Ya he mencionado la alegría que provoca un hallazgo literario afortunado en la vida de los lectores. El de la literatura es un universo vasto, lleno de grandes obras y autores inmortales. Pero nos falta tiempo para leer todo lo que uno quisiera…
En esta ocasión vuelvo a los Balcanes, con un libro de cuentos titulado Vista al Tycho Brahe (Arlequín, 2005; traducción de Marjeta Drobnič), del autor esloveno Jani Virk (1962). Es un volumen de 173 páginas que contiene cinco cuentos, todos escritos en primera persona.
El primer texto, «Apuntes del subsuelo», alude al título de la obra del gigante Fiódor Dostoievski. Es un relato que transcurre precisamente en Moscú. Inicia así: «Dostoievski está sostenido en el aire por fuertes cuerdas de acero, gruesas como el brazo de un niño» (p. 7).
En este caso, el Dostoievski del cuento es un obrero al que observa el narrador, quien es un periodista enviado para cubrir los festejos del aniversario ochocientos cincuenta de la fundación de la capital rusa.
Al igual que el autor de Crimen y castigo, Virk ahonda en la psicología humana; busca zambullirse hasta el fondo de los sentimientos por los que actúa el ser humano. De esta forma encontramos que el enviado recorre una ciudad que vive una nueva etapa.
Cronológicamente el cuento está ubicado en 1997; es decir, apenas seis años después de la desintegración de la URSS. Ante ello, hay una sociedad que no se ha acostumbrado al mundo de «libertad» que suponía acceder al nuevo modelo político.
A lo largo de la narración, el protagonista recorre una urbe gris, con seres que parecen inadaptados, vendedores de vodka, jóvenes que van por las calles sin saber si el futuro es ése… Luego el subsuelo, las entrañas de una Moscú monumental: el Metro, con sus señalizaciones en cirílico que el personaje apenas si puede descifrar.
El segundo es el que da título al libro. Tycho Brahe fue un astrónomo danés del siglo XVI, considerado el más importante observador del cielo antes de la invención del telescopio, cuyo nombre lleva el observatorio que se ubica en Copenhague.
La historia de «Vista al Tycho Brahe» transcurre justo en la capital de Dinamarca. Un investigador científico visita esa ciudad con el fin de realizar un informe para su trabajo. Pero se trata de un hombre desolado. Joven (treinta y siete años), pero reducido al tedio de la vida.
«La Tierra es mi único hogar y duele haberla abandonado hace ya mucho tiempo» (pp. 72-73), se duele el personaje, quien convive con su amigo danés Claus, pero le resulta complicado –sino imposible– relacionarse con los otros: «Sé que mi vida está perdida desde siempre, es la única sensación que realmente me resulta familiar» (p. 73). El personaje cuenta su estancia en Copenhague, su día a día que raya en lo absurdo y aburrido.
El tercer cuento, «En lo alto de la colina», cuenta la historia de un filósofo e historiador del arte que termina como redactor en jefe de un periódico de Ljubljana, la capital eslovena. Sin embargo, su trabajo da un giro radical cuando comienza a recibir mensajes que involucran a personajes del mundo de la política local.
En una atmósfera de pesadez, grisácea, Virk entrega un relato que conlleva suspenso y al mismo tiempo desencanto. Porque también hay un romance, un no-amor que lleva al personaje a reflexionar acerca de la llegada del amor a una vida que no lo espera, pero luego se marcha y quedan el silencio y el vacío para derramar el dolor. Es un cuento sin desperdicio.
«La mengua primaveral» transcurre en Barcelona. Un paciente esloveno que tiene débil el corazón cuenta sus días en la ciudad catalana. Entre los recuerdos de Ljubljana y su presente recorre sitios de una ciudad distinta a la que muestran las postales de propaganda turística: hay en las páginas del cuento un mundo que rechaza la vida fácil del turista que se sabe en la ciudad por determinado tiempo.
Por último, «Bajo el agua» es la historia de un buzo contada por él mismo mientras cae de una terraza al mar. Tres hombres lo han atacado por cuestiones amorosas: sostenía una relación con la esposa de un individuo que ordena su muerte.
Jani Virk intercala párrafos; en unos cuenta la historia que desencadenó la ira del esposo burlado, mientras que en los otros narra el presente del buzo en el aire, hasta que se impacta. Es un relato fascinante.
Ahí queda, pues, recomendación de Vista al Tycho Brahe, editado por un sello independiente mexicano que ha buscado apostar por otras lecturas. Y con Virk le ha atinado.
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Jani Virk ha visitado México para presentar sus obras.
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Además de Vista al Tycho Brahe, Arlequín ha publicado la novela Lo que se llevó el río, lo que se llevó el humo.
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Observatorio de Tycho Brahe, en Copenhague.