Al inicio de la pandemia con mucho esfuerzo realizaba cuatro viajes.
El taxista Alejandro Moreno asegura que por culpa de los clientes que se niegan a usar el cubrebocas los policías viales le han llamado la atención en al menos diez ocasiones, aunque agradeció que no lo han infraccionado.
Dijo que todavía hay personas que se resisten a ponerse el tapabocas con el argumento de que es incómodo y no les permite respirar.
Sin embargo, no puede negarles el servicio porque necesita el dinero.
“Les pregunto si traen cubrebocas y les pido que se lo pongan para que no me vayan a infraccionar. Algunos hacen caso pero se lo quitan adentro del taxi. Hasta que ven que el oficial me regaña se lo ponen otra vez”.
Hay mucha gente que sigue sin creer en el virus, dijo el trabajador del volante, quien explicó que para evitar contagiarse todos los días lleva puesto el cubrebocas, ofrece gel antibacterial a los pasajeros y se lava las manos por lo menos tres veces al día.
Señaló que trata de protegerse lo más que puede porque aunque ya se vacunó contra el covid-19 el año pasado, se enfermó y dejó de trabajar durante quince días.
Para no recurrir a los préstamos con altos intereses pidió dinero a su hermana que vive en Estados Unidos, pues en su casa él es el único que lleva el sustento económico.
De acuerdo con el entrevistado en los primeros seis meses de pandemia la demanda en el servicio bajó hasta en un 90 por ciento y con mucho esfuerzo lograba realizar cuatro viajes al día, por lo que sus ingresos eran de 200 pesos los cuales no alcanzaban ni para el combustible ni para la cuenta.
“Mi patrón fue consciente y dijo que no había problema si no entregaba la cuenta, pero varios de mis compañeros dejaron el carro porque les pedían mil pesos de cuenta, ahorita se ha visto una mejoría y a veces realizo hasta 20 servicios”.