La mayoría de los escritores son personas desagradables, incluso si saben escribir medianamente o han ganado un poco de engañosa fama. Tengo una lucha interior por resolver el dilema de si hay que separar al artista de la persona.
Cuando era jovencito quería hacerlo todo. Participé, por eso, en aburridos y nauseabundos encuentros de escritores. Hicimos varios en la Cuernavaca (sí, andaba de organizador), pero también fui a Puebla, Toluca y Ciudad de México. La dinámica era casi siempre la misma: se invita, se reúnen escritores en una sede, se presentan y son público también, aplausos, comentarios innecesarios, burdos elogios, borracheras y mala copa.
Amo la literatura, pero no disfruto de la convivencia con grupos focalizados de escritores. No odio a las personas que se dedican a esto, los respeto a ellos y a sus obras. Siempre trabajo con escritores, haciendo libros, vendiendo, en ferias, escuelas y otros lugares. Me llevo bien con ellos siempre que sea por trabajo y en corto, pero no entiendo la necesidad de juntarnos en bola.
Admiro la obra de varios autores y, en casos muy específicos, sus vidas; me gusta platicar con alguna escritora a la vez, en persona, tomarme un café o pasear por ahí. Y ya. No pretendo encontrarme con muchos ni hacer convivios de nuevo.
A mí me gustan los encuentros con lectores, a ellos me debo (digamos), por ellos trabajo (algo así), son mis clientes y me retroalimentan honesta y claramente. Mi trabajo es escribir, el de ellos leer y juntos generamos un diálogo entre roles de diferente enfoque en torno al libro. Tampoco es que seamos amigos.
Lo que no me gusta de juntarme con escritores en encuentros es que son (somos) bastante petulantes, suelen presumirse lecturas de libros considerados “indispensables” (guácala), con comentarios del tipo “si no has leído a ________ estás en pecado” (sic). Además, los escritores suelen tener pésimos hábitos: beber sin control, fumar en espacios cerrados, acosar, no bañarse, pedir fiado, cantar desafinados, no bailar cumbia, hablar de jazz o irle al Barcelona.
¿Para qué habrían de reunirse los escritores en un encuentro si su oficio es solitario? ¿Cuál es el propósito si ningún escritor le enseña a otro, pues cada quien aprende a su modo?
El escritor no es el público del escritor, así como los lectores no leen a otros lectores. En un punto (y en el mejor de los casos), el escritor es lector y puede reunirse con otros lectores en dicha cualidad, pero el lector no es un escritor ni se reunirá por ello con otros escritores. Galimatías.
Lo propio es que los lectores se reúnan con otros lectores para leer y con los escritores para escuchar, comprar libros, leer y conversar; dicho al revés, que los escritores nos reunamos con lectores, para conocerlos, presentarnos con ellos, venderles nuestros libros, dedicárselos y dialogar, escuchando atentos sus comentarios y opiniones.
Me gustan harto los encuentros de escritores con lectores. Como en ferias de libros u otros eventos: cuando llego a una escuela donde leyeron una obra mía y acudo a platicar con los estudiantes, cuando vendo libros en lugares públicos, cuando voy a encuentros de lectores con algún tema, cuando doy pláticas a maestros o promotores.
Dejé los encuentros de escritores porque nada me aportaban como artista ni como persona, al contrario, de haber continuado, aborrecería un gremio al cual pertenezco y honro, por eso me mantengo a la distancia, conviviendo con los escritores cuando estamos en acción.
Veo los encuentros de escritores como un Club de Toby, con prácticas conservadoras y orden jerárquico. Me los imagino reunidos en un bar hablando por horas bien de Juan Rulfo y Octavio Paz o criticando a Coelho. Me aburro profundamente solo de pensarlo.
Supongo que en algunos encuentros ocurren cosas más extrañas: pactos para publicar, reseñas a modo, habladurías, quejas descontroladas, cochupos para repartir becas, oscuras ofertas de trabajo, intercambios carnales con fines editoriales y violencia sexual… pero no lo sé, ya no voy.
Cuando me invitan a encuentros, contesto: “¿Encuentro de escritores? No, gracias, yo prefiero encuentros con lectores”.
Pero de seguro solo hablo desde mi prejuicio y mi mal gusto. Gracias.