La sombra es parte de las condiciones que promueven nuestro bienestar. Esta oración requiere contexto y de una explicación.
Cuando caminamos por las calles de la ciudad o por algún camino en el entorno rural es muy posible que escojamos hacerlo bajo la sombra. Es más, en los últimos años, cuando la temperatura se ha incrementado en nuestro planeta, las diferentes olas de calor han aumentado la incomodidad que sentimos bajo los rayos solares al caminar o movernos por nuestros entornos.
Por malas decisiones, muchas ciudades han pasado de ser lugares dedicados a las personas a ser lugares donde los automóviles son los reyes del asfalto, es necesario recobrar el verdor de antaño y recuperarlas para las personas. Enfaticemos. Por ejemplo, esperar el transporte público bajo el rayo del sol puede ser no solo incómodo y desagradable sino causa de sudoración excesiva, lo que provoca fatiga y deshidratación e incluso golpes de calor. Adicionalmente, la ausencia de paisaje urbano agradable disminuye el apetito por rodar en bicicleta o caminar y condena a una parte de la población a sufrir.
En una ciudad, las áreas sombreadas invitan a caminar, con esto se fomenta la convivencia social y la actividad comercial en las zonas sombreadas.
La verdad es que la mayoría de las personas gozamos de una caminata o una rodada en bici bajo la sombra de los árboles. El paseo y los juegos infantiles son mucho más agradables y placenteros cuando se realizan al aire libre y bajo el resguardo de los árboles; además, en esos momentos la cantidad de oxígeno generada por el entorno verde nos llena de energía al mismo tiempo que estamos disfrutando de esas actividades.
Recuerdo que en el último tercio del siglo pasado en la Ciudad de México se realizó una campaña extensa de sembrado de árboles en diferentes rumbos de la ciudad. Deseo comentar que fui testigo de que en aquella época, en lo que hoy es el Eje 3 Norte se sembraron muchas varitas de madera con unas cuantas hojas verdes en la punta que al paso del tiempo son árboles que aportan oxígeno y sombra en esa avenida. A pesar de los numerosos automóviles que transitan por esa vialidad, las diferentes tonalidades de verde hacen menos pesado el transitar tanto en auto como en bici o a pie por las banquetas. Recuerdo que en esa época también se sembraron arbolitos en las aceras, pero no tuvieron el buen desarrollo que sus congéneres sembrados en el camellón, porque la ciudadanía no participó de las actividades en forma positiva.
Estoy seguro de que estas acciones del pasado se repitieron en muy diversos lugares en la República Mexicana y hoy se disfruta de caminos con verdor. Sin embargo, hay muchos otros lugares donde la ausencia de este verdor impacta negativamente en el bienestar de sus habitantes.
Recientemente me llamó la atención un pódcast que analizaba el papel de la sombra en el bienestar de las personas[1]. Este pódcast resalta la importancia de sombrear en las ciudades y, en particular, en algunas instalaciones urbanas, como los paraderos de autobuses o de microbuses.
Es claro que se pueden construir paraderos de acero, aluminio o de concreto, pero los árboles, además de dar sombra, ofrecen otros servicios ambientales, como contribuir a refrescar el ambiente, dar comodidad visual o aumentar la calidad del aire al absorber el CO2; también las hojas atrapan partículas contaminantes y las remueven de la atmósfera. De lo más importante es el cobijo a otras especies, aumentando la biodiversidad en estos entornos urbanos, provocando los agradables sonidos matinales de las aves. Adicionalmente, si se les reserva algunos metros para su crecimiento libres de cemento fomentan la retención de agua de lluvia y, con todo ello, reducen el estrés y mejoran la salud mental de las personas en sus entornos.
En este contexto es de suma importancia que las autoridades locales de ciudades, pueblos o comunidades, elaboren y desarrollen planes estratégicos a largo plazo para la plantación y el mantenimiento de árboles en toda la comunidad, incluyendo objetivos claros, metas de plantación y un calendario de mantenimiento regular. En estos planes debe quedar claro la elección de especies de árboles que sean adecuadas para el clima local y las condiciones del suelo, enfatizando las especies autóctonas.
Es fundamental identificar áreas prioritarias donde la sombra de los árboles sea más beneficiosa, como paradas de transporte público, parques, plazas públicas y áreas de juego y esparcimiento.
Los planes deben establecer un programa de mantenimiento regular que incluya poda, fertilización y control de plagas para asegurarse de que los árboles se mantengan en buen estado y proporcionen sombra de manera efectiva y los demás servicios ecológicos.
Recordemos las plagas que están atacando a diferentes árboles en diferentes ciudades, incluyendo a los ficus en Cuernavaca y que han provocado la muerte de palmeras y otras especies y la necesidad del cuidado que debemos darles. Este plan debe incluir informar a la comunidad sobre la importancia de los árboles y los beneficios socioambientales que aportan. Adicionalmente, mediante esta actividad se debe fomentar la participación ciudadana activa en programas de plantación y cuidado de árboles. Nuestro apoyo es esencial para la plantación y el cuidado de los árboles en nuestras comunidades y es parte imprescindibles para construir ciudades vivibles mediante la sombra de los árboles, que no solo nos protege de la radiación solar, sino que ofrece protección ambiental y social a nuestras comunidades.
[1] https://99percentinvisible.org/episode/shade-redux/