Sin embargo, lo confesamos, jamás pensamos que se llegara al grado de tensión que estamos viviendo en estos momentos; podemos incluso decir que es algo inédito. Nunca, en el pasado, vimos algo parecido: lo que ocurre más parece telenovela y no la realidad.
Las posiciones son extremas de ambos lados, pero hay ya un ambiente de tensión que desafortunadamente lleva a considerar que se irá complicando cada vez más, aunque lo mejor sería que se fuera al terreno de lo legal, es decir la controversia en los tribunales federales.
Todo inició el fin de semana, con el artero asesinato de la presidenta municipal de Temixco, Gisela Mota Ocampo, que pareciera ser un suceso relacionado con lo que se vive en la capital del Estado, aunque se intente tratarlo de diferente manera.
Hay quienes, como el abogado y ex procurador general de justicia José Luis Urióstegui Salgado, aseguran –debe tener algunos elementos para ello- que el crimen fue una acción de la delincuencia organizada en complicidad con el Mando Único.
Pero tanta significancia ha tenido el caso, como la determinación de imponer el modelo policiaco al edil Blanco Bravo, acción que viene acompañada de otros hechos, igualmente cuestionables y polémicos. Como que el comisionado de seguridad Jesús Alberto Capella decidiera tomar por asalto las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública y Atención Ciudadana municipal la madrugada de ayer, sometiendo a los agentes locales y abriendo las puertas a patadas o disparos.
Más aún, lo dirían en conferencia de prensa más tarde Blanco y Carlos de la Rosa Segura, el propio jefe policiaco se atrevió a destituir al recién nombrado secretario de seguridad, y nombrar a uno suyo, cosa que se advirtió, tendrá que ir a un proceso legal.
Es pues tan complicado que por un lado como comunicadores tengamos que estar muy atentos a lo que ocurre en torno a las investigaciones y cacería de los asesinos de Gisela Mota, y por el otro darle seguimiento al conflicto político entre el municipio y el estado.
Una cosa hemos podido observar en Cuauhtémoc Blanco, el hombre se vio ayer medio sorprendido por todo lo que viene ocurriendo, no podía ocultar su impotencia, enojo y hasta temor. Y lo dijo en su oportunidad: “Sí tengo miedo, por eso he responsabilizado al gobernador de lo que le pueda pasar a mi persona, familia o equipo de trabajo, pero también tengo los pantalones bien puestos y no me voy a rajar”.
Tanto para él, como para el -según Capella- destituido secretario de seguridad Carlos de la Rosa, lo que pasó en la Secretaría de Seguridad fue un “golpe de Estado” y una ofensa, no a ellos, sino a los ciudadanos que son los que pidieron como compromiso de campaña electoral: no renovar al Mando Único.
El gobierno estatal comenzó una dura campaña contra Blanco en algunos medios de alcance nacional, éste lo viene haciendo a nivel de conferencias de prensa en lo local, pero las posiciones de ambas partes siguen siendo las mismas.
O sea, el edil se mantiene en que no permitirá que el Mando Único se quede en la capital, lo combatirán en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) si es necesario, considerando que se viola el Artículo 115 constitucional que concede autonomía a los ayuntamientos. También reclamarán legalmente por qué tomaron por la fuerza las instalaciones de la Secretaría de Seguridad cuando se trata de un espacio netamente municipal y Capella tiene su guarida en Torre Morelos.
Pero el gobieno del estado se excusa –es el argumento en los medios nacionales– en que el narcotráfico quiere echar abajo el modelo policiaco y por eso se ha determinado imponerlo por decreto en aquellos espacios donde se rechace por parte de los alcaldes.
Blanco recordó que en efecto, se reunió con el gobernador y en esa charla le dijo: “Yo no puedo desacatar la petición ciudadana de no renovar al Mando Único, pero trabajemos juntos con el Estado y la Federación. Sin embargo, él me contestó que éste es un asunto político”.
Y como en todos esos señalamientos se involucró a De la Rosa con la delincuencia, éste sólo indicó que “el que acusa debe de probar, yo estoy esperando que Graco interponga la denuncia correspondiente y entregue las pruebas que dice tener en mi contra”.
Y por lo que toca al asunto de Gisela Mota, en esta última etapa como que se venían manejando datos filtrados y poco consistentes que llevaban a pensar que pudiera haber alguna distorsión. Uno de esos datos es el referente a la presunta localización, en la fosa ubicada en Alpuyeca, del cadáver de un funcionario de Guerrero, porque sólo se filtró en principio a un medio informativo afín de la administración estatal.
Desde el gobierno estatal se advertía que en cuestión de horas quedaría esclarecido el asesinato de manera total, ello implicaría que no sólo atraparían a los ejecutores de la perversa acción, sino también a aquellos autores intelectuales y en espera de eso estamos. Pero insistimos en que tanto en lo que se refiere al enfrentamiento Cuauhtémoc-Graco, como en el tema de Gisela Mota, tenemos que estar muy al pendiente, porque los casos dan para mucho más.
Lamentablemente se truncó un interesante proyecto que traía la hoy occisa para Temixco, como ella misma lo dijera en la toma de posesión, iría en contra de la corrupción y la delincuencia, cosa que le pudo costar la vida precisamente. Y en el caso Cuernavaca, pues los paganos de que se pretende impedir a Blanco Bravo desarrollar su trabajo serán los gobernados, a quienes no les queda más remedio que ser observadores desde la barrera. Aunque igual y comienzan a reaccionar; sólo falta que alguien los convoque y salgan a las calles en masa.