No nacemos con salud mental, llegamos a tenerla. La salud mental es algo que se consigue, no algo dado naturalmente. La salud mental es algo artificial, que, por lo general, cuando se logra, sucede con esfuerzo, dinero y mucho tiempo; aunque la mayoría de las veces no se obtiene, mire a su alrededor. Para fines estéticos, hablaré no de las personas todas, sino de los escritores, específicamente de mi favorito, yo mismo. Aplausos.
Quizás pienses que estoy loco y es verdad un poco, tengo que aceptar, pero solo así, poquito, digamos bastante menos que antes, cuando no me conocías. Nací en una época que parecía buena, el inicio de los años ochenta, no sabíamos lo que ocurriría, la caída del muro de Berlín, las crisis económicas, los fracasos de esa generación llamada baby boomer. Me dirás que todas las épocas son difíciles para nacer, cierto, motivo mayor para trabajar en la salud mental personal y de los nuestros, aquellos que amamos, aunque sean escritores, insisto.
Decir salud mental tiene que ver con no estar loco, evitar quedar loco, no hacer cosas de loco, no enloquecer, estar más cuerdo que loco, no alocarse tanto, buscar el equilibrio, en otras palabras, no estar chingando ni chingándose ni dejándose chingar.
Uno de los primeros instintos o pulsiones (seguro me equivoco con el término, pero me agrada) del ser humano (tú lo eres, yo también) es buscar la mejoría. Así, me da gusto cuando veo a alguien en un estado óptimo, o cuando después de ver a alguno arrastrado en la miseria levanta el vuelo, o cuando uno que andaba en la calle se sube a la banqueta. Igual hay satisfacción personal cuando uno se siente mejor, pleno, relajado, estable.
Lo primero es aceptar que uno está bien pero bien… en un estado… digamos… con posibilidades de mejorar, que tienes áreas de oportunidad, como indica el eufemismo actual. Difícil cosa para hombres, mujeres y compañeres escritores de dura cerviz, tercos, necios, pesados, ególatras, vanidosos, ignorantes, tarugos… ya, Zetina, contrólate. Lo primero, pues, es aceptar que tengo un problema o algo que mejorar. Seamos honestos: tú tienes problemas, yo igual, pero, para relajarnos, te digo que los otros escritores tienen más problemas que tú o yo, neta.
Es importante ir a terapia. ¿Ya te estás enojando? Cambiemos un poco de tema. En resumidas cuentas, hay tres enfoques de terapia: psicoanálisis, el pasado, Gestalt, el presente y coaching, el futuro. Eso, en resumen, pero las opciones son vastas: hay todo tipo de terapias disponibles, varias de ellas se ofrecen incluso gratuitamente, en institutos, centros de salud y organizaciones no gubernamentales. Busca una para ti. Yo tengo tres principios para decidirme por una terapia: que sea empática, barata y rápida.
La salud mental es algo complejo. Las personas somos, dijera mi loca abuela Meche, dificultosos, así que no será fácil nunca, pero tampoco es imposible. Cuando decidí enfrentar la vida con un enfoque de desarrollo personal, comprendí que es un proceso continuo, quizás eterno, que día a día arroja retos, pero también resultados. Supe que no hay un modo definitivo de sanarlo todo, que la vida son etapas. Para trabajar he acudido a psicoterapia, medicina alópata, terapias alternativas, psiquiatría, ejercicio, nutrición, arte, libros, videos, estudio, registros AK, temazcales y tantas cosas que a veces cansan, fatigan, agotan. Es cuando me tomo un descanso y luego continúo, porque aún no termino.
Para seres como yo (o tú) que vivimos infancias lastimosas, violentas, tristes, que hemos pasado depresiones, duelos, migración, más violencia, pero que aun así tenemos esperanza y queremos triunfar, porque somos ambiciosos y luchones y amorosos, siempre habrá una oportunidad, te lo aseguro y, si necesitas, te lo juro, cree en ti, podemos hacerlo, porque nacimos para triunfar.
Me enfoco en lo asertivo, curando lo doloroso; trabajo con optimismo el pesimismo de vivir. Sigo adelante, porque para mí y los míos aún hay cosas bellas por vivir (lo mismo que recuerdos hermosos de donde sostenerme). Me encargo de mi salud mental, porque soy la única persona responsable de mí mismo y porque la independencia es el único camino posible hacia interdependencia. Y además escribo porque se me da la gana. Gracias.
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