La semana pasada llamó mi atención un tuit donde se presentaba la información de la evolución del porcentaje de la renta nacional en manos del segmento más rico de la población (10%). Este gráfico disponible en el tuit [1] muestra que para México el 30% de la renta nacional está en manos del 10% de la población. En mi opinión esta desigualdad es lacerante, una opinión que fue compartida y enfatizada por colegas.
Así, a pesar de que esta opinión me parecía que tendría consenso, me sorprendí al leer las respuestas al tuit original. En ellas se polemizaba sobre que lo importante era combatir la pobreza y no la desigualdad. Me parecen extrañas estas precisiones. El combate a la pobreza y el combate a la desigualdad son necesarios para construir situaciones donde tengamos bienestar social. Combatir la pobreza y combatir la desigualdad son dos objetivos relacionados pero, parece ser, distintos para construir una sociedad sustentable.
Aunque ambos están interrelacionados, abordan aspectos diferentes de los desafíos ambientales, sociales y económicos que enfrenta México.
Déjenme en pocas palabras intentar resumir las posiciones.
Podemos decir que el combate a la pobreza se enfoca en la reducción de la pobreza extrema y la mejora de las condiciones de vida de las personas que viven en situaciones de pobreza. Esto implica proporcionar acceso a servicios básicos como vivienda, educación, atención médica, alimentación y agua potable. El combate a la pobreza busca garantizar que todas las personas puedan satisfacer sus necesidades básicas, sin pretender una distribución igualitaria de los recursos.
El combate a la desigualdad se refiere a la reducción de las disparidades socioeconómicas entre diferentes grupos de la población. Esto implica abordar las desigualdades en la distribución del ingreso, el acceso a oportunidades educativas, el empleo, la salud y otros aspectos que han sido considerados implícitamente en los “pactos sociales” que hemos asumido. El combate a la desigualdad busca garantizar una distribución más equitativa de los beneficios económicos y sociales, promoviendo la inclusión y la justicia social, sin pretender que impere la pobreza en la población.
Cuando privilegiamos una visión sobre la otra, estaremos optando por concepciones sociales diferentes.
Sin embargo, cuando observamos que compartimos un planeta con recursos finitos y limitados queda claro que el enfoque debe ser simultáneo: sin combate a la pobreza y a la desigualdad la construcción del bienestar social es imposible.
Pensemos en un escenario hipotético donde los recursos fueran infinitos, el enfoque principal podría ser el combate a la pobreza.
En este caso, se podría trabajar en la erradicación de la pobreza extrema garantizando que todas las personas tengan acceso a los recursos necesarios para satisfacer sus necesidades básicas. La idea sería brindar oportunidades y apoyo para que las personas puedan mejorar su calidad de vida, ya que no tienen que competir por recursos, pues son, en este escenario, ilimitados.
Por supuesto, ese escenario no existe. Como ya mencioné, vivimos en un planeta donde los recursos son limitados. Así, para promover el bienestar social, es decir, para que las personas y las otras especies en el planeta vivan con bienestar, el enfoque debe desplazarse hacia el combate a la desigualdad.
Debemos aceptar que para que estemos bien otras personas también deben estar bien y con ello evitar la competencia por los recursos escasos. En este caso, es importante garantizar que las distribuciones de los bienes estén en concordancia con las necesidades, evitando el acaparamiento.
En un mundo limitado, para que unas personas sean ricas y tengan mucho otras deben ser pobres y tener muy poco.
La distribución de los recursos en la actualidad sigue una distribución paretiana (en forma sencilla, esta distribución indica que el 80 % de la “riqueza” la tiene el 20 % de la población). Es decir, hoy en México y en el mundo hay una desigualdad lacerante.
Por supuesto, en todas partes las personas desean ser partícipes de los recursos y buscan trabajo con mejores salarios, buscan educación, capacitación, defienden sus entornos, migran, etc., todo con el afán de tener bienestar. Estoy convencido que para que cada persona tenga bienestar se debe promover el bienestar social, es decir, que se comparta el bienestar entre la población. Esta repartición no debe ser paretiana y también estoy consciente de que no es igualar a la población en la pobreza.
Insisto: solamente combatir la pobreza no construye bienestar social.
En resumen, la estrategia para construir una sociedad sustentable con bienestar social debe combatir tanto la pobreza como la desigualdad, adaptándose al contexto específico y considerando la disponibilidad de recursos de cada entorno.
Un enfoque integral que equilibre la justicia social, el desarrollo económico y la protección ambiental es esencial para lograr una sociedad equitativa y sustentable.
[1] https://twitter.com/DepreEconomica/status/1667161939900866562