Un poco de retraso sufrió el trabajo en algunas mesas, dos para ser exactos, cuyos resultados se dieron ya al final del día de ayer y eso impedía entrar de lleno al cabildeo de los aspirantes, previo a la elección del nuevo secretario general.
Pero regresando al tema de la posición de la dirigencia nacional, para los que se inscribieron en la carrera fue visible la intención de impulsar a la secretaria de finanzas del actual comité, Gabriela Bañón, y puede decirse que romper esa inercia fue el primer triunfo de la base magisterial.
Ya entrada la tarde de ayer, se decía que ella había quedado fuera; las presiones obligaron a los operadores del CEN del SNTE a permitir un proceso abierto, a fin de evitar problemas y conflictos con los maestros, porque la inconformidad era creciente.
Y esto lo lograron mediante un acuerdo entre los demás candidatos, que ofrecieron incluso llegar a una fórmula de unidad, siempre y cuando no fuera ella. Y una vez desechada la imposición, también se admite que ya no se apreciaba ninguna tendencia superior a favor de alguien más.
La finalidad de quienes operaron el proceso, era sacar adelante un comité que uniera a la mayoría de las corrientes y expresiones magisteriales a fin de tener el suficiente liderazgo para poder hacerle frente a diversos reclamos de los representados.
No es fácil cumplir con esos compromisos si no hay cohesión interna, ellos lo saben y por eso buscaron en primer término romper los lazos que amenazaban con imponer a un secretario general que sirviera, sobre todo, a los intereses centrales. De ahí que fuera motivo de regocijo la ruptura de ese escenario.
Y decía uno de los que operaron el proceso, que desde la elección de los delegados al congreso, las cosas no se dieron como lo planeaba el CEN del SNTE. Ellos ya traían programados cierto número de participantes a su favor y a la hora de la verdad muchos se quedaron atorados. Los maestros decidieron unilateralmente a quién enviar y ahí se les comenzó a caer el escenario.
Sin embargo, lo más significativo para todos es que no se enfrentaron grandes dificultades, como se llegó a considerar. Porque nunca se descartó que contingentes de la disidencia se hicieran presentes, así fuera en el exterior, para echarles a perder la fiesta. Por encima de preferencias a favor de algunos de los contendientes, el congreso se desarrolló normalmente.
NIÑOS EN SITUACIÓN DE CALLE
En otro tema menos agradable, cada vez proliferan más los niños en situación de calle, sobre todo en Cuernavaca. Los principales cruceros de la ciudad dan fe de cómo menores de edad -desde los tres o cuatro años a los 17- desarrollan distintas actividades a fin de pedir dinero a los automovilistas.
De acuerdo a estadísticas del sistema DIF Morelos, la cifra alcanza los 450 y cada vez son más, algo que comienza a ser motivo de preocupación, porque legalmente no les está permitida esa actividad al no contar con la edad suficiente para ello.
Incluso, desde el Congreso local se viene sugiriendo la disponibilidad de algún recurso económico etiquetado exclusivamente para apoyar a esos menores, en busca de que inicien o continúen su formación educativa. Porque ese es el detalle: la mayoría no va a clases como corresponde.
Algunos que sí lo hicieron han desertado, ya sea por voluntad propia o por disposición de padres o tutores, que finalmente son los que los inducen a esas labores para poder conseguir ingresos. Y no son muy raquíticos que digamos, se menciona que hay aquellos que logran más de 200 pesos diarios.
En un número significativo de plano viven solos, al amparo de otros compañeros en la misma condición de calle. Buscan un refugio donde pasar la noche y carecen de apoyo familiar. Uno de ellos comentaba que “improvisamos toda clase de utensilios para la elaboración de los alimentos”.
Y ponía ejemplos, “conseguimos botes o tambos, cuyos asientos los utilizamos como comal y también nos distribuimos la carga de trabajo, hay quienes están encargados de preparar la comida o la cena, otros, sobre todo en la noche, van a conseguir los alimentos de la manera que sea”.
Finalmente, al paso del tiempo, entre ellos se constituyen como una familia, donde los mayores tienen la responsabilidad de velar por el bien de los más pequeños. En esas circunstancias, decía otro, no hay miedos, porque “nos acostumbramos a vivir en la intemperie y en las sombras de la noche, además, en nuestras condiciones, conocemos a todos aquellos que se dedican a actividades no legales, además de que no tenemos nada que dar”.
Lo más recurrente es comprar una caja de chicles, dulces o chocolates y salir a las calles a ofrecerlos a cambio de algunas monedas, refieren, pero también a aprovechar el alto de los semáforos en las principales avenidas para limpiar los parabrisas de los autos y pedir algo, aunque se quejan de que la mayoría los rechaza.
De cualquier manera, la capital del estado es un buen punto para ellos en la práctica de la indigencia, pero tienen sus lugares predilectos: donde inicia la calle Guerrero, en el semáforo con Alta Tensión, el crucero de Teopanzolco con Plan de Ayala o la glorieta de La Luna, por la gran circulación vehicular.
El punto es que desde el nivel de la autoridad, se comienzan a buscar alternativas para intentar combatir el fenómeno, reflejo de la insuficiencia de oportunidades y de atención a grupos marginados, que de esta manera intentan resolver sus necesidades mínimas de sobrevivencia. La propuesta iría en el sentido de ofrecerles alguna beca a cambio de que regresen a las aulas. Pero no es fácil, haciendo lo que ya les gusta, se sienten libres.