Ayer, durante la toma de protesta del Consejo Consultivo que le dará seguimiento, se hizo énfasis en los alcances y metas previstas, en lo que corresponde al objetivo fundamental, reducir los índices de contaminación que se generan en esta parte de la ciudad de Cuernavaca, por la ausencia de medidas correctivas en ese sentido.
Ángel Adame, con la representación del comercio organizado, es quien encabeza el consejo, pero quedaron integrados muchos actores de la vida política, económica, cultural, artística o ciudadana, aunque hubo notarias ausencias en esa representación, una de ellas, la del sector transporte.
La fundación Centro Mario Molina es uno de los principales patrocinadores de la Ecozona y su representación ofreció algunas opiniones y datos respecto a factores que son parte importante en la descomposición del medio ambiente en la parte centro de la capital.
Se dijo por ejemplo, que “conforme a un estudio de impacto ambiental desarrollado por la fundación en el Centro Histórico y áreas cercanas, es el servicio de transporte público el que más emisiones de carbono emite en esa parte de Cuernavaca”.
Y además se indicó que “el 50 por ciento de las unidades del transporte colectivo tienen mínimos márgenes de vida útil y un 40 por ciento ya es obsoleto”, o sea, no cumple con las normas que establece la Ley Estatal del Transporte y eso significa que únicamente el 10 por ciento de automotores o rutas se ajustan en edad, condiciones físicas y mecánicas que ordena la norma.
Claro, también se insistió en que el descuido histórico de autoridades estatales y municipales permitieron la avanzada de toda clase de comercios ambulantes y semifijos, con las consecuencias que ello implica, contaminación, basura, mala imagen, pero lo que habrá que combatir si se quiere en efecto cambiar las condiciones actuales del primer cuadro, es esa anarquía y desorden en el transporte público.
El propio titular de la dependencia, Jorge Messeguer Guillén, admitió que “lo que ha dicho la fundación no es nuevo, efectivamente, ellos tienen un estudio al respecto muy completo que nos han compartido y que indica que hay que hacer algo para modificar las cosas”.
Pero adelantó que “el año que entra, todos los permisionarios tendrán que renovar sus títulos de propiedad de sus unidades y ya deberán cumplir con las exigencias legales, para ello, se les dará un plazo de entre tres y seis meses, a lo mejor en algunos casos algo más, pero definitivamente habrán de mejorar sus camiones”.
Si bien es cierto que en puerta se encuentran inversiones a fin de continuar con el cumplimiento de metas en torno a la Ecozona, como en el caso de la remodelación de la Plaza de Armas, será fundamental hacer algo real en torno al transporte público, de otra manera el argumento de convertir ese espacio céntrico en el primer proyecto en su tipo de América Latina, será sólo otro castillo en el aire.
Se recordó que la remodelación de la calle Guerrero para uso peatonal sigue siendo materia de conflicto, la mejora en los callejones de Correos y el cubo, por el lado del museo Cuauhnáhuac, así como el saneamiento de una parte de la barranca de Amanalco, son partes de este desarrollo que va por la recuperación ambiental integral de la zona central.
Pero por lo que se indicó, dos o tres calles más se harán peatonales, cosa que empuja hacia la complicación del conflicto de buena parte de los comerciantes con la autoridad estatal, aunque oficialmente se insiste en que los efectos negativos son mínimos ante las ventajas y bondades que se obtendrán una vez completada la obra.
Ojalá que lo anterior obligue a las instancias competentes a una modernización y dignificación del servicio del transporte público, porque aquello no cambia desde hace décadas, por el contrario, se viene empeorando. Hará cosa de 30 años, por ahí a mediados del sexenio de Lauro Ortega Martínez, se decidió acabar con el histórico “pulpo camionero”, que consistía en viejos camiones que prestaban el servicio e introducir el sistema de "rutas", que fue una novedad y se arrancó con modelos prácticamente nuevos.
Pero al paso de los años el cuadro vehicular fue envejeciendo, multiplicándose y se llegó a lo mismo, la monopolización por unos cuantos, que son los que hacen el negocio, sin el compromiso de dar a los usuarios la seguridad y la atención que se merecen.
Ortega Martínez era un político de decisiones, llegó a ejercer el poder casi a plenitud, con base en su popularidad y rentabilidad como mandatario, eso le daba la calidad moral y la fortaleza para aplicar correctivos donde se requería sin mayores reacciones.
Seguramente que si hoy fuera el gobernador en turno, toda esa descomposición en diversos ámbitos de las tareas gubernamentales no se habría permitido, pero se acabaron los grandes personajes en el ejercicio del poder.