Tanto en los congresos locales, como en el de la Unión, las intervenciones de las representaciones perredistas presumían de honestidad, entrega y de lucha a favor de las causas populares, así lograron crecer en algunas regiones del país y alcanzaron el sueño de ganar algunas gubernaturas para su causa, sin embargo, en la práctica comenzaron a dejar constancia de que buscaban lo mismo que aquellos a los que criticaban, poder, dinero, placeres y fueron cayendo de la gracia del electorado.
Hay tres figuras que dan fe del doble discurso, la demagogia y la traición a la confianza concedida por los electores, Ángel Aguirre Rivera, ya ex gobernador de Guerrero, Gabino Cué, mandatario de Oaxaca y Graco Ramírez Garrido gobernador de Morelos.
Los tres han sido elemento sustancial en el descrédito y pérdida del poder público constante de esa izquierda en México. Sus administraciones lo menos que dan es vergüenza y si no han sido llamados a cuentas ante la Ley, es porque tienen complicidades y arreglos con el poder central a fin de salvar el cuero.
Aguirre Rivero fue destituido del cargo en el estado sureño, tras la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, por presunción de complicidad en tan abominables hechos y una serie de indicios más que lo hacían sospechoso de mantener complicidades con la delincuencia organizada. Ya en el siguiente proceso electoral, la población les dio la espalda.
Gabino Cué en Oaxaca no canta mal las rancheras, hoy es objeto de sendos señalamientos por acciones de corrupción en desvíos millonarios del erario público en aquella entidad. Algunos de sus más cercanos colaboradores habrían adquirido propiedades millonarias con base en los cargos públicos que detentan. Se da por hecho que no podrán mantener la gubernatura para la elección entrante por el pésimo desempeño suyo.
Y de lo que acontece en Morelos, usted viene siendo testigo, lo menos que se dice de Graco Ramírez Garrido es que ya se ha adueñado de la mitad del estado, que vía terceros, sigue adquiriendo bienes en cuantiosas cantidades que no corresponden al ingreso de un jefe de estado.
Bueno, ya hasta se le atribuye la propiedad de la nueva sede da la Secretaría de Movilidad y Transporte en Jiutepec, porque se edificó aceleradamente y ahora se dice que se paga una renta de 250 mil pesos como si estuviéramos en bonanza. Pero todo es producto de la mala fama que traen.
Lo que aquí ocurre no se había dado jamás, nunca un jefe de estado llegó tan lejos en actos de corrupción e incapacidad, Morelos pasa por momentos realmente preocupantes en manos de una administración “de izquierda” que defraudó a la ciudadanía de la manera más cruel.
Hace algún tiempo, medios informativos nacionales cuestionaban severamente la adquisición de una propiedad en la Ciudad de México, por parte de la esposa del presidente Enrique Peña Nieto. La denominaron “la casa blanca”. Por lo que se dijo en torno al caso, el inmueble habría costado unos 70 u 80 millones de pesos.
Pues acá se comienzan a conocer datos de bienes adquiridos por parte de la pareja en el gobierno y algunas de ellas, en sumas que duplican el costo de la “casa blanca”. Solo que en aquel asunto, hablamos de un mandatario nacional, aquí del segundo estado más pequeño de la República, así que proporcionalmente no hay comparación alguna.
Aquellos que se erigían como redentores y salvadores de la patria, han venido siendo motivo de sendos escándalos por reproducir y con creces, lo que decían combatir. Y el colmo del cinismo es que todavía Graco diga que buscará aspirar a la presidencia en las elecciones del 2018. Claro que a nivel de cúpula del PRD saben que sería la tumba del instituto.
Incluso, algunas figuras de los amarillos ha empezaron a advertir que si el candidato a la primera magistratura de la nación no es el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, estarían prácticamente despidiéndose también de la capital.
Es decir, estiman que si bien Mancera no ganaría la justa presidencial, sí sería un elemento que abonaría para conservar el poder en la capital, de otra manera, adiós a la metrópoli, que controlan desde 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas ganó.
El problema del perredismo es que fuera del jefe de gobierno no tienen a nadie más que les garantice voto, todos son “cartuchos quemados”, sobre todo Graco, que durante los últimos años entró en complicidades, conjuntamente con los “chuchos”, con el gobierno federal y es lo que políticamente los mantiene vivos.
En lo referente a Morelos, las condiciones a éstas alturas son ya de reconocimiento en el sentido de que el partido en el poder perderá estrepitosamente. Tampoco cuentan con cuadros para la competencia, porque Ramírez Garrido y familia se adueñaron de partido y territorio y su desprestigio viene arrastrándolos a una derrota segura.
La corrupción en la que anda inmerso es la principal razón del distanciamiento con los electores y actualmente sólo tiene cabida en dos o tres municipios, en los que logró manipular para imponer alcaldes. Sí, es por eso que las salidas más frecuentes son a Jiutepec o Cuautla, en la mayoría de los ayuntamientos corre el riesgo de ser abucheado, por eso evita actos abiertos.
Los malos gobernadores emanados del PRD son entonces los que tienen de rodillas a su propio partido, las consecuencias las vienen pagando, tempranamente perdieron el corredor que buscaron durante años, Ciudad de México, Morelos, Guerrero. Es casi un hecho que se les va Oaxaca y si eso fuera poco, también los focos rojos comienzan a prenderse en lo que corresponde a la capital del país, que es la joya de la corona.
Si eso aconteciera, simplemente estaremos en la antesala de la despedida de una “izquierda” que no supo estar a la altura de su tiempo, por políticos mercenarios como Graco Ramírez, aunque éste seguramente volvería a lo que sí sabe hacer, el trabajo sucio al sistema.