Durante millones de años, las iguanas han sido habitantes de los cálidos y secos paisajes de América, desde los desiertos de Arizona hasta las selvas del Caribe.
Sin embargo, el descubrimiento de iguanas viviendo en islas remotas del Pacífico Sur, como Fiyi o Tonga, siempre fue un misterio.
¿Cómo llegaron estos reptiles, que no pueden volar ni nadar grandes distancias, a esas lejanas islas?
Un nuevo estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, ha proporcionado una sorprendente respuesta: hace unos 30 millones de años, los antepasados de las iguanas de Fiyi cruzaron el océano Pacífico a bordo de balsas vegetales arrastradas por las corrientes marinas.
Este viaje, que superó los 8.000 kilómetros, es el primer caso documentado de un vertebrado terrestre realizando tal travesía sin intervención humana.
El equipo internacional de biólogos y genetistas descubrió que las iguanas de Fiyi y Tonga están genéticamente más cercanas a las iguanas del desierto norteamericano que a las especies de la región del Pacífico.
Este vínculo sugiere que los ancestros de estas iguanas procedían de América del Norte y llegaron a las islas del Pacífico en un evento coincidente con la formación de las islas de Fiyi hace unos 34 millones de años.
El estudio desafía teorías anteriores que sugerían rutas más cercanas, como el paso a través de Asia o la Antártida, o la existencia de una antigua línea evolutiva perdida. La genética demuestra que la única explicación plausible es que estas iguanas viajaron directamente desde América.
¿Cómo logró un reptil terrestre realizar un viaje tan largo? La respuesta radica en el fenómeno del "rafting biológico".

Este proceso ocurre cuando tormentas o ciclones arrancan grandes cantidades de vegetación, creando balsas flotantes que pueden ser transportadas por las corrientes oceánicas.
Las iguanas, con su metabolismo lento y resistencia al hambre y la deshidratación, pudieron sobrevivir durante los meses que duró el viaje, alimentándose de las plantas de las balsas.
Además, para que la colonización fuera exitosa, al menos una hembra fecunda o huevos en desarrollo tenían que haber formado parte del viaje. Y, efectivamente, su descendencia dio origen a las especies únicas que hoy habitan las selvas de estas islas.
El trayecto entre América del Norte y Fiyi es de unos 8.000 kilómetros, lo que lo convierte en uno de los viajes más largos conocidos para un vertebrado terrestre. Aunque casos similares han sido documentados en aves, murciélagos o insectos, nunca se había registrado algo comparable en reptiles.
Este hallazgo revoluciona nuestra comprensión de la dispersión de especies. Hasta ahora, se pensaba que las colonizaciones a largas distancias eran improbables. Sin embargo, el estudio muestra que este tipo de migraciones es más común de lo que pensábamos.
Un aspecto que desconcierta a los científicos es la falta de fósiles de iguanas en islas intermedias entre América y Fiyi. Esto sugiere que las iguanas pudieron haber realizado el viaje en una sola expedición épica, algo respaldado por los datos, aunque difícil de imaginar.
Las islas volcánicas del Pacífico, que a menudo emergen y desaparecen rápidamente, podrían haber sido puntos de descanso ahora sumergidos.
El estudio también demuestra que los grandes viajes no son exclusivos de especies voladoras o marinas. En condiciones adecuadas, incluso los animales más improbables pueden realizar migraciones que transforman su historia evolutiva.
Hoy en día, las iguanas de Fiyi son especies únicas y muchas de ellas están en peligro de extinción. Entender cómo llegaron allí puede ser clave para desarrollar mejores estrategias de conservación, especialmente ante los desafíos del cambio climático y las invasiones biológicas.
Este descubrimiento nos invita a repensar la evolución. Nos recuerda que la naturaleza puede trazar rutas extraordinarias, muchas veces mucho más improbables de lo que imaginamos.
Las iguanas de Fiyi son un ejemplo vivo de cómo el azar y la resiliencia pueden crear historias sorprendentes que cambian para siempre el curso de la vida en un rincón del planeta.