el estado de descomposición a que han llegado las instituciones en materia. Por eso sostenemos que el asunto no está resuelto, el afectado entregó elementos suficientes como para revertir los resultados, pero sobre todo, de acuerdo a la Ley, el rebase de topes de campaña es causal de nulidad de una elección.
Y no es que tenga que ganar uno u otro, la cosa es que se tiene que impartir justicia al respecto, no se pueden seguir tolerando actos delictivos en esa materia, porque es violar los derechos electorales de los propios ciudadanos, a partir de que su decisión mayoritaria no es respetada.
Lo anterior sólo muestra la falacia de que vivimos en un sistema democrático, que además, nos cuesta una fortuna, porque de acuerdo a estudios en la materia, somos el país donde cuesta más el sufragio ciudadano, aprovechando la necesidad de los electores.
Aquí eso de la compra de voluntades mediante una despensa, una lana o la promesa de resolver algunas necesidades colectivas, pareciera tomar más fuerza, lo que ha llevado a una total desconfianza social hacia los partidos políticos que pierden credibilidad.
Pero por lo menos aquí en Morelos durante las elecciones del pasado 7 de junio, hubo de todo, ha sido uno de los procesos más viciados de que se tenga memoria, a pesar de reformas y cambios institucionales que prometían autonomía y decisiones apegadas a la Ley.
Y en medio de ese desafortunado desaseo, nos atrevemos a decir que fue en Jiutepec donde más se vulneró la libre expresión social, por eso legalmente no hay nada sólido y seguramente habrá que esperar todavía buen rato para que se dé a alguien como ganador, aunque Manuel Agüero ya se siente sentado en la silla.
Pero de todo eso son culpables los órganos locales porque no obstante las evidencias de todo tipo de arbitrariedades, todavía le dan el triunfo a Manolo. Habrá que ver cómo responden a las observaciones del Tribunal Superior, seguramente intentarán mantener su posición, porque están muy inclinados hacia el perredista.
Más bien donde no consideramos que se den muchos cambios, es en torno a la elección por la presidencia municipal de Cuernavaca, como que ya el ambiente poselectoral aconseja dejar las cosas como están y eso podría influir en la decisión de la sala superior del TEPJF.
Claro, todo esto deberá ser ventilado en los tres meses que le restan a las actuales administraciones municipales, porque para el primero de enero ya todos los ediles deberán asumir cargo con apego a derecho.
Pero la verdad es que como electores somos los principales responsables de que nuestras decisiones sean pisoteadas, no hemos logrado como sociedad en su conjunto, desterrar esos vicios ya históricos que permiten el ascenso de “representantes populares” con base en el poder económico.
Tal vez nos resuelvan algunas necesidades durante uno o dos días, pero en los restantes tres o seis años –según sea el caso- nos cobrarán con creces las regalías y dádivas mediante las cuales compraron nuestros votos y es por eso que una vez que alcanzan sus objetivos, nos cierran las puertas y no tenemos calidad moral para reclamar, porque ya pagaron el favor.
Para intentar enderezar el camino en todos los niveles, habría que comenzar precisamente por la manera como elegimos a nuestras autoridades, que no siempre son aquellas que tienen los mejores perfiles y la voluntad o vocación de servicio. Para acabar pronto, suelen llegar los peores, aquellos que hacen compromisos hasta con el diablo con tal de conseguir recursos económicos para la compra de voluntades. Y luego, pues a agarrar con las dos manos para recuperar la inversión.