El día de ayer me agradó leer uno de los encabezados de primera plana de La Unión de Morelos: “Suman esfuerzos Cuernavaca, iniciativa privada y academia”. En esta nota se narra el evento donde se dio a conocer la creación de un proyecto de intervención gestionado por la UAEM y en colaboración con el Consejo Consultivo de Turismo del Municipio de Cuernavaca (COCTUR) y el Instituto de la Enseñanza del Español de Cuernavaca.
En este evento se delinearon actividades que retoman acciones que pueden aportar servicios con valor de intercambio y que promovieron la economía de esta ciudad en el pasado.
Este tipo de acciones me alientan, pero también evidencian que no hemos podido sostener actividades que aporten elementos para construir bienestar en nuestra población.
En el pasado ha habido algunas administraciones estatales o municipales que han pretendido apalancar actividades con las colaboraciones entre sectores empresariales, académicos y gubernamentales. Estas actividades han mostrado beneficios parciales y lamentablemente han sido sustituidas y borradas con las diferentes transiciones gubernamentales.
Cada trienio en las ciudades mexicanas hay cambio en las autoridades y con ello el imperio de la frase “borrón y cuenta nueva”, que no permite reconocer algunas estrategias que con modificaciones incrementarían su impacto positivo en nuestra vida.
En cambio, se pretende iniciar desde cero estrategias.
Lo hemos mencionado muchas veces, es necesario construir sistemas de indicadores que nos ayuden a evaluar las estrategias gubernamentales, en lugar de llegar con aires de grandeza y sustituir todo lo anterior por planes sin sustento.
En este sentido, como sociedad hemos fallado y no hemos tenido la capacidad de definir planes a largo plazo.
La planificación a largo plazo en las ciudades es esencial para crear entornos urbanos más sostenibles, habitables y equitativos, y para abordar los desafíos que enfrentan las comunidades en el futuro. Esta planeación es una herramienta valiosa para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía, promover la economía local, proteger el medioambiente y mejorar la seguridad pública.
Considero que con estas características de la planeación de largo aliento podemos definir objetivos que beneficien a las generaciones futuras y las oportunidades de llegar a acuerdos entre las diferentes visiones políticas aumentan.
Estas planeaciones deben estar basadas en aspectos integrales como el ambiente, la economía y la sociedad.
En cuanto la sostenibilidad, la planificación a largo plazo permite a las ciudades orientar su crecimiento considerando factores ambientales, sociales y económicos.
Esto ayuda a evitar la sobreexplotación de recursos, la degradación del medioambiente y la segregación urbana. También puede conducir a la creación de espacios públicos bien diseñados, áreas verdes accesibles, infraestructuras eficientes y sistemas de transporte público eficaces.
A la vez, planear permite anticipar las necesidades de infraestructura y abordarlas de manera proactiva. En cuanto a la movilidad, se podrían diseñar sistemas de transporte público eficientes y fomentar el desarrollo de infraestructuras para peatones y ciclistas, reduciendo la congestión del tráfico, para disminuir la contaminación del aire y mejorar la movilidad en la ciudad.
Una planificación cuidadosa puede promover la inclusión social al considerar las necesidades de todas las personas, incluyendo a los grupos vulnerables y propiciar una distribución equitativa de servicios y oportunidades en toda la ciudad.
La planificación a largo plazo puede aumentar la confianza de inversionistas en la estabilidad y el futuro de la ciudad, generando empleos de calidad.
También puede ayudar a preservar la identidad cultural y el patrimonio histórico de una ciudad. Se pueden establecer zonas de conservación y renovación que permitan revitalizar áreas antiguas mientras se mantienen sus características distintivas.
No debemos olvidar que para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía es preciso proporcionar acceso a servicios esenciales como agua, electricidad, transporte y educación. Las acciones de planeación de largo aliento deben atender las causas de la inseguridad pública, al diseñar estrategias que reduzcan la delincuencia y el vandalismo mediante la disminución de las desigualdades y la pobreza.
Al no planear y no tener acuerdos a largo plazo estamos renunciando a la construcción del bienestar social. Hemos malgastado el tiempo en discusiones estériles, descalificando a la otredad, en lugar de enfatizar las coincidencias y construir en la diversidad.
Celebro acciones como las narradas en día de ayer, como esta ha habido muchas otras que no las hemos sabido cultivar y enriquecer. Aprendamos del pasado y esforcémonos en verdaderamente planear construir con la diversidad un futuro que incluya a toda persona y a toda otra especie con las que compartimos nuestros entornos cercanos y lejanos.