Y decimos lo anterior, porque en más de un caso, como ocurrió en Temixco, desde los mandos superiores se estuvo recurriendo al engaño frente a sus propios trabajadores ante la imposibilidad de cumplirles con el pago de un esfuerzo ya desarrollado. Dejaron a sus empleados abandonados, sin salario ni prestaciones; huyeron como cobardes, porque se sabían culpables.
Y eso mismo hicieron frente a proveedores y prestadores de servicio, que con justicia exigían el cumplimiento de contratos legalmente firmados, pero que ante la insuficiencia presupuestal, por el derroche que protagonizaron, buscaron escapar de los compromisos, dejándole toda la carga al que sigue.
Salvo raras excepciones, aquellos que hace tres años ofrecieron cambiar el rumbo de los ayuntamientos, con austeridad, honestidad y transparencia, se fueron con la cola entre las patas y concientes de que, por lo menos durante un buen tiempo, deberán alejarse de la actividad políticoelectoral, no porque acepten por fin que no tienen vocación, sino porque están vetados por los electores.
Eso sí, también en su mayoría, se van económicamente protegidos, ellos sí se aseguraron de cobrar puntualmente, conjuntamente con el cuerpo edilicio y algunos “colaboradores” cercanos del edil en turno, que además, pudieron cargar las maletas lo suficiente como para no pasar hambre con los suyos, durante algunos años.
Más aún, como suele ocurrir en el ejercicio del poder, independientemente de engordar sus cuentas personales, cuidaron de abrir algunos negocios mediante los cuales seguirán garantizándose ingresos de sobra en el futuro inmediato, faltaba más.
Eso sí, casi todos los municipios reflejan el abandono, la pobreza de servicios públicos, la ausencia de inversiones y sólo algunos remiendos, encaminados más a justificar gastos fuera de la ley que a resolver reclamos y rezago popular.
Lo hemos dicho y lo sostenemos: como que ha sido un trienio perdido para un estado que necesita recuperar espacios en todos los sentidos, porque se encuentra a la zaga comparativamente con la mayor parte de los estados de la zona centro del país.
Pero como la esperanza muere al último, los morelenses ven en los presidentes municipales que llegan, el sueño de dejar atrás tantos problemas derivados de acciones de corrupción y desatención de sus autoridades más cercanas, que son los cabildos.
Ojalá que éstos lo entiendan y le pongan un poco más de interés, sobre todo, pensando en que si hacen las cosas por lo menos mejor que sus antecesores, podrán aspirar a la reelección en el 2018 y también en las elecciones del 2021, igual y eso los obliga a dar un mayor esfuerzo.
GUSTAVO S. ¡QUE NO HAY CULPABLES!
Y tal vez usted recuerde que en el transcurso de las protestas en contra de obras de la termoeléctrica en la zona oriente fue asesinado un activista de nombre Gustavo Salgado Delgado. En medio de las presiones se detuvo a agentes policiacos, a quienes se les atribuyó el hecho delictivo.
Bueno, pues Susana Díaz Pineda, presidenta del Centro de Derechos Humanos Digna Ochoa, ha anticipado que los presuntos culpables van a ser liberados en cuanto termine el periodo vacacional, es decir, cuando los tribunales regresen a sus actividades.
Sostiene que la decisión se tomó a partir del argumento de que les dieron una sopa de su propio chocolate a los agentes, o sea, les arrancaron la confesión bajo tortura y que entonces, el proceso estuvo viciado, no se les encontró responsables.
Pero entonces, ¿dónde están los asesinos reales? esa es la incongruencia, que el paso que se está dando, para Díaz Pineda, es ir archivando el caso, dejar las cosas ahí y propiciar la omisión. Porque lo más sensato habría sido decretar la libertad de los antes mencionados por las razones expuestas, pero mostrar a la opinión pública a los que cometieron el abominable hecho.
Y ¿hay por lo menos indicios de los asesinos? Desde luego que no, y lo que ella dice es que el propósito fue incluso manejar el tema con mucha reserva para que pasara desapercibido. Sin embargo, esas organizaciones como Digna Ochoa tienen muchos contactos y posibilidades de ser alertadas respecto a acciones como esta, y de esa manera lograron enterarse por dónde van las cosas.
Tampoco hay que alarmarse, más nos vale, porque es sólo un caso más de tantos acontecimientos similares nunca resueltos en los tiempos recientes. Por eso al altar de víctimas del delito, instalado en las entradas de palacio de gobierno llegan cada vez más imágenes de personas que corren la misma suerte.
Hay que dejar claro que las más de 40 fotografías expuestas ahí corresponden a un número similar de procesos no aclarados, por eso los familiares continúan en la lucha, buscando por todos los medios hacerse escuchar, porque mientras sus cuerpos no aparezcan, tienen la esperanza de encontrarlos con vida.
Pero el asesinato de Gustavo fue muy sonado, ocupó incluso espacios en los medios de información nacional, porque se trataba de un joven destacado por su combatividad, uno de los activistas más agudos en el conflicto de la región oriente, que por cierto ya va en descenso, porque la construcción de la termoeléctrica está prácticamente terminada y sólo falta un poco en lo referente a las redes de abastecimiento de agua.
Finalmente la mayor parte de los ejidatarios que se oponían por temor a que los dejaran sin agua, fueron declinando en la resistencia y negociando algunos beneficios colaterales para sus ejidos a cambio de permitir las acciones. Sólo que queda aquel pendiente: encontrar y castigar a los que le provocaron la muerte a Salgado Delgado, pero todo indica que no se va a poder.